Botsuana es el orgullo de África

26/10/2009 | Opinión

Botsuana se mantiene firme contra la postura de la Unión Africana (UA) en relación con la acusación que la Corte Penal Internacional ha lanzado contra el presidente sudanés Omar al-Bashir. Parece ser que el vicepresidente de Botsuana, Momptai Merafhe, criticó a la UA por fallarle a África y a los africanos por no haber establecido bien sus prioridades. De esta manera, Merafhe deja claro que, si la UA no tiene claras sus prioridades, África nunca conseguirá una unidad funcional entre los países miembros y sus gentes.

El líder libio, Muammar Gaddafi, se encuentra entre los líderes africanos que no entienden cuáles son estas prioridades. De hecho, me resulta difícil encontrar coherente la política de Muammar Gaddafi. Su interés se centra en conseguir una África unida por el bien de dicha unidad en sí misma o, quizás, en que África se convierta en un poderoso enemigo unido que luche contra los países que obliguen a los líderes – como Gaddafi y Bashir – a oír lo que no quieren oír, incluso si a lo que quieren hacer oídos sordos constituye una seria violación de los derechos humanos.

Muammar Gaddafi parece dictar la Unión Africana. Así, por ejemplo, siempre se ha dicho que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, se opone a la acelerada África unida del señor Gaddafi. El vicepresidente de Botsuana, Merafhe parece estar de acuerdo con Museveni cuando dice: “La presidencia [de Gaddafi] no tiene ningún respeto por los procedimientos y procesos establecidos de la Unión Africana y esto puede deberse a su incendiario deseo de coaccionar a todo el mundo mediante el establecimiento prematuro de un gobierno de la Unión Africana” (declaración publicada en el periódico Sudan Tribune, el 7 de julio de 2009).

Gaddafi parece no entender los detalles técnicos que supone unificar un continente tan variopinto como África; tan solo quiere que los líderes africanos cumplan sus decisiones. Esta puede ser una de las razones por las que intenta defender al presidente sudanés Bashir de la Corte Penal Internacional, de modo que los líderes africanos lo respeten (a Gaddafi) al erigirse como su defensor. Gaddafi no entiende que un líder respetado es aquel que no infringe los derechos humanos y el estado de derecho, aquel que siempre está al lado de su pueblo frente a sus opresores.

Botsuana ha mostrado por sí misma ser el orgullo de África en lo que se refiere a buen gobierno y al respeto del estado de derecho, tal y como señala su vicepresidente: “A África aún le queda un largo camino que recorrer, hasta que todos sepamos apreciar lo que es la democracia, el estado de derecho, el respeto a los demás africanos y la dignidad de los demás,”.

El vicepresidente de Botsuana no se está refiriendo a teorías; está hablando de lo que su país lleva a la práctica. De todos es sabido que Botsuana ha mantenido durante años su puesto de entre los diez países menos corruptos de África. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos de esos países lo son por diferentes motivos, no necesariamente porque les caracterice un buen gobierno. De entre las diversas razones, se incluyen los valores religiosos, que nada tienen que ver con un buen gobierno y el respeto del estado de derecho. Sin embargo, en el caso de Botsuana se debe a las razones que el vicepresidente ha subrayado anteriormente.

Botsuana ha puesto claramente de manifiesto su buen gobierno al negarse que se la asociara con las atrocidades cometidas en Darfur bajo el liderazgo del presidente Bashir, a quien los líderes africanos apoyan ahora ciegamente contra la Corte Penal Internacional. Botsuana entiende que la ética es más importante que la ceguera de los políticos y, pese a que se trata de un país pequeño que no puede compararse con Libia o Sudán, eligió no someterse a la coacción de los dictadores. Botsuana, a diferencia de otros países africanos, eligió estar al lado de las víctimas inocentes de Darfur y en contra del presidente Bashir y su amigo Gaddafi. Y es que Botsuana trata a la gente de Darfur como fin en sí misma, no como medios para llegar a un fin, tal y como están haciendo muchos líderes africanos.

Líderes, como Jacob Zuma de Suráfrica, querían que los amantes de los derechos humanos estuvieran del lado de los surafricanos negros durante el apartheid, pero ahora se ha olvidado, en menos de veinte años, de la libertad de los surafricanos. Zuma no entiende que la gente de Darfur siente el mismo dolor que aquellos surafricanos que vivían bajo el gobierno opresivo del apartheid. Por tanto, hay algo entre los líderes africanos que no anda bien.

Nosotros, en el sur de Sudán, debemos aprender de la forma de gobierno de Botsuana. No debemos relacionarnos con surafricanos que olvidan fácilmente. Suráfrica consiguió ser el orgullo del continente africano bajo el liderazgo del antiguo presidente Nelson Mandela y el antiguo arzobispo Desmond Tutu, cuando predicaron que el perdón era más importante que la venganza. Mandela y Tutu comprendieron que la gente inocente seguía siendo siempre inocente, independientemente de si estaban de su lado o del de su enemigo. Botsuana es ahora quien entiende este principio, a diferencia de Suráfrica que ha perdido su punto de vista moral bajo la presidencia de Zuma. ¡Una lástima!

A menos que la Unión Africana aprenda del buen gobierno de Botsuana, continuará siendo un club de dictadores que no cuenta con ningún plan de desarrollo para África. Y es que la justicia no es una elección en un buen gobierno, es una obligación.

Por Zechariah Manyok Biar

Zechariah Manyok Biar es licenciado en la Universidad Cristiana de Abilene en Texas, EEUU. Está realizando un máster en humanidades en el ministerio cristiano y un máster en ciencias en trabajo social, en la especialidad de administración y planificación. Es colaborador asiduo de la página web The New Sudan Vision.

Publicado en Sudan Tribune, el 8 de julio de 2009.

Traducido por Ruth Zenaida Yuste Alonso para Fundación Sur

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