Desde que aparecieron en los medios de comunicación las imágenes horripilantes del alcalde de Kamwenge, Geoffrey Byamukama, ha habido un gran alboroto. Sus rodillas tienen heridas profundas y sus tobillos también. Sus piernas y brazos son todos moratones y heridas.
Hemos vistos desde hace demasiado tiempos casos de sospechosos que se presentaron en el tribunal con heridas y magulladuras recientes que afirmaron haber sufrido torturas a manos de la policía. Algunos han sido mutilados por la vida. Hay otros casos de detenidos que nunca vuelven a aparecer.
No pretenderé estar sorprendido por estos actos de asalto por parte de la policía.
Después de todo, ahora está en el dominio público que entre los buenos funcionarios de la Policía de Uganda hay un número considerable de elementos delictivos. Estos contratan armas, protegen a los criminales y participan en todo tipo de delitos. El informe de la justicia de Ssebutinde de 2001 y el presidente Yoweri Museveni lo han dicho.
Desde que Kale Kayihura se convirtió en el Inspector General de Policía (IGP) en 2005, cuatro cosas significativas ocurrieron en este cuerpo:
En primer lugar, el presupuesto de la policia ha aumentado enormemente, lo que se traduce en una mejor facilitación en términos de transporte (vehículos y motocicletas, vehículos blindados), gases lacrimógenos, uniformes, equipos antidisturbios, etc. Todo para combatir el crimen
En segundo lugar, ha habido un aumento en el reclutamiento tanto en la Fuerza regular como en unidades auxiliares como los «preventores de delitos». Así que, presumiblemente, tenemos más mano de obra para combatir el crimen.
En tercer lugar, la orientación de la policia en la formación ha sido más militarizada debido a la afirmación de que los criminales se han vuelto más violentos y sofisticados. Esto implica que los delincuentes se enfrentan a una policia más sólida en el mantenimiento de la ley y el orden.
En cuarto lugar, los informes de malos tratos, violaciones de la ley, abusos de los derechos humanos y la discrecionalidad por parte de la policía han aumentado significativamente, asi como lo han hecho los informes de delitos. Algunos dicen que es porque los medios de comunicación son más vigilantes y por lo tanto los casos están más presentes en la prensa. Eso es un debate para otro día.
Por ahora, nos centraremos en el tema de la tortura y la violencia en la fuerza policial.
Es un argumento trillado que la policía de la época colonial se estableció no solo para mantener la ley y el orden, sino principalmente para la perpetuación de los que están en el poder. Pero había un equilibrio delicado. Por ejemplo, un ladrón de pollo, un asesino, un violador, etc, recibirían igualmente su castigo enfrentándose a la ley como cualquiera que amenazara a los gobernantes de disfrutar de su reinado.
Después del logro de la independencia en los años 60, con el fracaso de la promesa de la autonomía, la autopreservación y perpetuación de los dictadores y autocratas «elegidos» se convirtió en el objetivo primordial de las agencias policiales.
Cuando fracasaron las economías y la prestación de servicios sociales, la mayoría de los gobiernos consideraron que era más apropiado y más barato permitir algún grado de ruptura de la ley. Esto permitiría a los criminales defenderse por sí mismos en lugar de presionar al gobierno exigiendo su parte en el contrato social.
Olvídate del ladrón de calle que roba y piensa en el funcionario público que gana 7.000 euros pero paga más de 45.000 en gastos escolares para sus hijos, ha construido una casa, tiene apartamentos para alquilar, etc. y entenderas a lo que me refiero. Es comprensible, incluso el reclutado en la policía puede actuar como criminal de vez en cuando. Así, los gobiernos de la época fueron lentos en la mayoría de los aspectos que facilitan la prevalencia de un estricto régimen de ley y orden. Por lo tanto, el presupuesto de la policía aumentó para militarizar, pero no para facilitar el brazo de investigación con expertos forenses, buenos laboratorios y investigadores bien entrenados para extraer evidencia de sospechosos para un procesamiento de exito, etc.
Tampoco complementamos el trabajo de la policía fortaleciendo la Fiscalía con fiscales bien pagados, ni tampoco tuvimos un aumento significativo en la financiación del Poder Judicial para lograr una mayor eficiencia.
Ahora tenemos más hombres y mujeres con mentalidad militar en uniformes de la policía, que pueden dispersar violentamente una manifestación antigobierno organizado por la oposición, arrestando a sospechosos implicados en un asesinato, pero no saben qué hacer a continuación. Su conocimiento de la ley es limitado y son ignorantes en las técnicas para reunir evidencias que soportarán las pruebas «pruebas más allá de toda duda razonable» en el posterior tribunal. Además, elementos criminales dentro de la policia arrestan a personas inocentes y tratan de implicarlos mientras ocultan a los verdaderos criminales con los que están aliados.
Es notable que muchos sospechosos llegan a los tribunales y se desvinculan de estas confesiones citando tortura y coacción. En muchas ocasionas los sospechosos confiensan que les prometieron dinero y la libertad si implicaban a otro sospechoso en la investigación. Asi ha sido como la tortura se incorporó a las tácticas policiales.
Nicholas Sengoba
Fuente: The Monitor
[Traducción y edición, Fernando Martín]
[Fundación Sur]
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