Para los memoriosos (y para los no, a modo de recordatorio), hace un año y medio secuestraban a más de 200 niñas de un colegio en el remoto pueblo de Chibok, en el olvidado noreste de Nigeria, territorio azotado por la insurgencia islamista de Boko Haram, grupo hace pocos meses declarado provincia del temible Estado Islámico (ISIS/Daesh). La noticia contribuyó sobremanera a ubicar a este pueblo en un mapa, pero hoy es muy probable que sea imposible localizarlo, la memoria colectiva funciona a corto plazo, y más con temáticas sobre África. Pero la violencia y los secuestros de Boko Haram no se han esfumado, sí las noticias. Al contrario, el pasado 10 de octubre el grupo atacó en Chibok y mató, al menos, a cuatro personas, además de destruir numerosos hogares. Estos ataques son típicos de la modalidad del grupo. Montan motocicletas, descienden de las mismas y comienzan a disparar contra todo lo que se les interponga. Si hay sobrevivientes, secuestran a mujeres y niños para esclavizarlos. Sin embargo, esta noticia quedó pequeña frente a lo ocurrido en Ankara, en el peor atentado de la historia de Turquía. Dos bombas dejaron 128 muertos en una masiva marcha por la paz. Las autoridades turcas han responsabilizado al Estado Islámico e identificaron a los dos agresores, uno perteneciente a una célula turca aliada al mismo y otro miembro del Daesh. El ISIS, pese a ser intensamente atacado en Siria, por medio de agentes o en forma directa, siembra el terror en áreas distantes entre sí como Nigeria y Turquía. Por caso, un grupo de personas, entrenado por el ISIS, fue detenido in fraganti en el metro de Moscú, a poco de atentar.
Volviendo a Nigeria, unos días atrás una de las niñas que logró escapar y fue rescatada por pastores fulani, reveló que las secuestradas han sido desplazadas a la región del lagoChad, un área estratégica en donde se libran combates contra el grupo y donde éste comenzó a atacar temprano este año. Boko Haram ha convertido el área en una región en guerra. Por su testimonio, se supo que muchas se han enfermado, otras han sido obligadas a casarse con los jefes, asimismo violadas y embarazadas, y las de un tercer grupo fueron asesinadas al negarse a convertirse al Islam. Se especula con que las niñas de Chibok han sido reubicadas en diferentes campos del grupo terrorista y en diversas comunidades de la región, fronteriza con Nigeria. Puntualmente, del campamento del cual escapó la niña, quedan 59 reclusas más, según indicó ella.
Todos los días, aunque ahora sin hashtags visibles como el otrora #BringBackOurGirls (que portaroon, entre otros, Michelle Obama y la joven activista pakistaní Malala), padres y familiares de las raptadas se manifiestan en las calles esperando una respuesta que los ayude a localizar y rescatar a sus hijas. El año pasado varios murieron por culpa del stress de lidiar con tan traumática situación.
Mientras tanto, la Cámara de Representantes propuso un equipo especial de seguridad con la misión del rescate de las niñas, si bien los padres de las secuestradas no han sido notificados. Varios legisladores se mostraron escépticos ante la posibilidad de emprender este proyecto y con la incertidumbre de conocer si cumplirá su meta. En otro orden de cosas, muchos de éstos puntualizaron la necesidad de que el presidente Buhari no reniegue y postergue la prioridad asumida en el rescate de las secuestradas. El mandatario afirmó en la 70ª sesión de la Asamblea de Naciones Unidas que la liberación de las mismas es una prioridad gubernamental. Amnistía Internacional estima que 20.000 personas han muerto a causa de Boko Haram,desde que inició la revuelta contra el gobierno, en 2009. El 70% de las iglesias en los tres principales Estados de su principal área de accionar fueron destruidas. El asumido en mayo Buhari, un militar y ex presidente de facto a comienzos de los 80, en su campaña electoral impuso un plazo para acabar con el aliado regional del ISIS. Pero si la ayuda internacional y la visibilidad del peligro islamista son tenues, no puede generar demasiada expectativa con un Ejército deficiente y corrupto. En resumen, es un problema que llegó para quedarse y la principal víctima, como siempre, es la población civil.