Burundi, dónde hacer jogging puede ser un crimen

26/06/2014 | Crónicas y reportajes

Se rumorea que el presidente de Burundi, gran amante del fútbol, se plantea un tercer mandato a pesar del límite máximo de dos mandatos que marca la constitución actual. Este es uno de los factores que están contribuyendo a las crecientes tensiones en el país, donde ahora parece que hacer jogging por la mañana podría dar lugar a una pena de cadena perpetua.

El viaje desde Bujumbura, el pasado sábado, me ofreció una imagen que permanecerá en mi retina durante mucho tiempo.

Fue justo después del amanecer y estábamos subiendo desde el lago Tanganica, hacia el altiplano del interior. El camino escarpado describía curvas a uno y otro lado. De vez en cuando, a mi izquierda, una cortina de plataneros y acacias y las colinas y los valles se alejaban de nosotros hasta el horizonte boscoso.

Pero lo que vi a mi derecha fue lo que me deslumbró.

Oprimidos entre la estrecha carretera y el lateral de la colina, una larga fila de gente de Bujumbura corría arriba y arriba.

Algunos iban en grupos, otros solos. La mayoría eran hombres jóvenes. Pero también vi un hombre y una mujer de mediana edad y generosa circunferencia, corriendo juntos y cogidos de la mano.

La tradición de correr los sábados por la mañana se inició durante los largos años de conflictos étnicos en Burundi. Así sucedió en la ciudad de Bujumbura donde la gente trató de expresar su miedo y su frustración corriendo, a menudo, en grupo. Los últimos estertores de la guerra terminaron en 2005, con 300.000 muertos de entre una población de ocho millones. Entonces, ya nadie subía corriendo esas colinas ya que ese era el lugar donde las milicias, ahora hombres del gobierno, se escondían.

Pero este sábado por la mañana me quedé perplejo al ver a algunos jóvenes, corriendo juntos, en grupo. Fue una sorpresa, ya que en marzo, el presidente del país, Pierre Nkurunziza, decretó que esa práctica debía ser prohibida. Temía que estuviera siendo usada como una tapadera para actos subversivos.

De hecho, algunas personas ya están desde hace tiempo en la cárcel, en parte, a causa de hacer jogging en grupo. Son los miembros de la oposición, Movimiento para la Solidaridad y la Democracia (MSD) condenados a penas de cárcel que van desde los cinco años hasta la cadena perpetua.

El presidente, de 49 años de edad, es un entusiasta de los juegos de equipo, en particular del fútbol. Tiene su propio lugar en el Hallelujah FC, para quien juega como delantero y a menudo marca goles.

Yo ya sabía de los gustos del presidente por el fútbol y un día mientras conducía, con mis colegas, de regreso de una entrevista en la ciudad de repente un policía y un soldado comenzaron a agitar sus manos frenéticamente delante de nosotros indicándonos que saliéramos de la carretera.

Momentos más tarde, aparecía, por la carretera, la policía, una docena de hombres vestidos de camuflaje azul, armados y dispuestos en la parte trasera de una camioneta. Después el ejército, otra docena de hombres vestidos de camuflaje verde con rifles y un soldado sujetando una enorme ametralladora. A continuación, una gran cantidad de coches cuatro por cuatro con los cristales tintados y después todavía más ejército y policía.

Le pregunté al periodista local que estaba conmigo de donde venía el presidente. De su partido de fútbol de por la tarde, me respondió.

Ese sábado, yo intentaba visitar otro de los lugares donde al presidente le gusta jugar al fútbol. Un estadio que ha sido construido por su pueblo natal, en el noreste del país.

Algunas horas después de dejar Bujumbura, doblamos una curva y nos tropezamos con un campo de un tamaño colosal.

Desgraciadamente, los guardias no nos dejaron entrar al estadio, a pesar del pase que les mostramos, expedido por la propia oficina del presidente.

Mientras charlábamos con los soldados, pasó por nuestro lado, por la empinada carretera, un grupo de chicos. Iban vestidos con harapos, con las cabezas inclinadas bajo el peso de enormes fardos de caña de azúcar. Me imagino que tenían siete u ocho años de edad, pero podrían haber tenido más.

Burundi ocupa el segundo lugar del mundo, detrás de Afganistán, en desnutrición crónica infantil. Esto, en una nación que, como ya habíamos visto en nuestro viaje a través del país, es lo suficientemente fértil para ser autosuficiente en temas de alimentación.

Pero también es una tierra arrasada por la corrupción. Burundi siempre aparece en los primeros puestos de todos los principales índices mundiales de corrupción.

Mientras conducíamos de regreso a Bujumbura, una y otra vez fuimos detenidos por policías que nos hacían bajar del coche, antes de ver nuestras cámaras y micrófonos y decidir que, tal vez, no teníamos demasiadas preguntas que responder.

A mitad de nuestro sinuoso descenso hacia Bujumbura, con el sol a punto de hundirse en el lago Tanganika, adelantamos a un corredor solitario, haciendo jogging por la colina. Era un hombre con barba gris, chándal de pantalón largo, los ojos fijos en el frente y sus manos boxeando con su propia sombra.

[Fuente: in2eastafrica.net-Fundación Sur]

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