Clinton, Kagame y el M23 de Congo

27/07/2012 | Opinión

El reciente curso de los acontecimientos en la República Democrática del Congo ha reunido a políticos africanos y occidentales, con intereses compartidos, probablemente en circunstancias y de maneras no convencionales.

Estos encuentros comenzaron con los amotinados del M23 que desertaron de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo, y comenzaron a atacar la provincia del Kivu Norte, en el este de la RDC, desde sus posiciones cercanas a la frontera ugandesa.

Aunque la rebelión del M23 sólo cobró impulso a finales de junio y principios de julio, los preparativos para la guerra habían comenzado mucho antes.

Eso explica cómo el grupo de Expertos de la ONU en la República Democrática del Congo pudo recopilar tantas pruebas que implicaban a Ruanda, y que incluyeron en su informe.

Como recordaremos, esta implicación ha sido categóricamente negada por todos los representantes y altos funcionarios de Ruanda, incluido el propio Paul Kagame en varias ocasiones, la ministra de Exteriores, Louise Mushikiwabo, y embajadores.

Reuniones con un propósito

Entonces tuvo lugar la cumbre de la Planificación Familiar en Londres, el 11 de julio. ¿Fue una coincidencia o algo sospechosamente orquestado mucho antes del evento?

Entre los participantes que ocuparon el centro de la escena estaban Yoweri Museveni, de Uganda, Paul Kagame, de Ruanda y Jakaya Kikwete, de Tanzania.

¿Son sus respectivos países los mejores modelos del mundo en planificación familiar?

No soy un especialista en la materia. Puede que alguien que tenga más conocimientos pueda responder a esa pregunta.

Pero lo que yo puedo argumentar con conocimiento de causa es que estos tres países están todos muy cerca de la región focal, las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, en el este del Congo, donde una grave rebelión llamada M23 ha iniciado una guerra contra la autoridad de Kinshasa; y que la zona de que hablamos es rica en diversidad de minerales.

En la misma semana, más exactamente al día siguiente, el 12 de julio, el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton y el presidente de Ruanda, Paul Kagame, tenían previsto hablar en otra conferencia, en la universidad de Oxford. ¿Es otra coincidencia?

Después de que se hicieran públicas las pruebas de que Kigali está implicada en el M23, Paul Kagame cada vez tiene más dificultades para negarlo.

Suráfrica, a través de la señora M E Nkoana-Mashabane, ministra de Relaciones Internacionales y de Cooperación, había pedido que la comunidad internacional enviase a Ruanda un mensaje serio, incluso sugirió sanciones contra el país.

Lo siguiente que escuchamos es que Bill Clinton está en Suráfrica. Nelson Mandela celebra su 94 cumpleaños el 18 de julio. Y nos dicen que el ex presidente de Estados Unidos asistirá a las celebraciones.

¿Sigue siendo una coincidencia que esté en un país cuya postura en el continente podría haber cambiado el curso de los acontecimientos en la región de los Grandes Lagos, durante tantos años, si la estabilidad y la paz hubieran sido prioridades para las poblaciones locales y la comunidad internacional?

En los siguientes días, el ex presidente de Estados Unidos viajó a Ruanda y a Uganda, probablemente finalizando las últimas etapas de cómo deben evolucionar las cosas con respecto al este del Congo y la rebelión del M23.

Sin chantaje, pero persiste un plan a largo plazo

Durante muchos años, las compañías internacionales se han beneficiado de la inestabilidad en la República Democrática del Congo. Paul Kagame y Yoweri Museveni también han saqueado continuamente los recursos del país, a través de una red de milicias armadas repartidas por todo el este del Congo.

Ha habido una historia oficial que se ha vendido sucesivamente a la opinión general que dice que el genocidio de Ruanda de abril de 1994 fue un fracaso de la comunidad internacional a la hora de proteger las vidas en peligro.

Y por esa razón hay puntos de vista, particularmente entre los expertos occidentales y agencias de ayuda extranjeras, que afirman que el apoyo incondicional a Ruanda durante estos últimos 18 años es una consecuencia de su sentimiento de culpabilidad.

O están negando, o no conocen todo, o quieren engañar a aquellos de entre el público general, que ignoran lo que ha estado ocurriendo en realidad.

Pero la verdad es otra. Creo que ni Bill Clinton ni Tony Blair, y sus subsecuentes sucesores en Estados Unidos y Reino Unido, han estado siempre o están siendo chantajeados por Paul Kagame.

Existe un poderosa realidad que muchos entre el público general ignoran o han estado mintiendo sobre ella. Peter Erlinder, como abogado de la defensa, demostró ante el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, [ICTR – por sus siglas en inglés] que si el movimiento rebelde de Kagame de 1994 hubiera querido detener el genocidio, lo habría hecho con facilidad, debido a su superioridad militar frente al ejército ruandés del momento.

Si el genocidio de 1994 no hubiera ocurrido tal y como ocurrió, no hubiera cambiado la influencia geoestratégica en la región, pasando de Francia y Bélgica a Gran Bretaña y Estados Unidos.

Los altos cargos estadounidenses sabían que si el ex presidente de Ruanda Habyarimana iba a ser asesinado por el Frente Patriótico Ruandés de Paul Kagame, habría un genocidio como el que había ocurrido unos 7 meses antes en el vecino Burundi, ciertamente orquestado por los mismos estrategas, éste, cuando el presidente electo, Melchior Ndadaye, fue asesinado.

En enero de 1994, tres meses antes del 6 de abril, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, su delegación de Ruanda, produjo un informe que predecía que habría entre 300.000 y 500.000 muertes, si Habyarimana era asesinado.

Sus predicciones resultaron superadas ampliamente. Siendo conscientes de este resultado potencial, y dejando a Paul Kagame seguir adelante con el asesinato de Habyarimana, ¿no significa esto que había un plan para cambiar las cosas en la región?

Así que, nunca ha habido un chantaje, pero el encubrimiento continúa hasta nuestros días. Y todavía sigue muriendo gente, mientras el plan se sigue llevando a cabo.

En julio de 2012, el plan que comenzó al final de la Guerra Fría, cuando las zonas de influencia por todo el mundo, y particularmente en África, tenían que ser redistribuidas, todavía está siendo implementado.

Las fuerzas de paz de la ONU, del lado de los causantes de los problemas

Según los parlamentarios locales del Kivu Norte, mientras escribo esta nota, el M23 ocupa un territorio del tamaño de Ruanda.

Los parlamentarios de Kivu sospechan de la MONUSCO, que ha estado en la región desde hace más de una década, pero su ineficacia contra todas las milicias armadas del este del Congo cuenta una historia diferente a la de su misión oficial de estabilización de la región.

Su papel no parece diferente al de su entidad hermana de la ONU, MINUAR, con el general canadiense Romeo Antonius Dallaire, que durante el 93 y 94, facilitó la infiltración de armas del FPR [entonces un grupo rebelde] a la capital ruandesa, Kigali.

También está la última pieza del puzle, que fue tramada en Addis Abeba, en la Cumbre de la Unión Africana este mes de julio: una fuerza internacional, entre Ruanda y la República Democrática del Congo.

Pequeños gestos de los normalmente incondicionales de Kigali pueden mostrar que algo está cambiando. Pero son demasiado tímidos para tener un impacto sobre las ambiciones de los protagonistas.

A pesar de las diversas voces, incluidas las de personalidades como Paul Rusesabagina, la inspiración de la película Hotel Ruanda, pueden continuar haciendo un llamamiento a estos líderes africanos e internacionales, que parecen cegados por su codicia, frente a millones de vidas perdidas por su culpa, a menos que los supervivientes congoleños, ruandeses y burundeses afectados se unan para enfrentarse a estos líderes y sus maquiavélicas estrategias, el número de víctimas solo continuará aumentando.

Blog The Rising Continent – Lions on the move

21 de julio de 2012.

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