Cocaína exprés, (segunda parte), por Rafael Muñoz Abad

3/07/2015 | Bitácora africana

Me pregunta un amigo si en unas vacaciones en Gambia verá leones y jirafas… !y masáis dando brincos¡ le respondo mientras el té se derrama. Mi asombro le sorprende. Sí, Banjul podría ser un buen destino como primera experiencia para el viajero que desee acercarse al Africa negra. Está cerca de Canarias y dado lo reducido de su geografía, unos días son suficientes para ver lo poco que hay. ¿Barato? No, ni de cerca. Tampoco esperen contemplar la gran fauna africana más allá de aves, monos e insectos jurásicos. Gambia es un invento. Algo artificial encajado en el Africa francófona.

El angosto país está gobernado por el estereotipo de tirano africano. Yahya Jammeh, cuyos lazos con el crimen organizado y el integrismo nigeriano son peligrosamente discretos. Un homófobo en el que los oscuros intereses saudíes del wahhabismo, raíz conservadora del Islam, ven una entrada al Africa occidental. Fuera de la Commonwealth, su renta depende del poco turismo que pueda recibir y de los frutos secos. ¿Pero es segura Gambia? Sí, dentro de lo lógico y en mi opinión, sí que lo es. Banjul dista de ser Lagos y la gente apenas te molesta. La sensación de seguridad es palpable.

Robert, un británico establecido allí, afirma que Gambia es poco conocida y su cara B inesperada. Motivo el primero, que la convierte conjuntamente con Cabo Verde y Senegal en una escala ideal para la droga que, procedente de Sudamérica, cruza el atlántico hasta el narco-estado de Guinea Bissau. The Economist estima que desde el 2008 más de diez toneladas de cocaína han circulado con éxito entre Bissau y Canarias.

Mientras su líder promulga un seguimiento conservador del Corán, clamando con decapitar homosexuales y perseguir las drogas, las evidencias de estar en la trastienda del tráfico de narcóticos son denunciadas por la diáspora gambiana. Curiosamente Jammeh figura en algún cable de wikileaks donde [este] informaba al embajador de los EEUU, que rechazó 3 millones de dólares mensuales procedente de los narcos, a cambio de permitir usar el aeropuerto de Banjul como escala para los vuelos de la droga. ¿Por qué Washington tiene una embajada gigantesca en un país tan poco representativo? El que firma, con un viaje tuvo y si quieren mi opinión, mejor vayan a Senegal como primera experiencia africana.

CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.

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Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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