¿Comer producto nacional? Los senegaleses dicen: No, gracias.

20/11/2009 | Crónicas y reportajes

La cara de la propietaria de un restaurante Mame Couma Tandjigora lo dice todo. Ella frunce el ceño, como harían muchos en su país cuando se les pregunta por el arroz cultivado en el país, un problema mucho más grande de lo que podría parecer.

“Hay que tamizarlo y ponerlo a remojo durante mucho tiempo”, explica, “yo prefiero mi arroz quebrado y aromático thai”.

El gobierno senegalés tuvo lo que parecía una idea razonable después de la crisis alimentaria del año pasado: que el país cultive y consuma su propio arroz en lugar de seguir importando toneladas de Asia.

Esto era parte de un plan mucho más amplio, para lograr la autosuficiencia en producción alimentaria.

Pero los senegaleses, que sirven arroz con tantos platos, dicen: No, Gracias. ¿Por qué? Aquí es donde el asunto se torna peliagudo.
Las explicaciones van desde el sabor hasta el prestigio social y el legado del colonialismo. Sea cual sea la razón, el gobierno ahora está calculando cómo promocionar el arroz de cultivo nacional y espera no tener que importar ninguno de los alimentos básicos para el año 2012.

Parece que no va a ser fácil alcanzar ese objetivo. El año pasado, más de tres cuartas partes de las 800.000 toneladas de arroz consumidas por los senegaleses eran importadas de Asia.

El ímpetu por el cambio llegó por la crisis alimentaria, que ha hecho que el precio del arroz importado se ponga por las nubes en Senegal, y desde entonces se ha estado promocionando el arroz cultivado a nivel nacional, para depender menos de las importaciones agrícolas, pero a pesar de las buenas cosechas, gran parte de la producción, todavía no se ha vendido.

Tandjigora, que prepara platos locales en un restaurante al lado de la carretera, en un transitado barrio de Dakar, la capital, gasta seis kilos de arroz al día.

“Ayer pusimos en el menú pescado con arroz y hoy estoy haciendo arroz blanco para acompañar un pollo de Yassa con cebollas y limón”, cuenta.

Mientras que ella no quiere el arroz cultivado en el valle de Senegal, asegura que su madre y hermana lo comen. “Ellas dicen que es más fácil de digerir y mejor para la salud porque tiene menos azúcares”, explica.

Eso puede ser verdad o no, pero en las tiendas y restaurantes de toda la capital de Senegal, se apilan sacos de arroz importado y sin embargo es difícil encontrar arroz senegalés, y no es precisamente porque se haya vendido.

Ahmed Mbaye no almacena arroz senegalés en su tienda de alimentación en una esquina de Grand Dakar, pero sacos de arroz tailandesa de color rosa, azul y verde se alinean a la entrada. “Sólo vendo arroz tailandés. Lo que se cultiva en este país nadie lo quiere comprar”, explica Mbaye.

Según los últimos cálculos oficiales, discutidos por algunos productores, la cosecha de arroz será de 508.481 toneladas para 2009, un 25 % más que en 2008.

Las cifras han provocado una promesa del ministro de Agricultura de Senegal de que el país “no importará un solo grano de arroz en 2012”.

Pero ¿Qué pasa si nadie lo come?

Una experta culpa de este problema al legado del colonialismo. “Se remonta a la época del colonialismo”, asegura Wore Gana Seck, la jefa de la comisión para un desarrollo duradero y el medioambiente, del Consejo Económico y Social de Senegal. “antes los senegaleses comían mijo y sorgo, pero los franceses impusieron un monocultivo de cacahuetes a los agricultores e importaban arroz quebrado de sus otras colonias de Indochina para que los senegaleses comieran”, explica.

El hábito se ha arraigado en Senegal y comer arroz quebrado importado se ha convertido en un estatus, explica el vicedirector de Oxfam para el África Occidental, Raphael Sindaye. “Una de las razones principales por las que no se vende bien el arroz nacional es que está mal considerada: comerlo significa que no tienes el adecuado nivel social”, añadió.

“Antes la calidad dejaba que desear, pero los agricultores del norte han trabajado duro para mejorar y parte de la producción es incluso de arroz quebrado, como les gusta a los hogares senegaleses”, para hacer platos tradicionales con salsa.

“Lo que persiste es la batalla por comercializarlo”, explica Sindaye. “De las 5.000 toneladas producidas por los agricultores del norte, todavía quedan por vender 2.400”.

Según el diario senegalés pro gubernamental, Le Soleil, el ministro para la Seguridad Alimentaria, quiere establecer almacenes especiales en los pueblos para vender exclusivamente arroz senegalés.

“En Ghana, el arroz nacional también estaba mal considerado. Pero tuvieron un gran éxito al hacer posters con el presidente Kufour comiendo arroz local”, señaló Sindaye.

Hay esperanza. En Grand Dakar, Fanta Diarra ya está conquistada. La joven de 21 años está casada con un hombre de Saint Louis, en el norte del país, donde se cultiva el arroz. “El arroz de aquí es bueno, todo el mundo lo come en el valle (del río Senegal). Sólo tienes que saber prepararlo, ponerlo en remojo durante dos o tres horas y cocinarlo durante 45 minutos”, explica.

(IOL, 19-11-09)

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