Los Misioneros de África (Padres Blancos) y las Hermanas de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas), celebrarán en 2019, el 150 Aniversario de su Fundación, por el Cardenal Charles Lavigerie, en Argelia.
Los orígenes:
Lavigerie, obispo de Nancy, desde el 10 de mayo 1863, fue propuesto como obispo de Argel. En 1865 se encontró en Paris, con un sacerdote italiano Daniele Comboni, misionero en Sudan oriental. Este, en 1864 había escrito un documento: “Piano per la rigerazione del África”, el más importante de la misionología del siglo XIX, donde llegó a la conclusión de que la evangelización de África no se podrá realizar más que por los autóctonos. Eso le hace afirmar el principio de la “regeneración de África por África misma”, que tanto inspiraría a Lavigerie.
Lavigerie, mientras continuaba con su cátedra en la Sorbona, asumió la dirección de la “Obra de las Escuelas de Oriente”, fundada en 1854 para sostener las congregaciones religiosas establecidas en el impero Otomano, en Egipto, Siria y Constantinopla.
El 15 de mayo de 1867, Mons. Charles Lavigerie era recibido como arzobispo de Argel. Un año más tarde se creó un vicariato apostólico que se extendiera hasta el Sahara y el Sudan occidental, bajo su responsabilidad.
A su llegada a Argel, la diócesis contaba con un seminario mayor y un menor, 187 parroquias, 273 sacerdotes diocesanos, 57 sacerdotes religiosos, 70 hermanos y 800 religiosas que se ocupaban de escuelas, dispensarios, orfelinatos y hospitales.
En 1867, el cólera, llegado de Oriente, hizo estragos en la población y cerca de 90.000 personas murieron. A finales de aquel año, unas 20.000 personas murieron de hambre.
Las catástrofes de cólera, el hambre y los huérfanos, en Argelia, condicionaron sus tres Fundaciones, afirma el historiador Joseph Mercui. Los Orfelinatos fueron creados en 1868 por Mons. Lavigerie.
Defendió el derecho a la enseñanza de la religión en las escuelas comunales. Esto le llevó a una tensión con las autoridades locales. Quería resucitar la antigua Iglesia de África, con sus florecientes comunidades cristianas en África del Norte. Buscaba reencontrar la fe de los antepasados, escribe F. Renault.
El noviciado comenzó el 19 de octubre de 1868 con quince novicios. Lavigerie aprobó la “Sociedad de Misioneros de Nuestra Señora” el 2 de febrero 1869.
Ese mismo año fundó los dos Institutos, con el nombre d: “Hermanos y Hermanas de Misiones Extranjeras”.
Lavigerie encargó la formación espiritual al jesuita: François Terrasse, muy apreciado por el Cardenal y los novicios. Con el “todo a todos” de S. Pablo en el apostolado, se insistía en: el espíritu de familia, la obediencia, la vida comunitaria, el voto de castidad y una vida espiritual profunda.
Quedaban pues dos Institutos Misioneros: Los Misioneros de África y las Hermanas de N. S. de África. En 1874, el número de misioneros llegaba a 79, con 13 Hermanos. Para Lavigerie también, el futuro de la Iglesia africana residía en los africanos-as.
Cuando ya existían siempre las religiones tradicionales africanas, y el cristianismo desde los primeros siglos en Egipto, el islam se introdujo en África del norte a partir del siglo XI, tras la instalación de familias de marabús. Lavigerie era consciente de que esta región fue en otros tiempos cristiana, y vio Argelia como la puerta de entrada a toda África.
La primera caravana de misioneros, de Lavigerie, hacia el Sudan, se puso en ruta el 14 de enero de 1876, guiada por los tuaregs, quienes luego los asesinaron en el Sahara. La segunda caravana en 1881, también corrió la misma suerte en el desierto.
Siguieron las caravanas hacia África central, pero esta vez por las costas de África oriental y los territorios de los Grandes Lagos Africanos. La primera caravana partió de Argel para Marsella en febrero de 1878, formada por diez misioneros y tomó rumbo hacia la isla de Zanzíbar y seguidamente a Tabora, donde cinco compañeros debían partir para Buganda y cinco para Tanganica. Solo llegaron a su destino el 17 de febrero de 1879. Este día se sigue celebrando en Entebbe, Uganda.
Lavigerie insistió siempre en conocer bien la lengua y cultura de la gente, en la necesidad de vivir cerca del pueblo y de colaborar con sus líderes, conscientes de que ellos son los responsables. Nuestra fe cristiana nos anima a vivir siempre abiertos a todo lo que es bueno y verdadero en la sociedad y a empoderar a las personas para construir unas relaciones más justas y solidarias, y para construir un mundo más humano y equitativo.
Desde Vat.II somos más conscientes de que nuestro Dios ya estaba manifestándose y cuidando a los pueblos africanos, como lo vemos a través de la Historia de sus Pueblos, y de las religiones tradicionales africanas.
Lavigerie, recibía informes regulares de sus misioneros en el África subsahariana y era consciente de la más cruel esclavitud y tráfico de personas, causado sobre todo por los gobiernos europeos, que esclavizaban a millones de hombres y mujeres africanas, para venderlas como esclavos en las plantaciones de América Lantina. “África se desangra por todos sus poros”, exclamaba Lavigerie.
Las dos rutas de tráfico de esclavos eran: la Transatlántica y la de África oriental, por las cuales más de 25 millones de personas fueron esclavizadas por los poderosos. Para intentar parar esta tortura, Lavigerie lanzó su “campaña antiesclavista”, por todos los gobiernos europeos. Así comprendemos como su pasión por la dignidad humana, el diálogo, el conocimiento del Evangelio, y el desarrollo integral y sostenible, se convirtieron en el centro de su Misión.
Actualidad:
Los nuevos logros de la ciencia y de la tecnología, nos maravillan cada día, particularmente en los ámbitos de la salud, la educación, la comunicación y el desarrollo industrial y científico.
Hoy, tenemos todos los medios a nuestra disposición, para solucionar los grandes retos de la Humanidad, como: el hambre, el empobrecimiento, la falta de alimentos, falta de educación, de medicamentos, la violencia, etc. ¿Por qué, no lo estamos consiguiendo?
Debemos reconocer que las nuevas formas de esclavitud actual son incluso más crueles y globales que las anteriores, debido al poder financiero, militar y tecnológico de tantos gobiernos y multinacionales, para los que el ser humano no cuenta en absoluto.
Las más graves injusticias y abusos de la dignidad humana se llevan a cabo en plena luz del día y con total impunidad. El trato que la UE esta negando a los refugiados africanos, es tan solo un nuevo síntoma de que nos estamos deshumanizando rápidamente. Esta preocupación y compromiso por un mundo más justo y solidario, como lo afirma continuamente el papa Francisco, deben ser parte integral de nuestra Misión.
Nos indigna profundamente, el constatar diariamente, cómo los poderosos gobiernos y multinacionales, tanto extranjeras como africanas, siguen imponiendo nuevas y feroces formas de esclavitud a los pueblos africanos, como:
– El aumento escandaloso de inversión militar, hasta el 80% en muchos países, (España).
– El despilfarro y corrupción de millones de euros. África pierde 150.000 millones al año, según UNECA.
– El control migratorio de la UE, que invierte 230 billones de euros, en dicho control, en vez de invertirlos en crear oportunidades en los países de origen.
– El acaparamiento de tierras, impune y atroz. Los países africanos pierden entre el 18% y el 57% de sus tierras, en manos de los inversores despiadados, extranjeros y africanos.
– La expropiación cruel de los recursos minerales, en la región de los Grandes Lagos, de donde sale el 80% del coltán y gran cantidad de otros minerales raros.
– Tales expropiaciones violentas, siguen causando millones de refugiados. En la región de los Grandes Lagos hay más de 12.9 millones de desplazados. UNCTAD.
– El empobrecimiento, el hambre, las enfermedades, la violencia, no están causadas por la naturaleza, sino por el egoísmo, la ambición despiadada de tantos poderosos deshumanizados, y la pasividad de la sociedad.
– El tráfico de personas sigue impune en el mundo, sobre todo en los países donde son más vulnerables: Las mujeres, las niñas y los menores están especialmente expuestos a tales fragrantes abusos, como en la región de Kivu (RDC).
– El tráfico de drogas, armas y minerales, causa horrible sufrimiento y muerte de inocentes en todas las partes del mundo.
Como afirma el papa Francisco: “Nunca el ser humano tuvo tanto poder y medios en sus manos para solucionar los grandes retos del mundo. Pero la verdad es que el ser humano de hoy no esta capacitado para ejercer su poder con responsabilidad y gestionar los recursos con equidad, porque su desarrollo humano y espiritual no ha crecido a mismo ritmo que su crecimiento tecnológico.” (L.S. 106)
Este es nuestro drama y al mismo tiempo, nuestro compromiso: trabajar, a través de una educación más integral y holística y a través de una economía más colaborativa, ecológica y sostenible, poder promover juntos, con líderes más íntegros y responsables, el bien común, para que todos puedan vivir con dignidad.
Mientras que muchas personas no ven salida y pierden esperanza, tanto los economistas más prestigiosos del momento, (Jeffrey Sachs, Paul Krugman, Jean Tirole…) como los líderes auténticos, de la talla de Nelson Mandela o el Papa Francisco, nos indican el camino claro y concreto y un nuevo paradigma, en el que el ser humano por fin , con toda su dignidad, llegue a ser el centro de toda política económica y de todos los presupuestos y planes de la sociedad, que debe tomar esta responsabilidad en su propias manos, sin dejarlo en manos de los políticos, gobiernos o multinacionales, que ni quieren ni saben cómo hacerlo. Ver: “Agenda 2030” sobre los Objetivos del Desarrollo Sostenible, y “Alegría del Evangelio” (nº. 203)
Futuro de la Misión
Lavigerie insistió sobre tres dimensiones que me parecen relevantes para el mundo de hoy y para el futuro de la Misión cristiana.
– Promover la dignidad humana para superar toda clase de esclavitud,
“Toda crueldad contra otro ser humano rompe mi corazón”, exclamaba Lavigerie. Las violentas esclavitudes impuestas durante tantos años sobre tantos millones de hombres y mujeres africanas, no solamente constituyen una de las más vergonzosas acciones y planes diabólicos de los gobiernos europeos, sino que también han dejado en la conciencia de los pueblos africanos unas cicatrices que todavía no acaban de curarse.
– Potenciar una educación ética y holística de todo el ser humano, para ser solidario.
Lavigerie siempre insistió en que los misioneros-as deben conocer y respetar las otras culturas y religiones, particularmente la musulmana, por su presencia en África. Cultivar siempre un diálogo respetuoso y una colaboración sincera, con todos los creyentes, en los proyectos de educación sanidad, reconciliación y desarrollo sostenible, de cada Sociedad. Nuestra Sociedad misionera siempre ha cultivado un compromiso por la educación integral. La regeneración profunda de los pueblos surgirá: de una Fe cristiana profunda, de una educación integral en los valores humanos y éticos, y de un compromiso colaborativo por el Bien Común.
– Profundizar la Fe cristiana que crea fraternidad, hace justicia y fomenta un desarrollo sostenible para todos.
Lavigerie desarrolló su capacidad de aprecio y de diálogo con todos los valores de cada pueblo, tribu o cultura, para colaborar juntos por el Bien Común. Siempre nos invitaba a superar toda clase de ideología y de fundamentalismo, que tanto parecen abundar en nuestra Sociedad actual.
Apreciamos con gratitud a tantos grupos y Congregaciones cristianas que cultivan este conocimiento de la fe musulmana, buscando siempre una colaboración en respeto para promover unas relaciones más fraternas entre todos los pueblos, especialmente los africanos.
Somos conscientes de que este espíritu de fe y fidelidad ha llevado a muchos hermanos y hermanas africanos, hasta el más alto grado de amor, dando su propia vida por los demás, en diferentes formas de martirio. Los testigos de esta Bondad y fidelidad hasta el final, tanto en diversas Instituciones Misioneras, como en innumerables familias cristianas, profesionales responsables (Denis Mukwege, Nadia Murad, etc.) y tantos testigos laicos, como los catequistas, son innumerables en todos los países africanos, como: Argelia, Uganda, la RDC, Ruanda, Burundi. Etc.
Esta Iglesia, todavía “clerical”, debe saber discernir los signos de los tiempos, y alegrarse de que ha llegado la hora de que los laicos tomen su plena responsabilidad. El fin de esta era clerical, puede significar el nacimiento de Familias cristianas, donde las mujeres y los jóvenes particularmente, lleven la mayor responsabilidad, como fue en el principio. Estas nuevas comunidades cristianas se centrarán más en la calidad de vida, relaciones y compromiso por el bien común, basadas, ante todo, no en los ritos y sacrificios, sino en la amistad con el Señor y en el cuidado de los demás.
Lázaro Bustince Sola M.Afr.
Director de África Fundación Sur
[Fundación Sur]
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