La ciudad de Palma, en el norte de Mozambique, está en manos de los yihadistas. Al menos 60 extranjeros, entre ellos británicos, franceses, irlandeses, neocelandeses, sudafricanos y portugueses, están muertos, heridos o desaparecidos en el noreste del país tras una operación terrorista. Fuentes de seguridad estiman que las víctimas ascienden a 2.000 entre civiles y militares.

Siete extranjeros fueron ejecutados, el miércoles 24 de marzo, cuando trataban de huir de un hotel donde se habían refugiado en la ciudad de Palma, en la provincia de Cabo Delgado, cuando centenares de militantes yihadistas iniciaron una ofensiva, que, cinco días después, aún no ha finalizado. Todavía queda gente encerrada en el hotel sin rescatar. Se desconoce si están vivos o muertos porque las comunicaciones están cortadas.

Francia y Sudáfrica analizan enviar fuerzas especiales para salvar a los que aún se esconden en el lugar. Todos trabajaban en Afungi, una plataforma de gas de la empresa francesa Total, que acababa de abrir, al creer que la insurgencia islamista se había replegado.

En un comunicado en Telegram, el Estado Islámico anunció este lunes “haber tomado el control de la ciudad de Palma”. El grupo declaró "haber tenido como objetivo instalaciones militares y cuarteles generales del gobierno. Anunciamos la toma de control de la ciudad y la muerte de decenas de militares del ejército de Mozambique y de cristianos, entre ellos ciudadanos de los Estados Cruzados”.

El ataque islamista se inició el miércoles por tres flancos sobre Palma. Atacaron negocios, bancos e instalaciones militares. Los contratistas extranjeros se refugiaron en el Hotel Amarula Palma Lodge, donde vivían los que trabajaban en la planta de gas y los contratistas.

Las compañías de seguridad contratadas por Total trataron de salvar a los trabajadores. El primer rescate fue lanzado por helicópteros sudafricanos de Dyck Advisory Group, con mercenarios de ese país, que estaban a cargo de la seguridad de la planta y del área. Pero los combatientes del ISIS les dispararon y la operación quedó trunca por falta de logística y munición. Sólo 25 personas lograron huir. Los refugiados restantes quedaron a merced del ISIS.

Human Right Watch aseguró que testigos describen “cuerpos en las calles y residentes huyendo mientras los combatientes disparan indiscriminadamente sobre las personas y los edificios”.

Los militares de Mozambique fueron completamente desbordados y no podían lidiar con sus heridos y muertos. Palma quedó destruida y arrasada por el ataque. Algunos extranjeros consiguieron huir durante la noche del hotel a la playa, donde fueron rescatados por barcos de locales que los trasladaron a Pemba. Otros huyeron hacia la selva. Las primeras muertes de expatriados, desde que comenzó la insurgencia hace cuatro años en el norte de Mozambique, han alarmado a los gobiernos occidentales y han ejercido presión sobre el presidente Filipi Nyusi.

Los insurgentes islamistas en Mozambique están activos en la provincia de Cabo Delgado desde el 2017, pero los ataques se volvieron más brutales el año pasado. Estos tres años de insurgencia, según la ONU, se han cobrado 2.600 vidas y han desplazado a 670.000 personas.

María Laura Avignolo

Fuente: Clarín

[Traducción y Edición, Isabel Garrido Celada]

[Fundación Sur]

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