El día mundial de las Comunicaciones sociales (24-5-2020), nos ha recordado la extraordinaria capacidad que tenemos a nuestra disposición, a través de los medios actuales de comunicación, para construir convivencia o para romperla.
Disfrutamos y agradecemos los indispensables servicios de información rápida y global de las Redes Sociales, que nos ofrecen la nueva luz del conocimiento y nuevas oportunidades de colaboración, para construir un mundo mejor todavía.
Además de la rapidez global, necesitamos una comunicación e información de calidad, con objetividad, ética, e imparcialidad, superando la oscuridad de tantas falsas noticias, rumores sin fundamento o bulos no bien intencionados.
La libertad de expresión hay que respetarla siempre, pero sin insultar a las personas o a las instituciones. Todos nos merecemos un respeto en nuestro pensamiento político, religioso o cultural. Se puede manifestar la disconformidad razonablemente, sin insultos y burlas a los demás.
En algunos programas de la televisión, mesas redondas y artículos de la prensa, se nota a veces una excesiva agresividad, una falta de escucha mutua y se oyen hasta insultos a los que, son y piensan de forma diferente. Lo que ocurre en los Parlamentos es patético. Falta profesionalidad y sobra ideología partidista.
Las circunstancias actuales de confinamiento y recesión económica, dificultan una comunicación serena y respetuosa. Pero la causa más importante de toda agresividad y falta de respeto mutuo, no está fuera de nosotros, sino dentro de nuestros.
Para ser instrumentos de paz y convivencia, debo gozar primero de una paz y armonía interior, que pide integrar valores y aprender de las adversidades de la vida.
Uno de los medios más relevantes para vivir en paz y buena convivencia, es sin duda una educación integral y holística, elegida y pactada por todos los interlocutores familiares, sociales y gubernamentales. No avanzaremos mientras una ley educativa de unos partidos, sustituya a otra.
La trágica realidad de los refugiados y desplazados internos, viviendo situaciones de precariedad, de abandono, de desempleo, de marginación y de rechazo, se ha agravado hoy más todavía, a causa del COVID-19, particularmente entre los pueblos que habitan el hemisferio sur del Planeta, como los pueblos africanos.
Nuestra sociedad debe ser capaz de integrar a las personas marginadas por diferentes motivos, y que llaman a nuestras puertas.
Los inmigrantes nos ofrecen esta oportunidad de encuentro y de enriquecimiento mutuo, si somos capaces de acogerlos, hacernos cercanos, y de trabajar juntos.
Todos debemos ser protagonistas de una nueva convivencia, a través de nuestra comunicación honesta y veraz, nuestro respeto mutuo, nuestros valores de acogida y nuestra colaboración responsable.