Han pasado 38 años desde que Burkina Faso perdió a su líder revolucionario, Thomas Sankara, asesinado el 15 de octubre de 1987 durante un golpe de Estado que también costó la vida a 12 de sus compañeros. La operación, ejecutada en la sede del Consejo Nacional de la Revolución, fue dirigida por su antiguo aliado Blaise Compaoré, con apoyo externo, principalmente de Francia. El golpe puso fin a cuatro años de transformación del país. En ese breve periodo, Sankara convirtió a uno de los países más pobres del continente en un símbolo de soberanía, dignidad y autodeterminación. Conocido como el “Che Guevara africano”, lideró la revolución del 4 de agosto de 1983 y al año siguiente cambió el nombre del país, heredado del dominio colonial francés, de República del Alto Volta a Burkina Faso, que significa “la tierra de los hombres íntegros”.
Sankara promovió una ruptura con el neocolonialismo a través de profundas reformas en salud, educación y agricultura. Fomentó la producción local y dio ejemplo al vestir exclusivamente algodón fabricado en el país. Su política de autosuficiencia alimentaria y su rechazo a la deuda externa marcaron un punto de inflexión en la historia africana. En su célebre discurso ante la Unión Africana en Addis Abeba en 1987, denunció al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial como instrumentos del colonialismo. Meses después, sería asesinado.
Bajo el actual gobierno de Ibrahim Traoré, Burkina Faso ha inaugurado su primer memorial dedicado a Sankara, erigido en el mismo lugar donde fue ejecutado. El espacio incluye su mausoleo y se ha convertido en un símbolo de continuidad de su legado revolucionario. Luc Damiba, asesor del primer ministro y hermano de uno de los compañeros de Sankara, asegura que la actual administración busca retomar el proyecto interrumpido en 1987. “Traoré ha tomado la antorcha de la revolución y ha rehabilitado la memoria de Thomas Sankara”, afirmó.
Fuente: Peoples Dispatch
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