Cassée, que quiere decir ‘Rota’ en francés (el idioma que dejaron los franceses en Senegal, su excolonia), es una chica especial. Senegalesa de nacimiento, con genes visualmente africanos pero de costumbres toubab (nombre que se da a los blancos en Senegal). Fue encontrada en una de las calles de Saint-Louis (una ciudad costera del norte de Senegal) por una cooperante española cuando no tendría más de un mes. Los niños le decían “¡quédate al perrito, quédate al perrito, llévalo a casa y dale de comer!”. La muchacha no pudo obviar toda la ternura que le inspiraba aquel minúsculo animal de colita rota y finalmente decidió llevárselo a casa. Esto ocurrió hace dos años y aún hoy son compañeras de aventuras.
A Cassée le encanta subirse al asiento delantero del coche para hacer compañía a su camarada, empero haya ya otra persona ocupando ese sitio… Llora cuando se separa de ella. Le gustan las personas, saludar a los niños, jugar con ellos y entrar por toda puerta que se le ponga por delante. Sin embargo, Cassée “toubabisada” es diferente a la gran mayoría de los perros senegaleses. En este país los perros, así como los gatos, son asociados a las enfermedades como la tiña de modo que no se suben a los coches, no son acariciados y no se les deja entrar a los sitios. Para prevenir que cojan esta enfermedad les cortan una parte de las orejas y desde pequeños los niños, que más tarde serán adultos, aprenden que estos animales deben estar lo más lejos posible, de modo que cuando están cercan incluso les pegan o les tiran piedras. Así que Cassée no puede hacer siempre lo que le gusta. Salvo con aquellos amigos cercanos que ya la conocen y saben que esta cuidada y sana y que no les hará nada.
Esta relación con unos animales que para nosotros, los occidentales, son compañeros de vida y que incluso para las asociaciones defensoras de los animales se considerará maltrato animal, se debe a cuestiones de higiene y de salud pero también se ha venido desarrollando cierta superstición en torno a la presencia de los perros. En relación a la fertilidad se dice que en una casa con perros no hay niños. Asimismo, debido a que Senegal es un país donde el 80% de la población es musulmana y donde la vida está muy bien organizada en torno a la religión, según las creencias se considera que un perro sirve sólo para proteger, ayudar a cuidar al ganado o como cazador. Hay senegaleses que cuentan que al profeta Mohamed le mordió un perro y que por ello es un animal “malo”. También se dice que cuando hay perros no entran ángeles en casa.
A Cassée le gusta saltarse las normas establecidas, intenta una y otra vez que las cosas se hagan a su manera pero no es fácil. Cassée tiene dificultades para subirse a los taxis y hay veces que su compañera ha tenido que presenciar como Cassée recibe pedradas de los niños que intentan asustarla y en cierta manera la desprecian. ¿Serían aquellos mismos niños que hace dos años pidieron que el perrito tuviera un hogar y se le diera de comer? Aunque no todos los chiquillos la tratan así. Hay quienes la observan curiosos.
Come comida de perro toubab, duerme en su confortable camita de perro toubab, da paseos con correa como buena perra toubab, está vacunada, recibe baños con champú, tiene collar antipulgas y es desinfectada cuando se hace necesario. Es una chica especial. Cassée la senegalesa, quien de pequeña adquirió su nombre no sólo por su colita rota sino porque rompía todo lo que encontraba a su paso, hace gala de su nombre rompiendo hoy con los cánones sociales de su tierra.
Original en: Cuentos para Julia
