Esta mañana, mientras concelebraba la Eucaristía en la catedral de Rumbek, fallecía de un ataque al corazón César Mazzolari, obispo comboniano de Rumbek en el Sur de Sudán.
No quisiera dejar pasar esta ocasión sin mencionarlo en nuestro blog, ya que fue una persona incansable, con gran amor por su pueblo de Sudán. Se metió en todos los líos posibles y removió Roma con Santiago con tal de encontrar financiación para sus prioridades pastorales y de desarrollo: montó una red de escuelas y de dispensarios que es hoy la envidia de muchas otras regiones en el Sur Sudán.
César fue un misionero apasionado, a veces incluso temerario en su actuar. Lo llegué a ver conduciendo a un huésped de Italia en un Land Rover en medio de un bombardeo, tan tranquilo como si estuviera de excursión. Consiguió muchos apoyos de organizaciones y de individuales para la diócesis de Rumbek, un territorio vastísimo de 58,000 kilómetros cuadrados con grandes desafíos sociales y con necesidades casi indescriptibles.
Durante la guerra civil que asoló el Sudán hasta el año 2005, César siguió al pie del cañón… intentó que a pesar de los bombardeos y los peligros de ataques armados, las misiones, escuelas y centros de salud bajo su autoridad siguieran funcionando porque eran precisamente los más pobres los que más necesitaban el cuidado y los servicios sociales de la Iglesia.
En una de las entrevistas que concedió recientemente a la televisión italiana y cuando se le preguntó sobre el tema, Mazzolari manifestó su deseo de poder pasar los últimos años de su vida y morir en Sudán. Lo veía como parte de su entrega vital a las personas de su diócesis. Ahora, cuando le quedaba menos de un año para presentar su renuncia ante el Vaticano, el destino ha querido que se vean cumplidos sus deseos.
Descanse en paz un pastor intrépido y un hombre lleno de compasión para con su sufrido pueblo.
Original en En Clave de África