Botsuana: los pensionistas piensan en cómo llegar a fin de mes

15/07/2009 | Crónicas y reportajes

Cuando el gobierno de Botsuana introdujo las pensiones, hace unos años, se produjo un estallido de alegría. Nuestro reportero Dubani wa Dubani se ha tomado un tiempo para hablar con los pensionistas en el distrito de Kgatleng, para averiguar cómo logran sobrevivir en esto tiempos de dificultades.

John Thutlwe, de Lebotse Ward, en el distrito de Mochuci. 87 años.

“El dinero llega justo para comprar lo básico, como harina de maíz, té, azúcar y harina de pan. Las autoridades deberían considerar seriamente un aumento de la pensión, porque los precios parece que suben cada día. Creo que 500 pulas [unos 50 euros] haría las cosas mucho más fáciles, ya que le permitiría a uno ahorrar un poco para los malos tiempos”.

Talane Matlhaga, de Phalakaya, Cattle Post. 76 años.

“La idea de la pensión es una buena idea, pero el dinero es demasiado poco. Después de comprar las necesidades básicas se te acaba todo el dinero. Para nosotros, que vivimos en Cattle Post, es peor porque tenemos que gastar al menos 40 pulas [4 euros] en transporte para ir a Ramotlabaki, a comprar. Yo tengo suerte porque mis hijos me ayudan comprándome ropa y dándome algo de dinero de vez en cuando. Conozco a algunas personas que sólo dependen de la pensión y la vida es muy dura para ellos, especialmente si tienen niños de los que cuidar. Algunos de ellos están al borde de la pobreza absoluta, porque se ven obligados a vender su ganado y sus cabras para mantener a sus familias. Si tuviéramos al menos 600 pulas, estaríamos en una situación mucho mejor. Rezo para que los políticos escuchen nuestros llantos y actúen pronto, si no, muchos de nosotros moriremos de hambre”.

Galeboe Ditshwene, de Modisane, en Ward Mochuni. 88 años.

“Comprendemos que el gobierno está haciendo algo bueno, pero el dinero es inadecuado. Todo lo que permite cubrir son unas cuantas necesidades básicas, uno o dos artículos de aseo y la cuota de la sociedad de entierros. Algunas veces parece que el dinero nos mantiene con vida justo el tiempo necesario para que paguemos nuestros ataúdes. Si se pudiera aumentar la cantidad a al menos 500 pulas, entonces las cosas mejorarían para nosotros. Otra cosa dolorosa es que las autoridades se muestran reacias a ponernos en el programa de indigentes, simplemente porque tenemos hijos que están trabajando. Esto no es justo, porque esos chicos tienen que cuidar de sus propias familias también. En mi caso, comprendo que mis hijos no ganan lo suficiente como para repartir entre sus familias y yo. Los casos de gente con hijos que trabajan deberían ser analizados con detenimiento, para determinar si esos hijos están dispuestos o pueden ayudar a sus padres mayores. Asumir que los hijos cuiden de sus padres no es razonable, porque algunos hijos no pueden permitírselo y a otros, sencillamente, no les importa”.

Nnani Mary Rahube, de Moganetsi Ward, en Mochudi. 81 años.

“Es un gesto noble, pero el dinero es demasiado poco. No da ni para comprar lo necesario para el mes. Acabo de pedir prestado azúcar a un vecino porque el que yo compro con el dinero no siempre dura todo el mes. También tengo que pagar mi cuota de la sociedad de entierro de este dinero, y pagar la factura del agua. Es duro, los precios suben cada día. Uno necesita al menos 500 pulas para llegar a final de mes. Si me hubieran metido en el programa de indigentes las cosas me irían mucho mejor, pero los responsables dicen que no me meten porque mi hijo está dentro. No tiene sentido para mi, pero no hay nada que pueda hacer. Es una pena que esta gente no parezca comprender la situación”.

(The Voice, Botsuana, 15-07-09)

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