Cómo las políticas del cambio climático dirigen la agricultura africana

12/09/2013 | Crónicas y reportajes

Es increíble cómo la amenaza del cambio climático, una clara señal de los excesos y limitaciones de las economías avanzadas, podría alguna vez dirigir las grandes visiones del progreso en el mundo en desarrollo. Pero eso es precisamente la raíz de un fenómeno que está marcando una transformación en la agricultura africana.

Teniendo en consideración cómo el discurso de la crisis de energía y limitados recursos en los países ricos –remarcada por la contribución de los combustibles fósiles al cambio climático- ha desatado una carrera por acaparar las tierras de cultivo africanas para producir biocombustible, que a su vez está siendo señalado como “crecimiento verde” en el sur global. Ese crecimiento, sin embargo, beneficia no a los pequeños agricultores de África, sino a los grandes negocios agrícolas con sede en los mismos países que pretenden aprovecharse de las supuestamente “vacías” tierras de cultivo, para mantener sus economías basadas en el intensivo consumo de energía. Esta paradoja inherente –sobre cómo una crisis de recursos en una parte del mundo puede traducirse en una llamativa promesa en otro sitio- debe ser el centro de nuestro análisis crítico del acaparamiento global de tierras.

Las inversiones en plantaciones de biocombustibles provienen principalmente de los países europeos que están obligados de aquí a 2015 a que el 10% de su energía sea renovable. Ellos son los que están provocando el desplazamiento de gran cantidad de agricultores.

Las agencias de Desarrollo, principalmente el Banco Mundial, han intentado justificar las adquisiciones a gran escala de tierra, presentando la tierra cultivable africana como “infrautilizada” y citando siempre la “Brecha de rendimiento” del continente –la disparidad entre el rendimiento real y el rendimiento potencial de las cosechas.

Hay dos problemas principales con este modo de hacer agricultura. Primero, la concepción de tierra vacía refleja en gran medida la tendencia a tener en cuenta solo la producción industrializada a gran escala, y dejar de lado la idea de que la tierra en realidad puede ser utilizada por pequeños agricultores o pastores. Segundo, la relación entre el rendimiento de las cosechas y la seguridad alimentaria tiene poca relevancia cuando las cosechas para la exportación, por parte de inversores extranjeros.

“La brecha de rendimiento de cosechas es un término agrónomo que se ha convertido en una fórmula de la política de desarrollo y acabó siendo secuestrado por el Banco Mundial y otros, que lo han utilizado en África para afirmar que África es una vasta extensión de tierra infrautilizada”, afirma Charles Geisler, profesor de Sociología del Desarrollo, en la universidad de Cornell, [Nueva York, Estados Unidos], y colíder de la Iniciativa que pone en cuestión este panorama de la tierra a nivel global, la Contested Global Landscapes Iniciative, de la universidad. El profesor explica que, en contraste con el punto de vista del Banco Mundial, un equipo de investigadores dirigido por Jonathan Foley ha argumentado que la brecha de rendimiento podría cerrarse dejando a los pequeños agricultores en las tierras en las que están.

El apoyo a las transacciones de tierra entre agencias de Desarrollo es contradictorio con su renovado interés por las inversiones en agricultura a pequeña escala en África. En respuesta a la crisis alimentaria de 2008, que vio como los precios de los alimentos básicos se pusieron por las nubes, los esfuerzos de donantes como los de la Iniciativa de Feed the Future, (alimenta el futuro) de Estados Unidos y la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición del G-8 han estado dirigidas explícitamente a los pequeños agricultores. Casi ninguna conferencia internacional sobre Seguridad Alimentaria se celebra hoy en día sin hacer énfasis en este asunto. Aún así, los acaparamientos de tierra invaden esa misma tierra ocupada por esos agricultores a pequeña escala, lo cual debe llevarnos a preguntarnos: ¿qué modelo de agricultura están apoyando realmente las principales grandes instituciones?

“Han logrado equilibrar esta contradicción diciendo que la gente no será desplazada, sino que obtendrán empleo y utilizarán pequeñas parcelas en los pueblos cercanos” a las extensiones usurpadas, cuenta Geisler. “La otra parte de la historia es que los agricultores se adaptarán encontrando trabajos en otros sectores, esto no es un mensaje nuevo, era muy común en los años 50, 60 y 70”, explica.

En verdad, esta problemática creencia en el inevitable declive de la agricultura a pequeña escala refuerza las políticas de medioambiente globales. La Directiva de la Unión Europea para las Energías Renovables, RED, afirma que, para que los biocombustibles sean tenidos en cuenta por los estados al cumplir sus compromisos de utilización de energías renovables, estos no pueden producirse en zonas con “alto valor en biodiversidad”, como bosques o zonas naturales protegidas. Sin embargo, la RED no contiene provisiones para la protección de los derechos a la tierra de los pequeños agricultores, según escribe Oliver De Schutter, relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación. Es difícil encontrar una exposición más contradictoria de la agenda de conservación de la biodiversidad: la conversión en monocultivos de los sistemas de producción agrícola diversos, basados en la agro-ecología, en realidad equivale a pérdida de biodiversidad.

Durante mucho tiempo, se ha denegado el acceso a tierras cultivables productivas a los pequeños agricultores, con cerramientos de áreas de naturaleza protegida. Y ahora con estos espacios fuera del alcance de la carrera por apropiarse de tierra, lo cual obliga a alcanzar acuerdos para ocupar en su lugar las tierras de los pequeños agricultores, estamos viendo una reafirmación de la subordinación de los agricultores contra la agenda de conservación de la naturaleza.

La transformación de las llamadas infrautilizadas tierras a menudo implica complejas técnicas elaboradas por científicos que están inevitablemente incrustados en un proyecto político, asegura la doctora Rachel Nalepa, del departamento de Geografía e Historia de la Universidad de Boston, que ha investigado este asunto en Etiopía. El ministerio de Agricultura del país llevó a cabo un mapeo de las zonas agro ecológicas para determinar qué cosechas eran más convenientes para cada región. Esta información resultó ser de gran valor en las consultas con los inversores extranjeros, que estaban interesados en las tierras más fértiles.

“Algunos temas de actualidad como los biocombustibles se determinan por el contexto político”, señala Nalepa, “sin ni siquiera el menor interés por la agricultura”.

Daniel Bornstein

(FarmLandGrab.org, 02-09-13)

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