A pesar de todos los esfuerzos realizados en los últimos años, la violencia contra las mujeres y las niñas alcanza proporciones inquietantes. En muchos países millones de mujeres y niñas siguen sometidas a costumbres tradicionales tales como las mutilaciones genitales o los matrimonios forzosos.
Se estima que cerca de 120 millones de niñas han sufrido algún tipo de relación sexual forzada en algún momento de sus vidas, que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, que una de cada tres niñas se casará antes de cumplir los 18 años de edad. La trata es una trampa para millones de mujeres y niñas. El asesinato de mujeres, por ser mujeres, se da en todos los países y en todas las clases sociales, las violaciones se han convertido en arma de guerra.
Para concienciar sobre el problema de la violencia contra la mujer y promover acciones para acabar con esta lacra, las Naciones Unidas celebran el 25 de noviembre el día Internacional para la eliminación de la Violencia contra la Mujer. Lo hacen desde el año 1999.
En la celebración de este año se nos ha invitado a 16 días de activismo, La Campaña, finalizará el 10 de diciembre, Día Mundial de los Derechos Humanos. El color naranja dará visibilidad a esta campaña solidaria con las mujeres y las niñas que sufren violencia.
Desde la Conferencia de Pequín, momento crucial en las luchas de las mujeres por obtener derechos negados, dos terceras partes de los países del mundo han proclamado leyes concretas para poner fin a distintas formas de violencia, aunque no siempre esas leyes se cumplan.
El año 2013 quedará como un momento importante en la historia de las luchas de las mujeres contra la violencia de la que son víctimas. El año 2013, proclamado año internacional de la mujer estuvo centrado sobre ese problema. Varias centenas de representantes de gobiernos y ONG se reunieron en la ONU para participar en el encuentro internacional dedicado al tema.
La Comisión de la Conciliación Jurídica y Social de la Mujer consiguió que más de 130 países se pusieran de acuerdo para negociar una hoja de ruta mundial, con medidas para prevenir y ponen fin a la conculcación generalizada de los derechos humanos de la Mujer y poner fin a la violencia contra ella. Pero, todavía millones de mujeres y niñas siguen sufriendo altos índices de discriminación, violencia y exclusión que son intolerables en el siglo XXI.
El acuerdo conseguido en 2013 no fue fácil a causa de las referencias explícitas a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la afirmación de que ni la costumbre ni la religión justificaban la violencia hacia ella.
Es posible que haya involuciones, retrocesos y marchas atrás. Pero no se puede negar que las campañas de promoción realizadas en todo el mundo han aumentado la concienciación y han puesto en práctica acciones para poner fin a la violencia contra la mujer.
Sin duda ha aumentado la conciencia y la movilización a favor de los derechos de las mujeres. En todas partes se alzan voces contra la esclavitud sexual, el matrimonio infantil, las violaciones y abusos, la trata y el feminicidio en nombre del honor o de la pasión.
Cada vez hay más mujeres que dicen ‘basta ya” a la violencia doméstica y los abusos. Cada vez hay más personas críticas con la resistencias culturales o religiosas frente a los cambios a favor de los derechos de las mujeres, entre los que se encuentra el de vivir sin violencia. En la sociedad hay también mayor sensibilidad hacia la impunidad. Sin embargo, siguen existiendo lagunas en las leyes promulgadas y en la protección legal contra su incumplimiento.
Para poder erradicar la violencia hacia las mujeres hay que atacar la causa subyacente que es la desigualdad de género Desigualdad estructural y mental. La proclamación de leyes sin cambios de mentalidad, que permitan cambios de estructuras sociales, no sirve de nada.
La Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, lo ha recordado el día 25 de noviembre de este año con estas palabras: “Necesitamos educación en las escuelas que enseñe derechos humanos y respeto mutuo, y que inspire a las y a los jóvenes a ser líderes a favor de la igualdad. Necesitamos oportunidades económicas equitativas y acceso a la justicia para las mujeres. Necesitamos escuchar la opinión de las mujeres. Necesitamos más mujeres en la política, la policía y el mantenimiento de la paz”.
Paquita Reche. mnsda