Con brazos de acero y pies de barro, Museveni jura su nuevo mandato

12/05/2016 | Crónicas y reportajes

Los delegados que llegaron a Kampala el miércoles para asistir a la ceremonia de toma de posesión del presidente Museveni se encontraron la carretera principal del aeropuerto internacional de Entebbe sin ningún tipo de tráfico y tomada por soldados.

Esto es, en parte, para salvar a los dignatarios extranjeros de la pesadilla de los atascos de tráfico en la capital de Uganda. Pero también es para evitar una repetición de los acontecimientos de hace exactamente cinco años, cuando multitudes de partidarios entusiastas atascaron la carretera para dar la bienvenida a casa al líder de la oposición, Kizza Besigye, que salía de un hospital de Nairobi donde había sido ingresado tras ser detenido brutalmente mientras protestaba por el resultado de las elecciones de 2011.

Las multitudes a favor del líder de la oposición, a las que les llevó todo el día cubrir los 38 kilómetros hasta la ciudad y tuvieron duros enfrentamientos con la policía, fue una prueba más de un evidente foco de poder en el centro del país, especialmente en las zonas urbanas.

Poco ha cambiado en cinco años. Besigye, que recibió el 35,61% de los votos contra el 60,62% de Museveni, rechazó los resultados oficiales de la Comisión Electoral, afirmando que había ganado las elecciones con alrededor del 52% pidió una auditoría internacional independiente.
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El gobierno rechazó la petición argumentando la falta de una base legal para dicha auditoría. El Tribunal Supremo también rechazó, por unanimidad, la petición presentada por el ex primer ministro, Amama Mbabazi, tercero en el cómputo global con un decepcionante 1,78%.

El partido de la oposición FDC tampoco presentó evidencias para respaldar las reivindicaciones de 52% del Dr. Besigye, aunque los observadores electorales observaron irregularidades generalizadas, en el conteo y escrutinio de los resultados, el relleno de urnas, los actos de intimidación y la privación de los derechos de los votantes en los bastiones de la oposición.

Jurando por por sexta vez desde que asumió el poder en 1986 (quinta vez después de unas elecciones generales), Museveni debería estar en el cenit de su poder. Él permanece firmemente a cargo de los militares, donde su hijo, Brig Muhoozi Kainerugaba, encabeza el Comando de Fuerzas Especiales.

La Constitución da poder al Presidente para nombrar a todo tipo de funcionarios y la duración de su mandato es tal que los leales al gobierno, ocupan la mayoría, si no todas las posiciones clave.

En el Parlamento, el MNR ganó cómodamente, con mucho más que los dos tercios necesarios para modificar la Constitución (la oposición no logró presentar candidatos en 91 de los 402 distritos electorales), y ganó tres de cada cuatro elecciones en los distritos.

Grietas en el poder

El Presidente Museveni ordenó recientemente una investigación y la suspensión de los funcionarios del Ministerio de Energía después de que se descubrieran grietas en dos presas hidroeléctricas en construcción en Isimba y Karuma, en el río Nilo. Fue una poderosa metáfora sobre las grietas en el propio poder del presidente.

El Presidente había concedido la construcción de las presas a dos empresas rivales de construcción chinas.
Lo que podría haber aparecido como una decisión salomónica, no sólo violaba las normas de contratación pública, como observó un Auditor General de Uganda recientemente, sino que también dotó a los proyectos de un visto bueno presidencial lo suficientemente fuerte como para protegerlos de la supervisión burocrática.

El fuerte control de Museveni en el Estado está siendo sometido, en estos momentos, a una gran prueba de esfuerzo. El fallo del tribunal podría haber confirmado legal la reelección de Museveni, pero no necesariamente su legitimidad en las calles y entre los partidarios de la oposición, especialmente en las zonas urbanas, donde se refieren a Besigye como el «presidente del pueblo». Las llamadas de la oposición a protestar han crecido y se han vuelto cada vez más intolerantes. Besigye y otros líderes de la oposición han sido detenidos o puestos bajo arresto domiciliario, periodistas amenazados y detenidos, incluso durante las transmisiones en directo.

«En cierto modo, esto no es nada nuevo», dijo Human Rights Watch en una declaración dada a conocer antes de la toma de posesión. «Las fuerzas de seguridad de Uganda se han basado regularmente en balas, gases lacrimógenos, “detenciones preventivas» de los líderes de la oposición, y un sin fin de amenazas para silenciar a los críticos del gobierno».

monitor.co.ug (Uganda)

Fundación Sur

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