A pesar de que Nigeria ha negado las acusaciones de Donald Trump de atentar contra la libertad religiosa de los cristianos, el gobierno estadounidense ha amenazado con poner al país en la lista de «países de especial preocupación». Al mismo tiempo, Nigeria ha argumentado que la libertad religiosa no ha sido puesta en duda en Nigeria, y los cristianos “tienen libertad de practicar su fe en todo el país”.
El ministro de Asuntos Exteriores de China, como aliado estratégico de Nigeria, ha señalado su posición en contra de que un país pueda utilizar “la religión y los derechos humanos como excusa para interferir y amenazar a la nación de África Occidental con sanciones y el uso de la fuerza”. China considera que la amenaza de intervención estadounidense no debe producirse, pues Nigeria debe ser capaz de poder gestionar sus propios conflictos internos sin miedo a la interferencia de otros Estados.
Tras estas intervenciones por parte de EE. UU. en los asuntos africanos, así como la amenaza de entrar en Venezuela para impedir supuestamente el aumento de carteles de drogas, el canciller chino alegó que su país “apoya los esfuerzos para combatir los delitos transfronterizos mediante la cooperación internacional” y además “se opone al uso o la amenaza de uso de la fuerza en las relaciones internacionales”, señalando que la ayuda no debe ser mediante la intervención extranjera y menos sin la aprobación del propio país en el que van a interferir.
Nigeria, que cuenta con una mayoría de la población musulmana en el norte y una mayoría cristiana en el sur, lleva años sufriendo el terrorismo de Boko Haram, un grupo islamista, cuya intención es establecer un estado islámico en el noreste del país, que ha sembrado el terror, el caos y el hambre entre el conjunto de la población nigeriana, provocando numerosos desplazamientos durante décadas. A este se suma una gran presencia de bandidos, que se confunden y amalgaman con los grupos terroristas, y un conflicto étnico entre sociedades agricultoras y ganaderas, sobre todo por la posesión de recursos como el agua y los pastos, que “en ocasiones, ha provocado violentos enfrentamientos entre agricultores mayoritariamente cristianos y pastores mayoritariamente musulmanes”. Toda esta violencia es sufrida por la ciudadanía, que en algunas localidades no se atreve a salir de sus hogares, ya sea para ir al colegio, para trabajar o vender y comprar, pero sin significarse como un conflicto religioso.
Fuentes: AllAfrica – Arise News
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