Burkina-Faso – Congo-Kinshasa. Calvario en un aeropuerto

26/04/2011 | Crónicas y reportajes

Acompañando a Kinshasa a las promesas de los “Potros” [Selección de fútbol de Burkina Faso] para disputar el partido de vuelta para la clasificación de los juegos olímpicos de Londres 1012, me he sorprendido al constatar ciertas ridiculeces del país de Kabila. Con la derrota y eliminación de los “Potros” hubo suficiente para concluir el viaje a Kinshasa sin ningún éxito. Pero otras situaciones hicieron empeorar el viaje de la expedición a la República Democrática del Congo. ¡Que viaje de vuelta!

Todo comenzó en el aeropuerto internacional de Kinshasa a la llegada de la delegación de Burkina Faso el 7 de abril pasado. Los “Potros” esperaban para subir a un autobús digno de ese nombre, como los que Burkina Faso utiliza para transportar a los equipos visitantes. Los futbolistas estaban fuera, en la entrada del vestíbulo.

¿Dónde está el autobús? Preguntábamos. El delegado de la Federación congoleña de fútbol que vino a recibir a la selección respondió: “Ahí está el autobús, allá, al fondo. Están inflando una rueda”. El delegado añadió: “Esto es como un avión; hay que tomar todas las precauciones”.

Dos minutos después, el afamado autobús avanza. Todos los miembros de la delegación abren los ojos alucinados. “¿este es al autobús? ¿Y esto es lo que dice que es como un avión?” Se pregunta un jugador. En efecto, el autobús es exactamente como el que transporta a las mujeres de la limpieza de Uagadugú. ¡Una docena de asientos para una delegación de 27 personas!

Los equipajes iban amontonados, unos iban sentados, otros de pié y el rugido del nombrado autobús era desgarrador cuando pasaba por las calles embarradas de la ciudad. ¿Así es la capital del Congo?, pregunta otro jugador.

Barrios de chabolas, caminos sucios, alcantarillas embozadas, los jóvenes jugadores estaban apesadumbrados y se preguntaban si realmente estaban en Kinshasa, la capital que alberga a 10 millones de almas de los 60 millones de habitantes que tiene la RDC.

Otro jugador sacó su propia conclusión: “Si así es como está Kinshasa, nuestro alcalde Simon Compaoré debe ser felicitado”. Lástima que la Federación Congoleña de Fútbol no ha sugerido a los jugadores otra salida por el centro de la ciudad que es más bello, así estos jóvenes tendrían otra percepción de la RDC antes de regresar, porqué también hay cosas bonitas que ver en Kinshasa.

Evitar comer en la calle.

Como constatación de los hechos, yendo hacia el hotel. Los cinco periodistas se separan del grupo para buscar un aposento. El primer día de estancia en un hotel en el centro de la ciudad nos da el punto de inflexión. Por unanimidad, todos deciden cambiar de hotel porque el anterior es viejo y decadente. Por indicación de un paisano burkinés residente a 2.000 kilómetros de Kinshasa del cual tenía su teléfono, finalmente somos bien alojados.

Vistas las condiciones de restauración de Kinshasa, el grupo de periodistas decidió ir a comer a un restaurante digno de ese nombre, no importaba el precio. Si el primer día visitamos un restaurante propiedad de un marfileño-burkinés de nombre Derra, tenemos, para el resto de nuestra estancia, que comer en el hotel. El día del partido, el 9 de abril, descubrimos que el Estadio de los Mártires estaba mal conservado.

¡Impensable para un gran país como la RDC! A pesar de todo, la RDC dio una paliza al equipo de Burkina sobre este campo. Había que regresar a Burkina Faso. Ya era el 11 de abril y en el mismo aeropuerto. Estamos en una completa oscuridad.

Hacía mucho calor, un calor húmedo. No hay electricidad en el aeropuerto. ¿Qué? Se indigna un pasajero. Es en este momento cuando me di cuenta que los cortes de energía eran más graves en la RDC que en Burkina.

Un congoleño me precisa: “En algunos barrios, los cortes pueden durar dos meses y medio”. Usted no está soñando. ¡Dos meses y medio! ¡Increíble!. Kinshasa es la capital de los grupos electrógenos y las linternas. Es por lo que un congoleño, que vive en Burkina, hizo como observación: “Si Burkina tuviera la décima parte del potencial de la RDC, sería el paraíso”.

Abuso de impuestos.

La Federación congoleña informa a la delegación burkinesa que cada uno de ellos debe pagar 50 dólares estadounidenses (alrededor de 23.000 Francos CFA) para poder embarcar en el avión. Ciertamente, la delegación deberá desembolsar 1.350 dólares USA para hacer honor a este afamado impuesto.

¿Por qué la gente no osa protestar?, “esto es así y es obligatorio para todos los pasajeros; igual pagan los embajadores que los ministros” nos responde un lugareño. Dada la falta de información me dirigí hacia la seguridad del aeropuerto.

Allí, un policía me aclara que los 50 dólares por pasajero sirven para costear la rehabilitación del aeropuerto de Kinshasa y que esta norma lleva en vigor dos años.

Muy rápido otros policías me rodean y les digo que es una mala decisión ya que la RDC, ella sola, podría alimentar a toda África si ella quisiera. No comprendo por qué hace falta cargar sobre los pasajeros la rehabilitación del aeropuerto.

Mejor aún, el pasajero no es informado hasta el día de su regreso. ¡Supongamos que vuelve a su casa sin un chavo!, Ante mi sorpresa y mi cólera uno de los agentes de seguridad me dice: “Señor usted es un mal hablado”.

Rápidamente uno de sus colegas le responde: “No. No es un mal hablado. Nos compadece. Tiene lástima de nosotros”. Se gira hacia mí para añadir: “Le comprendo señor, pero esto es lo que hay aquí”.

Trámites a la luz de antorchas.

Es el momento para los trámites. Creía que las penalidades para la delegación habían terminado. Pero no fue así. El descontrol es total en el vestíbulo. Por lo que se ve todo se hace manualmente en el aeropuerto. El escáner por el que pasan los equipajes está averiado. Y se puede leer en un aviso sobre el escáner: “Por favor, la máquina está averiada. El registro se hace manualmente”.

Con rapidez fotografío el aviso. Los “Potros” se organizan para supervisar los equipajes de la delegación mientras los registran a la luz de las antorchas. Le pregunto a una policía si no hay un grupo electrógeno en el aeropuerto. “¡Si!. Pero no entiendo nada” responde ella. “Igual que en la ciudad, no pasa nada” espeta un pasajero.

¡Aunque cobran 50 dólares desde hace dos años a cada uno de los miles de pasajeros que pasan al día por el aeropuerto de Kinshasa no se puede comprar un grupo electrógeno! Al finalizar los trámites, la alegría va reflejándose en la dicha de los pasajeros.

¡Uuff! Pero sin aire acondicionado. Todos estamos deseosos de entrar en el avión. ¡Listo! Felices de volver a Addis Abeba (Etiopía) y después a Uagadugú (Burkina Faso). ¡Qué vida! Hay que verlo para creerlo.

Y me viene a la memoria la expresión de un jugador que estaba visiblemente afectado por la faz que presentaba Kinshasa: “Cuando no sales de casa, no sabes lo bien que está Burkina Faso está”.

Alexandre Le Grand Rouamba

Publicado en Le Pays, Burkina Faso, el 18 de abril de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster