Burundi: ¡Alto a un tercer mandato!

2/03/2015 | Opinión

También en Burundi 2015 es un año electoral: en mayo se celebrarán las elecciones locales y legislativas y en junio las presidenciales. La proximidad de las elecciones y, sobre todo, la indisimulada pretensión del actual presidente, Pierre NKURUNZIZA, de optar, contra lo previsto en la Constitución votada en referéndum el 28 de febrero de 2005, por un tercer mandato, están generando crecientes tensiones en un mapa sociopolítico ya de por sí cargado de endémicos conflictos. El acuerdo de Arusha de 2000 (“Acuerdo por la Paz y Reconciliación en Burundi”), logrado tras años de trágicos enfrentamientos violentos, trató de resolverlos mediante equilibrios, un tanto artificiosos y voluntaristas a mi entender, en el reparto del poder: fijación de cuotas de hutu, tutsi y twa en la administración pública, en las fuerzas de seguridad, en la Asamblea/Senado. Estos acuerdos, que han estado en la base de cierta estabilidad durante el decenio que acaba y que de algún modo han constituido una referencia y un marco no violento de cohabitación de diferencias, empiezan a descoserse; algunos temen que el descosido puede ser total y definitivo.

El Foro por la Conciencia y el Desarrollo (FOCODE) acaba de activar el 26 de febrero la campaña “Halte au 3ème mandat!” (que se recoge en el título de este escrito).Han lanzado un llamamiento a todos los ciudadanos burundeses para que protesten y se manifiesten contra la candidatura del Sr. Nkurunziza. Las organizaciones de la sociedad civil que se agrupan en Focode han tratado de disuadir al presidente en su pretensión de optar por un tercer mandato. Uno no puede menos que recordar la rebelión ciudadana en el mismo sentido que obligó a huir de Burkina-Faso al presidente Campoaré y las tumultuosas manifestaciones en la RD Congo contra similares propósitos de Joseph Kabila. No parece que algo parecido pueda suceder en el vecino Ruanda, donde también la Constitución cierra la posibilidad de un nuevo mandato del actual presidente Paul Kagame; el absoluto control de la sociedad civil y de cualquier veleidad opositora, hace por el contrario que periódicamente aparezcan en los medios de comunicación de Kigali apoyos “espontáneos” reclamando que se modifique la constitución para que el señor Kagame siga en el poder.

La reivindicación de la exclusión del actual presidente burundés en el inminente proceso electoral ha sido un factor que al parecer ha aglutinado a muy diversos sectores políticos y sociales de Burundi. Esta reivindicación de “¡ALTO AL TERCER MANDATO!” significa la cristalización o condensación de muchas frustraciones. Las disensiones en el corazón mismo del partido (el CNDD-FDD, Consejo nacional por la defensa de la democracia-Fuerzas de defensa de la democracia) que progresivamente ha ido monopolizando el poder desde 2005 son evidentes. El 13 de febrero, el general Godefroid NIYOMBARE, jefe de los Servicios secretos (SNR-Servicio nacional de información) y pieza clave en el entramado del poder, redactó un informe secreto (que intencionadamente, sin duda, se filtró) en el que, sugería y aconsejaba que el presidente Nkurunziza no debía presentarse como candidato. El general Niyombare fue inmediatamente destituido y sustituido por otro general, Ntakarutimana, especialmente fiel al presidente. Otros altos cargos han sido también eliminados de sus puestos por mostrarse contrarios o tibios ante las pretensiones de continuidad del presidente. Las purgas en los aparatos del Estado son una realidad, y una amenaza para los que se muestren titubeantes. El poder trata de cortar por lo sano cualquier disidencia.

El 19 de febrero se produjo un hecho especialmente ilustrativo del clima de hartazgo, desconfianza y descontento de la sociedad burundesa: miles de ciudadanos – una marea humana, según la prensa – desafiaron la prohibición y se manifestaron festivamente contra el gobierno. Motivo: celebrar la liberación de Bob BURUKIRA, periodista, director de Radio Pública Africana (RPA). Este periodista, cuyas emisiones – por independientes y veraces – son seguidas mayoritariamente, llevaba varias semanas en la cárcel. Su crimen, haber investigado sobre el salvaje asesinato de tres religiosas italianas (Lucia, Olga, Bernadette) en septiembre de 2014 en Kamenge, en la periferia de Bujumbura. Fueron violadas y degolladas. La policía detuvo a un “desequilibrado” como responsable de los asesinatos; versión que nadie creyó. En una de las emisiones, Burukira entrevistó a un miembro del comando asesino, quien confesó en la radio que Alphonse Nshimirimana, personaje próximo al presidente, fue el organizador de la operación. Se corrió el rumor de que Bob Burukira iba a ser sacado de la cárcel, pero que en el trayecto hasta Bujumbura sería liquidado. Hubo muchos burundeses que pasaron la noche previa a la liberación en el entorno de la cárcel. Esta multitudinaria manifestación ciudadana en apoyo y solidaridad con un periodista corajudo, tras dirigirse al barrio de Kamenge donde las religiosas habían sido asesinadas, se convirtió en un desafío popular y en una advertencia al gobierno y a la presidencia en su aspiración de perpetuarse en el poder. El mensaje ha llegado a las altas esferas, ya que, el gobierno y el CNDD-FDD, han hecho un llamamiento a sus adeptos a “copar las calles”, a reclamar que Nkurunziza opte a un tercer mandato; en definitiva a dar réplica a la masiva manifestación crítica contra el gobierno del 19 de febrero.

Pero la respuesta desde el poder puede derivar en un nuevo endurecimiento del régimen y en un aumento de la violencia política. Precisamente en estos últimos días de febrero de 2015, HRW, ha alertado ante la serie de numerosas ejecuciones extrajudiciales que se han producido en Burundi; HRW cita los casos de 47 ejecuciones sumarias en CIBITOKE de prisioneros de un grupo armado que había penetrado en territorio burundés desde el Congo y de 9 fieles de un movimiento espiritualista asesinados en Businde.

Ramón Arozarena

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