Dice una frase de Fray Guillermo de Baskerville, el protagonista del libro “El Nombre de la Rosa ”: «Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia, y a veces en lugar de la propia.»
Me he acordado de esta frase al leer con horror una noticia que creía surrealista pero que, por desgracia, es hoy ya historia: la publicación ugandesa “Rolling Stone” (con solamente 2 meses de antigüedad), ha comenzado a publicar una lista de los 100 homosexuales más prominentes del país, sus fotos, contactos y direcciones. Junto a esta lista, hay un editorial que dice taxativamente “colgadlos”. Sobran las palabras.
La moral victoriana británica, que históricamente influyó en los códigos civiles de muchas zonas coloniales, sigue dejando su impronta en el cuerpo legal de este país, que sigue declarando ilegal cualquier ejercicio de la homosexualidad. Muchos de los legisladores y políticos del país quieren que esta situación continúe, argumentando que la homosexualidad es contraria a las culturas africanas. En el afán de imponer este peculiar punto de vista, se equipara el término “tabú” o “pecado” con el término “crimen” y he ahí el enemigo público número uno: el homosexual que sin duda intentará “seducir” a los más jóvenes, equiparando también en la misma frase la pederastia con la homosexualidad.
Ya se han comenzado a sentir las consecuencias de tan puritanos activistas: de los 100 nombres que han prometido publicar, los primeros 15 ya han aparecido. Se pueden imaginar el clima de terror en el que han vivido estas personas, algunas de las cuales han sido ya atacadas por sus vecinos o por conocidos al ver su nombre o su foto en el periódico. Es una caza de brujas en toda regla que, hasta el momento, parece que cuenta con la aprobación tácita de las autoridades, ya que no están haciendo nada ni para secuestrar la publicación ni para proteger el honor o la integridad física de los acusados.
Reconozco que la homosexualidad no es un tema que ni me atraiga ni me interese, pero ante circunstancias así, soy de la misma opinión del Arzobispo y Nobel de la Paz Desmond Tutu cuando dijo que ya estaba bien de demonizar tanto en África a un colectivo cuyas actividades se quedan en la intimidad de un dormitorio. En un país donde la corrupción hace prácticamente imposible que haya una sanidad o una educación de calidad, donde, tal como han expresado miembros de la administración, hay políticos que consultan a hechiceros (estos últimos a veces sospechosos de sacrificios humanos) con tal de perpetuarse en el poder, donde hay todavía miles de víctimas de un sangriento conflicto armado en el Norte del país y donde decenas de niñas son violadas cada día por profesores y maestros sin escrúpulos y pierden la oportunidad de continuar sus estudios… parece curioso que sea la homosexualidad el problema “number one” del ranking de los males de este país.
Qué chivo expiatorio más apropiado: expongamos los muchos y variados males que causan los homosexuales a la sociedad, para así no tener que hablar de tanta porquería social, política y económica que se barre convenientemente debajo de la alfombra de la prístina e impecable moral. La perfecta moral de una sociedad hipócrita, corrupta e intransigente.
original en : http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php