Butembo, la ciudad congoleña donde salen vocaciones de debajo de las piedras, por José carlos Rodríguez Soto

8/04/2010 | Bitácora africana

Por si tenía alguna duda de que África es el continente donde crece más el número de católicos y de vocaciones el mes pasado volví a comprobarlo en Butembo, una ciudad del Este de la República Democrática del Congo que roza los 600.000 habitantes. Castigada duramente por la guerra que asoló buena parte del país de 1998 a 2003, aún persiste una inseguridad de esas que los expertos califican como “de baja intensidad” y que se nota todas las tardes cuando llegan las siete y las calles empiezan a vaciarse a ritmo acelerado. El domingo, para ir a misa de seis y media de la mañana en cualquiera de sus ocho parroquias, conviene ir media hora antes si se quiere encontrar un asiento desde donde participar en las dos o tres horas que dura la animada liturgia.

En la diócesis de Butembo hay unos 200 sacerdotes diocesanos y un largo número de religiosos pertenecientes a unas 20 congregaciones: asuncionistas (los fundadores de la iglesia local), carmelitas, Santa Faz, combonianos, combonianas, canosianos, benedictinos, Sagrada Familia, oblatos, Compañía de María, y un largo etcétera. Cuando el lunes entro en un aula donde se imparten clases de espiritualidad en un centro inter -congregacional para novicios y novicias y veo a 50 risueños jóvenes seguir atentamente la clase del día, mi acompañante –el comboniano madrileño Juan Antonio Fraile que ejerce aquí parte de su docencia- se excusa diciendo: “Hoy hay pocos, es que faltan los 17 novicios de los asuncionistas que están de ejercicios”. El padre Juan Antonio me explica que en todas las parroquias hay grupos de orientación vocacional donde numerosos jóvenes de ambos sexos maduran su elección de vida.

Esa misma tarde visito al obispo de Butembo, Melquisedec Sekuli, y cuando le pregunto por la razón por la que su diócesis tiene tantas vocaciones, me contesta sin dudarlo: “Es el fruto del trabajo de los misioneros, y también de los catequistas ugandeses que evangelizaron esta zona. Todos ellos encontraron un buen terreno que ha recibido la palabra que en su día predicaron”. Para monseñor Sekuli, este florecimiento vocacional se debe también a la seriedad con que las parroquias siguen los distintos movimientos apostólicos: “La mayor parte de nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas proceden de grupos como la Legión de María, los Scouts católicos o las Cruzadas Eucarísticas”. También la presencia de la Iglesia durante los peores años de la guerra ha tenido su influencia: “Fueron unos años muy duros, durante los que ejercimos una verdadera resistencia pacífica estando al lado del pueblo que sufría”.

Cuando visito lugares como este no puedo evitar comparar y pensar en cómo están las cosas en la Iglesia en los países del mundo desarrollado, donde el descenso de vocaciones podría explicarse por muchas razones: el desprestigio que sufre la Iglesia salpicada de escándalos, la secularización de la sociedad, la cultura del materialismo y el hedonismo, la baja de la natalidad y muchos otros factores. Pero tampoco en África todo el monte es orégano y conozco bastantes lugares del continente donde los domingos uno sólo se encuentra en misa con unos pocos niños y pare usted de contar, así como diócesis donde después de muchos años de trabajo evangelizador apenas hay uno o dos sacerdotes locales. En Butembo se dan cita varias circunstancias que pueden explicar por que salen sacerdotes y religiosos/as hasta de debajo de las piedras: además de las razones aducidas por monseñor Sekuli existe también una cultura tradicional que da mucha importancia a la familia. Sus habitantes, los Nande, valoran mucho el trabajo y el espíritu emprendedor, su cultura tradicional está fuertemente impregnada de religiosidad, y su Iglesia ha tenido obispos ejemplares (como el desaparecido Emmanuel Kataliko, a quien los militares ruandeses hicieron la vida imposible). Seguramente me deje más razones en el tintero. Sólo pasé tres días en Butembo y ojalá hubieran sido 30.

Autor

  • (Madrid, 1960). Ex-Sacerdote Misionero Comboniano. Es licenciado en Teología (Kampala, Uganda) y en Periodismo (Universidad Complutense).

    Ha trabajado en Uganda de 1984 a 1987 y desde 1991, todos estos 17 años, los ha pasado en Acholiland (norte de Uganda), siempre en tiempo de guerra. Ha participado activamente en conversaciones de mediación con las guerrillas del norte de Uganda y en comisiones de Justicia y Paz. Actualmente trabaja para caritas

    Entre sus cargos periodísticos columnista de la publicación semanal Ugandan Observer , director de la revista Leadership, trabajó en la ONGD Red Deporte y Cooperación

    Actualmente escribe en el blog "En clave de África" y trabaja para Nciones Unidas en la República Centroafricana

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