“Ciclos” de la vida

20/07/2009 | Crónicas y reportajes

Cuando la turista finlandesa Petra Haapio visitó Chipata por primera vez, vio a cientos de ciclistas, tanto hombres como mujeres, entrando en el pueblo a una velocidad vertiginosa. “Pensé que era un rally injusto, en el que competían hombres y mujeres para conseguir premios en la misma categoría”, afirmó.

“Después, alguien me explicó que era algo cotidiano en el lugar”. Y así es. Excepcionalmente, en Zambia las bicicletas se han convertido en un bien muy importante para la mayoría de las familias de Chipata, al proporcionarles la manera de ganarse la vida decentemente y una excelente forma de vivir.

Conocida como el “Fuerte Jameson” durante la época colonial, “la ciudad de las bicicletas” de Chipata está a 550 km al este de la capital, Lusaka, y a 20 km al oeste del vecino, Malaui. Desde la independencia de Zambia en 1964, la ciudad se ha convertido en un bullicio de actividad centrado en la agricultura.

Pero sin embargo tiene una red de carreteras deplorable. A parte de la carretera de alquitrán Umodzi, sólo hay un tramo de 1,5 km, también de alquitrán, que sale de la carretera hasta Kapata, que es el mercado principal.

Y, a diferencia de otras partes del país, en las que la topografía está llena de barro, el clima de Chipata permite que el suelo esté bien para ir en bicicleta.

La historia de Chipata está unida a las bicis de una manera o de otra. El pueblo tiene la fábrica más grande de bicicletas del país, “la Industria de Bicicletas Luangwa”.

Uno de los productos más asequibles de la fábrica, la Bicicleta Eagle, se ha ganado la confianza de la población, hecho que la ha convertido en la bicicleta que han elegido los residentes de Chipata.

Así que, con tan sólo unos pocos trabajos no manuales en Chipata, la mayoría de las personas se dedican a la agricultura y utilizan sus bicicletas para pasar por las paupérrimas carreteras y así llevar su cosecha al mercado.

Los residentes también han convertido sus bicicletas en taxis. A diferencia de Lusaka, Livingstone y Ndola, donde la población depende sobre todo de los taxis y los autobuses, en Chipata los autobuses públicos han sido relegados a rutas por los barrios urbanos, mientras que a los taxis únicamente se les considera como una segunda opción, casi siempre cuando no hay disponible ningún ciclista.

Por lo tanto, aunque algunos se levanten al alba, los ciclistas de Chipata ya están hiperactivos en ese momento, ya que han empezado a una hora tan temprana como las 4 am, y tienen sus bicicletas cargadas de cestas llenas de verduras, frutas y otros productos de la tierra.

Algunos ciclistas recorren más de 100 km por día, para ir a zonas muy alejadas. A las 5 pm, acaba su jornada laboral hasta el día siguiente.

“Es un bien y la fuente de ingresos de mi familia”, afirma Yandikani Phiri, padre de tres niños. “Si no se cuida y se mantiene en un buen estado, mi vida y la de mi familia sería muy difícil”.

James Ngulube ha contratado a tres jóvenes para que conduzcan sus “bicicletas taxis”, ganando para él cerca de 200.000 kwacha [unos 1.000 euros]. “Algunos días incluso se puede llegar a ganar más que eso”, dice el sonriente hombre de 40 años.

Los residentes de Chipata modifican sus bicicletas según el objetivo. La que se utiliza para llevar gente tiene una cesta confortable que sustituye a la original, y unos pedales que sobresalen de cada lado de la parte de atrás, en los que los pasajeros pueden apoyar los pies.

Las bicicletas para llevar mercancía poseen cestas gigantes y las ruedas delanteras están más reforzadas con más radios.

Los propietarios las tratan con un amor fraternal, como a las mascotas. Y se espera que las mujeres realicen la tarea complementaria de asegurar que los niños no toquen las bicicletas, a menos que sea para beneficio de la familia.

La fuerte dependencia de las bicicletas ha creado una pasión incontenible por tener una, sea como sea. El robo de bicicletas está muy extendido en Chipata y el hecho de perder una es una experiencia devastadora.

Incluso las personas más comprensivas a las que les han robado sus bicicletas, se han visto empujados a que un ng’anga (sangoma, o hechicero) haga algo.

Así que el pueblo de Chipata crece al ritmo del estatus de la ciudad, pero el número de bicicletas parece que está haciendo lo mismo. El miedo es que pronto superen el número de habitantes.

Por Sylvester Mwale

Sylvester Mwale es estudiante de periodismo y colaborador del periódico The Times of Zambia.

Fuente: Mail & Guardian Online. Publicado el 14 de julio de 2009.

Traducido por Patricia Herrero Pinilla, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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