Complicidad francesa en la crisis de la República Centroafricana

12/02/2014 | Crónicas y reportajes

El violento conflicto político de la República Centroafricana (CAR, por sus siglas en inglés) sigue provocando muchas muertes, causando desplazamientos masivos y destrucción de la propiedad. Los esfuerzos que se están llevando a cabo para poner fin a esta masacre y restablecer el país no darán ningún fruto si no se tiene en cuenta el papel desestabilizador de Francia en CAR

A finales de 2013, «la carga del hombre blanco» demostró ser demasiado pesada para Francia. Después del despliegue material y militar, París pidió ayuda a otras potencias europeas para poder cumplir con «su responsabilidad» y acabar con la violencia, restaurar la paz, el orden y la legitimidad política en Mali y en la República Central, ambos en continua agitación: los terroristas islamistas, unidos a Al Qaeda en el Magreb (Aqmi), Boko Haram en el norte de Nigeria y, así sucesivamente, causan estragos en el norte de Mali mientras que los cristianos y los musulmanes se matan en la República Centroafricana. Tanto Bélgica como Estados Unidos respondieron de manera positiva y ofrecieron logística y transporte para los franceses y las tropas africanas.

Francia considera que estos países son parte de su territorio porque la República Centroafricana y las antiguas colonias francesas en África occidental y central constituyen lo que se denomina «Franáfrica», puesto que desde su independencia han mantenido una estrecha relación con Francia, el antiguo poder colonial, unidos no solo por acuerdos de defensa sino también por una moneda común, el franco CFA, que estaba vinculado al franco francés y, ahora, al euro. Tal y como declaró Colette Braeckman, del diario belga Le Soir, el 31 de diciembre de 2013, si Francia abandona estas ex colonias, no solo significará la renuncia en términos humanitarios sino también una señal política que indicaría la debilidad de la posición francesa a nivel internacional. Francia necesita a África y el «abandono» de esta no es, por tanto, una posibilidad.

De hecho, el ex presidente, Jacques Chirac, confirmó en 2008 que «sin África, Francia pasaría a ser un país del tercer mundo» (Philippe Leymarie, 2008, Manière de voir, n°79, febrero-marzo de 2008).

El predecesor de Chirac, François Mitterand, ya había profetizado en 1957 que «sin África, Francia no tendría ninguna historia en el siglo XXI» (François Mitterrand, Présence française et abandon, 1957, Paris: Plon)

El ex ministro de asuntos exteriores Jacques Godfrain afirmó, por su parte, que «en un pequeño país (Francia), con un poco de fuerza, podemos mover un planeta gracias a [nuestras] relaciones con 15 o 20 países africanos…». Esto coincide con las políticas francesas sobre «Franáfrica» que tienen como objetivo establecer una «relación especial» con sus antiguas colonias africanas (Thabo Mbeki, ‘What the world got wrong in Côte d’Ivoire,’ Foreign Policy. 29 de Abril). Francia interviene en África por su propia supervivencia tanto como país y como potencia. Es completamente defendible argumentar que Francia es una carga para CAR y otras antiguas colonias de África y no al revés. Por tanto, la independencia total de CAR, tanto política como económica, puede suponer el final de «Franáfrica».

Unidos en el temor a China

Francia cuenta con el apoyo de Europa porque todos los poderes europeos están unidos por el temor a la fuerte presencia de China en África. Según Colette Braeckman, del diario belga Le Soir, el 31 de diciembre de 2013, Francia cuenta con la solidaridad de los antiguos poderes coloniales (Gran Bretaña y Bélgica) a la hora de poner cierto freno a los recién llegados (chinos y también coreanos, turcos etc.) en estos países potencialmente ricos y cada vez más demandados (ricos en madera, agricultura, agua, petróleo y recursos mineros como diamantes, petróleo y uranio en el caso de la República Centroafricana).

Esto es lo que realmente estaba en juego en las intervenciones de Francia en Malí, en la República Centroafricana y en Costa de Marfil en 2011, donde Sarkozy eliminó por la fuerza a Laurent Gbagbo y colocó a Alassance Quattara. Es bien sabido que tanto Gbagbo, de Costa de Marfil, como el ex presidente de CAR, François Bozize, tuvieron problemas con «el jefe», es decir, Francia, porque intentaron establecer con China una acuerdo de cooperación de beneficio mutuo. Rápidamente, fueron suspendidos del poder. En el caso de CAR, Francia optó por Michel Djotodia quien había dirigido el movimiento rebelde de Seleka (que significa «unión» en el lenguaje sango) que derrocó a Bozize en cuestión de semanas. ¿Es que Francia desconocía en aquel momento que Seleka era un movimiento islamista del norte de CAR relacionado con Al Qaeda de Magreb (Aqmi) y Boko Haram en el norte de Nigeria? ¡París claro que lo sabía! Sin embargo, los acuerdos de uranio que Bozize firmó con China pusieron fin al régimen.

De «una guerra para el cambio de régimen» a «una guerra de corrección»

El movimiento rebelde de Seleka derrocó a Bozize y obtuvo el poder en marzo de 2013. Sin embargo, los militantes de Seleka rechazaron el desarme y el quedar confinados en cuarteles por lo que, durante meses, se multiplicaron los abusos contra los civiles, sobre todo contra los cristianos del sur del país. El 13 de septiembre de 2013, el presidente provisional de CAR, Michel Djotodia, anunció que Seleka había sido disuelto. Los horrores perpetrados por los bandas de Seleka (incluidos los del Chad, Sudán y otro «soldados sin fronteras») facilitaron la aparición de grupos de autodefensa, los «anti-balakas», formados por cristianos, simples campesinos armados con machetes, pero también por antiguos seguidores del presidente derrocado François Bozizé (Colette Braeckman, Le Soir, 28 de diciembre de 2013). Inicialmente, Francia lanzó la denominada «Operación Sangaris» que principalmente era una operación policial con objetivos bien definidos: neutralizar a los luchadores de Seleka.
Las fuerzas francesas contaron con la ayuda de la fuerza de intervención MISCA (Misión de las Naciones Unidas en la República Centroafricana), que sustituía a la FOMAC (Fuerza militar de África Central) formado por soldados de Chad, Burundi y del Congo (Brazzaville).

El 5 de diciembre de 2013, mientras que la «Operación Sangaris» aún estaba en su fase inicial, miembros de «Anti-Balaka» armados con machetes lanzaron ataques y masacraron a muchos musulmanes acusándolos de apoyar a Seleka desde el norte, donde la mayoría es musulmana también; “divide y reina”, el legado del colonialismo francés, está pasando factura. Según el semanal Jeune Afrique, no fueron sólo represalias sino todo un ataque militar profesional coordinado por el hijo del ex presidente Bozize. Más de 600 personas fueron asesinadas en la capital, Bangui. Desde entonces, la imagen del conflicto se ha vuelto muy difusa: mientras que las fuerzas francesas afirman ser neutrales, están siendo acusadas por los musulmanes por aliarse con los cristianos. Las relaciones con el presidente provisional Michel Djotodia se han deteriorado hasta alcanzar niveles de odio absoluto, (especialmente por su conexión con los islamistas cuando Francia estaba luchando contra estos en Mali). Se dijo que las fuerzas africanas que quisieron restaurar la paz, supuestamente tenían otros planes.

Por lo tanto, los chadianos fueron acusados de proteger a Seleka (muchos de sus miembros son nacionales del país) mientras que los soldados del Congo-Brazzaville y de Burundi se posicionaban a favor de la población cristiana. Finalmente se dio un intercambio de disparos en Bangui entre las fuerzas de paz de Burundi y las del Chad. La tensión era tan grande que se decidió recolocar a los chadianos en el norte del país (Colette Braeckman, Le Soir, 28 de diciembre de 2013).

Preocupados porque la crisis se pudiera extender a la República Democrática del Congo (como ocurrió con Ruanda en 1994, de hecho, el Congo ya ha acogido a miles de refugiados del CAR, con quien comparte una larga pero porosa frontera), Kinshasa anunció el despliegue de 850 soldados en Centroáfrica para asegurar la frontera. Curiosamente, Ruanda, quien está en guerra con el Congo, también anunció que proporcionaría un contingente de 800 hombres a la Unión Africana (al parecer, las tropas ruandesas quieren cazar a los «genocidas» hutu, que supuestamente se esconden en CAR).

Más de 1.000 personas han muerto en tan solo unos días durante las primeras semanas de 2014 y UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) afirma que dos niños fueron decapitados y que existe una violencia discriminada hacia los niños. Aproximadamente 935.000 personas han tenido que abandonar el país (AP, 13 de enero de 2014). 150.000 desplazados dentro del país permanecen hacinados en los alojamientos improvisados en el Aeropuerto Internacional de Mpoko.

Francia estaba decidida a «corregir el error» que había cometido al apoyar a Michel Djotodia. Desde que la relación entre el presidente provisional Michel Djotodia y las tropas francesas se deterioró hasta el punto de odiarse entre ellos, no tenía ningún sentido que el presidente siguiera dirigiendo el país. Se había convertido en una carga.

Tanto el presidente provisional Djotodia como el primer ministro Nicolas Tiangaye fueron obligados a dimitir el 9 de enero de 2014 en una cumbre extraordinaria de líderes de la Comunidad Económica de los Estados del África Central (CEEAC) que se reunió en Ndjamena, la capital del Chad, por iniciativa del presidente chadiano Idriss Déby Itno (el principal partidario de Djotodia). Deby entendió que Francia ya no quería a Djotodia.

Según la Agencia France Presse (AFP), Djotodia estaba acusado por «la comunidad internacional» (Francia) de no hacer nada frente a la violencia sectaria que estaba provocando grandes matanzas. La parálisis total de Bangui también alertó a los países vecinos de CAR. Francia, quien quería suspender a Djotodia (actualmente se encuentra en el exilio en Benín), pidió al consejo nacional de transición, compuesto por 135 miembros elegidos después de la adquisición de Djotodia, provenientes de varios partidos políticos, del movimiento de Seleka, de la sociedad civil y de las instituciones públicas, que eligiera, lo antes posible, a un nuevo presidente de la transición.

Francia todavía toma las decisiones

La nueva líder de la transición, Catherine Samba-Panza, lo tendrá difícil para pacificar el país, que se encuentra totalmente paralizado, y para conseguir que cientos de miles de desplazados puedan volver a sus casas. Francia también ha señalado que espera que se celebren elecciones antes de finales de 2014. Probablemente, suponemos que se cancelarán todos los acuerdos mineros que Djotodia firmó con quien fuera. Es Francia la que toma las decisiones. ¡No es una sorpresa! ¿Son realmente independientes los países africanos? Nuevo año, nuevas guerras en África. Incluso Sudán del Sur, el país más joven de África no ha podido eludir el largo camino recorrido por sus hermanos mayores. La verdad es que todas las «guerras por la lucha de recursos» en África, son manejadas por fuerzas ocultas.

Antoine Roger Lokongo

Pambazuka News

*Antoine Roger Lokongo es un periodista de la República Democrática del Congo y doctorando de la Universidad de Beijing.

[Traducción, Mercedes Negueruela]

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