Compañías multinacionales: los nuevos colonizadores de África

28/04/2010 | Opinión

Realizando un estudio histórico de explotación de la población de África y de sus recursos, Lord Aikins Adusei denuncia a las compañías multinacionales que no paran de saquear la riqueza natural de este continente. Al situar en la actualidad la continua explotación de recursos que se está llevando a cabo en África dentro de una tradición establecida de interferencias extranjeras, Adusei desprecia la habilidad de estas compañías para eludir pagar impuestos y mantener a los dictadores indiferentes de la difícil situación por la que pasan sus ciudadanos. Sin embargo, la aparición de China como una alternativa viable de financiación al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI), el autor llega a la conclusión que “la segunda colonización” llevado a cabo por la globalización “Euro-Americana” podría estar llegando a su fin.

Antes de que finalizase el primer periodo de colonización, las naciones africanas pertenecían a los dueños de las colonias que hicieron todo lo posible por robar al continente cualquier recurso que considerasen bueno para el desarrollo de sus ciudadanos en Europa.

Sacado de la nada y sin consultar con ningún africano, los europeos se reunieron y dividieron el continente entre ellos, en lo que ahora se conoce como “El Reparto de África”.

Gracias a esta repartición Francia, Gran Bretaña, Bélgica, España, Portugal, Alemania e Italia saquearon y robaron de forma desmesurada los recursos de África sin reinvertir nada de lo que recaudaban en el desarrollo del continente.

Cuando el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt visitó a Gambia el 13 de enero de 1943, quedó tan consternado por las condiciones en las que vivían sus habitantes que se lamento diciendo:

—Es lo más horrible que he visto en mi vida… Los nativos están cinco mil años por detrás de nosotros… Los británicos llevan aquí doscientos años, por cada dólar que Gran Bretaña ha invertido en Gambia, se han llevado diez. Es pura explotación la de esa gente.

Siguió diciéndole a su hijo Elliott: “Debo decirle (Winston) Churchill, lo que hoy he descubierto sobre la Gambia británica. Esta mañana, sobre las ocho y media, condujimos desde Bathurst hasta el aeródromo”. (Elliott se dio cuenta de que fue aquí cuando su padre comenzó a hablar con un sentimiento real en su voz.) “Los nativos estaban a punto de empezar a trabajar. En harapos… con la mirada abatida… Nos dijeron que los nativos parecerían felices hacía el mediodía, cuando el sol hubiese evaporado el rocío y el frío. Me habían dicho que el sueldo general de estos hombres era uno y nueve. Un chelín y nueve peniques. Menos de cincuenta céntimos”.

—¿A la hora? —preguntó Elliott.

—¡Al día! ¡Cincuenta céntimos al día! Además, les dan media taza de arroz. Sucio. Contaminado. Una gran tasa de mortalidad. Y pregunte por la media de vida… nunca imaginarías cuál es. Veintiséis años. A esa gente se le trata peor que al ganado. ¡Sus vacas viven más! (1)

Y la explotación no tenía lugar sólo en Gambia. La Costa Dorada (ahora Ghana), Nigeria, Costa de Marfil, Zaire (ahora la República Democrática del Congo), Namibia, Sudáfrica, el Congo y Angola sufrieron la misma explotación colonial y la falta de inversiones.

Durante casi 300 años los europeos, quienes supuestamente eran civilizados, devotos cristianos, saquearon irresponsablemente los recursos de África e hicieron esclavos a los nativos sin desarrollar sus colonias. Cuando la población local protesto contra esta explotación sin una inversión recíproca, fueron brutalmente aplastados, como ocurrió en el Congo donde el rey Leopoldo II de Bélgica saqueó sus recursos, hizo esclavos y mató a casi 10 millones de congoleses.

Entre los años 1904 y 1907 los alemanes, liderados por el Comandante en Jefe Lothar Von Trotha, cometieron el primer genocidio del siglo XX asesinando al 90 por ciento de la población Herero y Namaqua del Suroeste de África (actualmente Namibia) cuando la gente protestó contra la explotación de sus recursos. Y todas estas trágicas historias de Sudáfrica, Zimbabue, Argelia, Namibia, Kenia y Angola, donde se les negó el acceso a sus tierras, a la ciudadanía y a los derechos básicos y tuvieron que tomar las armas antes de conseguir la independencia, están en numerosos libros de historia. Sabemos como Nelson Mandela (actualmente un héroe de Europa) y unos cuantos luchadores por la libertad soportaron largas condenas de prisión, tortura, exilio y muerte a manos de los “devotos cristianos” y “civilizados” colonizadores europeos. La idea era que a través del Reparto de África, habían comprado África y tenían poder para hacer los que quisieran, de ahí la violación, la tortura, el genocidio y los asesinatos en masa.

A medida que los europeos se enriquecían, los africanos se empobrecían. Por ejemplo, con la explotación de los recursos del Congo, la esclavitud, las amputaciones de manos y las 10 millones de muertes, construyeron Bruselas—que ahora además es la capital de la Unión Europea— y Bélgica.

Cuando se les dio la “libertad”, los padres de la independencia no heredaron nada más que tesoros vacíos. Se percataron de que después de más de 300 años de gobierno colonial, sus dirigentes colonos no les habían dejado nada, ni dinero ni infraestructuras.

La situación critica y el anhelo por mejorar la vida de sus ciudadanos les ha forzado a pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, y cuando fueron, ¡quién lo iba a decir! ahí estaban los antiguos dirigentes de las colonias esperándoles. Los colonizadores utilizaron la mayoría de votos para dictar al Banco Mundial y al FMI sobre cómo estas antiguas colonias deberían recibir ayuda. De los 185 miembros que forman el FMI, seis dirigentes coloniales y sus aliados — entre ellos Estados Unidos, Alemania, Japón, el Reino Unido, Francia e Italia—controlaban el 42% de los votos.

Los dirigentes coloniales dictaron al FMI y al Banco Mundial que para que los africanos recibiesen ayuda necesitaban abrir sus economías y permitir entrar en ellas las compañías europeas. Esto pone de relieve las numerosas condiciones que se asocian a los préstamos de estas instituciones. Las condiciones no son más que una cortina de humo diseñada para asegurarse de que Europa no perderá el mando sobre los recursos de sus antiguas colonias. Algunas de estas condiciones incluyen la constitución de memorándums secretos sobre acuerdos, subsidios a las compañías extranjeras y enormes concesiones de impuestos (tales como el impuesto sobre la renta, cuota de uso e impuesto de propiedad) —el recurso primordial de ingresos para la “exportación-orientada” de los países en vías de desarrollo.

Lo triste de esta historia es que los africanos pensaron que la independencia les daría un respiro para el desarrollo, pero esto no sucedió ya que los líderes coloniales utilizaron las empresas y los servicios de inteligencia para vengarse de la población. Alentaron y financiaron guerras civiles, sin remordimientos contaminaron ríos , pozos y la tierra debido a las actividades petroleras y mineras, subestimaron deliberadamente sus beneficios y falsificaron las actas de ganancias, al mismo tiempo que infravaloraron sus bienes, consintieron el contrabando, el robo, la falsificación de facturas, el incumplimiento en el pago de impuestos y sobornaron a cargos públicos. Además aumentaron el precio de los proyectos, ofrecieron refugios seguros para los fondos provenientes del saqueo, promovieron la venta de armas, derrocaron a líderes africanos, apoyaron dictaduras y asesinaron a aquellos que no estaban de acuerdo con ellos. Conocemos, por ejemplo, la tragedia de Patrice Lumumba y el apoyo que Occidente brindó a Mobutu.

Las compañías impuestas en África por medio del FMI, del Banco Mundial, de Europa y EEUU se han visto implicadas en numerosos casos por corrupción a los líderes africanos y robar billones de dólares provenientes de sus recursos. La Integración Mundial Económica afirma que: “900.000 millones de dólares se ocultan cada año provenientes de economías subdesarrolladas, con aproximadamente 11,5 billones de dólares escondidos frecuentemente en paraísos fiscales. Más de un cuarto de estos focos pertenecen al Reino Unido, mientras que Suiza blanquea un tercio de la fuga de capital del mundo”. De estos 900.000 millones, 150.000 millones de dólares provienen de África.

“La idea de que Suiza tiene una economía limpia es una broma, es una economía impulsada por la suciedad”, dijo Richard Murphy, director del Tax Research LLP. La Asociación Suiza de Banqueros afirma que cuatro quintas partes de la nación apoyan el secreto bancario, lo que nos muestra una sociedad profundamente arraigada en una cultura de impunidad y explotación. El hecho es que aquellos que roban deben encontrar una forma de esconder su botín y Suiza proporciona el entorno idóneo para que tales crímenes se cometan. Y no es sólo Suiza quien no tiene una economía limpia. Se puede también describir a Inglaterra, Francia, Alemania y Luxemburgo como chupa sangres.

En su artículo “Fuga de capital: paraísos de pan de jengibre, economías caníbales”, Khadija Sharife escribe:

“Esta política es especialmente letal para los países en vías de desarrollo donde los pobres están aprisionados por los impuestos, cortesía de los programas de ajustes estructurales (PAES) realizados por el FMI y por el Banco Mundial, que constituyen políticas que van desde unas “vacaciones fiscales” hasta la privatización de los servicios estatales (y) sacando pedazos enormes del capital natural en subastas de multinacionales… En total, África ha perdido más de 600.000 millones de dólares en fuga de capitales, sin contar otros mecanismos de fuga como la deuda ecológica (en general estimado como un potencial de 1,8 billones al año), el coste del comercio liberalizado (justo por debajo de 300.000 millones de dólares)… y la lista continua…”. (2)

Así, gracias al apoyo y a la conspiración del FMI y del Banco Mundial estas compañías están pagando casi nada por los recursos que se llevan de África.

África ha sido calificada como la región más corrupta del mundo debido a que la minus valia de los precios de los precios interna de las multinacionales constituye el 60% del flujo de capital, con compañías que declaran sus beneficios en paraísos fiscales, en contraposición a los países de rendimiento. Las compañías declaran aproximadamente el 40% de los beneficios que obtienen en los países africanos en los que operan, desviando el resto en las cuentas seguras que tienen en paraísos evitando así pagar los impuestos que ayudarían a erradicar la pobreza. Y este no es el fin de la corrupción y de la historia hecha a la luz del día del robo.

Sabemos cómo ELF actuaba como el brazo del estado francés apoyando a dictadores, saqueando recursos y estableciendo un Fondo oculto y listo para ser usado para sobornar a los líderes africanos para que hicieran la vista gorda cuando las compañías robaban el petróleo y el gas de África.

El autor de Posisoned Wells, (Pozos envenenados) Nicholas Shaxson escribió sobre el tema: “Los Magistrados han descubierto que el dinero procedente de las operaciones africanas de Elf se destinó a sobornos para apoyar los objetivos comerciales, militares y diplomáticos de Francia en todo el mundo. A cambio, las tropas francesas protegían a los conformistas dictadores africanos”.

Esto explica porque hay muchos más dictadores corruptos en la zona francófona de África que en el resto de África. Omar Bongo en Gabón, Gnassingbé Eyadéma de Togo, Mobutu Sese Seko de Zaire, Lansana Conté de Guinea, Félix Houphouët-Boigny de Costa de Marfíl, Blaise Compaoré de Burkina Faso, Sassou Nguesso del Congo y Idriss Déby del Chad son algunos de esos líderes obedientes que han estado o están protegidos por Francia. Y ¿qué les ocurrió a los líderes que no se sometieron en África? Tus conjeturas son tan buenas como las mías. Por favor saquen tiempo para leer más sobre Bob Denard, un francés que hizo carrera como mercenario derrocando a líderes africanos. El autor francés Jean Guisner afirmaba: “Denard no hizo nada que fuese contrario a los intereses franceses —y supuestamente actuó en estrecha colaboración con los servicios de inteligencia franceses”.

En el caso de corrupción en Elf de André Tarallo, el verdadero líder del Elf africano, “dijo ante un Tribunal en junio de 2003 que anualmente se realizaban transferencias de dinero que ascendieron a 10 millones de libras esterlinas a Omar Bongo, el presidente de Gabón, mientras que se pagaron otras cantidades enormes de dinero a los líderes de Angola, Camerún y de la República del Congo. Los pagos multimillonarios de dólares eran pagados en cierto modo para asegurarse la fiel lealtad de los líderes africanos a Francia. A cambio de protección y sobornos procedentes de los fondos de Elf, Francia usaba a Gabón como base militar y para actividades de espionaje en el oeste de África”. (3)

El acuerdo real era que Elf, Shell, BP y sus homólogos en Europa y América pagaran sobornos a los líderes africanos para inducirles a mirar hacía otro lado cuando robaran sus recursos. Pregunten a cualquier Gabónes o Congoles si han sacado algún beneficio del petróleo o de los diamantes, y la respuesta será un rotundo no. Lo realmente trágico es que la gente sabe que tiene petróleo, diamantes y ven a estas compañías procesarlos todos los días sin saber hacía donde van, quien los compra y a donde van las ganancias.

El antiguo primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, fue acusado de vender un dispositivo basado en antigua tecnología a Tanzania. Al Parlamento ingles se le comunico que: “El Reino Unido ha vendido un sistema inútil de control de tráfico aéreo a Tanzania en el año 2001 por medio de un trato sórdido y escandaloso”. Clare Short, un miembro del parlamento, afirmó: “el trato fue absurdo y hostil para con los intereses de Tanzania”, y continuó diciendo: “el Barclays Bank ha operado en secreto con el gobierno prestándole el dinero a Tanzania, pero ha mentido al Banco Mundial sobre el tipo y la cantidad total del préstamo”. Short, además dijo: “Tanzania podría haber pagado mucho menos por el mismo equipo, que les ha costado 28 millones de libras”. El secretario de la Oposición de Desarrollo Internacional, Andrew Mitchell dijo: “BAE (British Aerospace Electronic) ha usado tecnología antigua y ha dicho de que el sistema no era adecuado y demasiado caro”. (4)

Y todo esto ocurrió tras haber comprado a los funcionarios de Tanzania para que hiciesen la vista gorda cuando se llevaba a cabo la venta de este mecanismo basado en tecnología antigua a su país. BAE operó en secreto con Tony Blair y Barclays para vender producto inservible a un precio exorbitante a Tanzania. Esto no es más que una continuación del desprecio y la impunidad con la que tradicionalmente los europeos han tratado a África antes, durante y después de la colonización. BAE ha declarado de forma indirecta que los africanos no se merecen las últimas tecnologías, ni siquiera si pagan unos precios exagerados. Es también un mensaje para los africanos, de que deben desarrollar su propia tecnología y no deben contar con la generosidad de otros.

No es ningún secreto que la compañía petrolera Shell operó en secreto con el régimen corrupto de Abacha en Nigeria para robar petróleo, contaminar los ríos, los pozos, los arroyos y el suelo del país, y dejó a millones de agricultores y pescadores del Delta del Níger sin trabajo. “(Shell) ha admitido que involuntariamente ha contribuido a crear conflictos, pobreza y corrupción a través de sus actividades petroleras en el país. Nigeria aporta un 10% de la producción mundial de Shell y allí se encuentran algunas de sus reservas más prometedoras, sin embargo, el país sigue estancado en la pobreza y el conflicto”(5). De modo que Shell, además de robar el petróleo de Nigeria y de contaminar sus ríos, sus pozos y sus suelos, también promueve la corrupción, la pobreza y el conflicto.

En la República Democrática del Congo aproximadamente cinco millones de personas han muerto en una guerra, donde el motivo subyacente es satisfacer el apetito insaciable de Occidente por alta calidad y bajo coste para móviles, ordenadores portátiles, playstations, joyas, diamantes y coltán. Y en Paris, Londres, Bruselas, Berlín, Nueva York o Washington, ¿a quién le importa la muerte de cinco millones de personas? ¿Por qué no ha terminado la guerra de la República Democrática del Congo? ¿Quién les suministra las armas a los rebeldes? y compra los minerales que extraen de forma ilegal? ¿Por qué las fuerzas armadas de Uganda o de Ruanda han cruzado en múltiples ocasiones a la República Democrática del Congo? ¿De quiénes son las órdenes que están siguiendo? Un informe de la ONU lo explica todo.

La comisión solicita que se impongan restricciones financieras a los 54 particulares y 29 compañías que están implicados en el robo, incluyendo cuatro compañías de diamantes belgas y la compañía belga George Forrest, aliada con el OM Grupo con sede en Estados Unidos.

Los particulares nombrados en el informe de la BBC incluyen al Jefe de Estado Mayor del Ejercito de Tierra ruandés, James Kabarebe, al Ministro de la Presidencia del Congo Augustin, Katumba Mwanke, al Jefe de Estado Mayor del Ejercito de Uganda James Kazini, y al portavoz del parlamento en Zimbabue, Emmerson Mnangagwa(6) . El informe también acusa a 85 compañías multinacionales sudafricanas, europeas y estadounidenses, entre las que se encuentran Anglo American, el Barclays Bank, Bayer, De Beers y la Compañía Cabot, de violar las pautas éticas impuestas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en zonas conflictivas.

Las principales causas por las que están acusados de violación, están relacionadas con el suministro de armas a los rebeldes de Ruanda, Uganda y del Congo y de aprovecharse del saqueo ilegal de los minerales del Congo, como indican los siguientes expertos:

“A pesar de la reciente retirada de la mayoría de las fuerzas extranjeras, la explotación de los recursos del Congo continua según este informe, con redes de élite y grupos criminales vinculados a las fuerzas militares de Ruanda, Uganda y Zimbabwe, beneficiándose de los pequeños conflictos de la República Democrática del Congo. ‘Las redes de élite desvían los beneficios económicos a través de una serie de actividades criminales que incluyen robos, desfalcos, malversación de fondos públicos, infravalorar los bienes, contrabando, facturación falsa, impago de impuestos y sobornos a funcionarios públicos’, y añaden que dicho saqueo es responsable de muchas de las muertes y de la malnutrición en el este de la República Democrática del Congo”. (7)

Así que, mientras millones de personas mueren en África con la complicidad de estas compañías, los ciudadanos europeos y norteamericanos, con toda hipocresía, viven para disfrutar de sus estupendas vacaciones. Y cuando los africanos intentan llegar a Europa, los ciudadanos les dicen: “Europa está lleno, no más inmigrantes”. ¿De dónde sacan las reinas y los reyes de Europa los diamantes y el oro que llevan para adornarse? ¿No es acaso de los diamantes de sangre del Congo, Sierra Leona y otras zonas de conflicto de África que se sacan por contrabando y se venden en Bruselas, Zurich, Londres y Nueva York?

Y éste no es su único delito. Sabemos cómo Halliburton estableció un Fondo oculto de 180 millones de dólares y compró a los funcionarios de Nigeria para asegurarse un contrato petrolero de 10.000 millones de dólares. Sabemos que Acres International of Canada pagó 260.000 dólares para asegurarse el contrato de 8 mil millones dólares de una presa de agua en Lesoto. Sabemos que las instituciones financieras y banqueras de los suizos, británicos, alemanes y franceses han conseguido fortunas proporcionando paraísos fiscales para los fondos robados por Abacha, Mobutu, Bongo, Conté, Daniel arap Moi de Kenia y el resto de dictadores que hay en África. Y no es ningún secreto que Bélgica está enfadada con el gobierno de la República Democrática del Congo por invitar a China en el pais ya que Bélgica es el “favorito” y beneficiario de todos los robos que allí se llevan a cabo día tras día en ese país tan rico en recursos pero tan pobre económicamente.

Los africanos saben que estas compañías están haciendo fortunas pero ellos no ven ninguno de sus beneficios. Los habitantes de Ghana saben que en Obuasi y en Akwatia se extraen oro y diamantes pero no saben a dónde van, quién los compra ni dónde acaban las ganancias, y lo mismo ocurre con el petróleo en Nigeria, Gabón, Camerún, Argelia, Angola o Guinea Ecuatorial. Y en cuanto a la República Democrática del Congo, una nación con la tercera parte de los recursos naturales del mundo, cuanto menos diga, mejor.

Tanto esta corrupción como los robos diarios es lo que ha sido elevado a Globalización, con África y el Tercer mundo animado a unirse a Europa, América, al FMI y al Banco Mundial. Mi pregunta es ¿Qué globalización? ¿Es la globalización de la que sólo los que tienen ojos azules disfrutan o qué? Si la respuesta es que no, entonces el FMI y el Banco Mundial deberían explicar porque el mundo está dividido entre “lo que los blancos tienen y lo que los negros no tienen”. ¿No es esto una segunda colonización disfrazada de globalización?

Susan Hawley lo explica todo:

Las actividades corruptas de las “compañías multinacionales” afectan al Sur (ej. África, Asia y Latino América) de muchas maneras. Minan el desarrollo y agravan la desigualdad y la pobreza. Suponen un inconveniente para las pequeñas firmas nacionales y transfieren dinero que podría utilizarse para erradicar la pobreza en manos de los ricos. Tergiversan la toma de decisiones a favor de los proyectos que benefician a unos pocos en lugar de a la mayoría. También aumentan la deuda que beneficia a la compañía, no al país; evitan los procesos democráticos locales; dañan el medioambiente; esquivan la legislación y promueven la venta de armas. Los sobornos suben el precio de los proyectos. Cuando se paga estos proyectos con el dinero prestado internacionalmente la cantidad del soborno aumenta la deuda externa del país. La gente de a pie lo acaba pagando a través del corte de gastos en Sanidad, Educación y Servicios Públicos. A menudo, tienen que pagar haciéndose cargo de las pesadas cargas de proyectos que no les benefician a ellos y que nunca pidieron. (8)

Y con todo esto, los medios de comunicación de Occidente guardan silencio y no alzan la voz contra lo que sus Gobiernos, Servicios de inteligencia, compañías y hombres de negocio les están haciendo a los africanos. Prefieren criticar a China por cortejar a los mismos líderes africanos que los Euro-Americanos han estado protegiendo durante décadas. Una clara hipocresía ¿no es así? Son las mismas críticas que el rey Leopoldo II lanzó sobre los árabes que competían con él por los recursos y esclavos en el Congo, y sabemos lo que Leopoldo II, el Hitler del siglo XIX, hizo en la República Democrática del Congo en nombre del cristianismo y de la “civilización”.

Con China como feroz competidor, los africanos tienen ahora la elección de ir o no al Banco Mundial o al FMI para pedir préstamos condicionales. También pueden elegir entre dar sus recursos a las compañías de China o a los europeos y americanos. Puede que sea el principio del fin de la colonización, de la esclavitud, de la inestabilidad, de las dictaduras, de la corrupción y de todos los males que los europeos y los americanos han promovido en África.

Puede ser el principio en donde los recursos de Africa puedan ser comprados y pagados a sus gentes y de comenzar un nuevo capítulo en el que África empiece a desarrollarse y cierre el desfase de pobreza de 5.000 a quizá 100 años, tal y como dijo Franklin D. Roosevelt.

Lord Aikins Adusei

*Lord Aikins Adusei es un defensor y activista contra la corrupción. Escribe en www.iloveafrica2.blogspot.com

Publicado http://pambazuka.org/en/category/features/56716 el 04 de junio de 2009


Traducido por Beatriz Aymat Basoa, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

(1): Presidente de los EEUU Franklin D. Roosevelt 1943, El patrimonio americano.

(2): www.greenleft.au

(3): The Guardian, noviembre 2003

(4): Noticias de la BBC, 31 de enero de 2007

(5): Noticias de la BBC, 18 de junio de 2004

(6): Noticias de la BBC, 21 de octubre de 2002

(7): www.unwire.org

(8): The Corner House, junio del 2000

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