Botsuana: El rey del fútbol de pega

6/04/2009 | Crónicas y reportajes

En mis más salvajes sueños nunca pensé que iba a poseer un equipo de fútbol. Tengo 29 años, posiblemente en propietario de un equipo más joven del mundo. Y el más estresado de Botsuana, si no del mundo entero. No es ninguna broma dirigir un equipo. Pregunten a Jomo Sono, Patrice Motsepe y a Roman Abramovich.

Por supuesto, todavía estoy esperando convertirme en un hombre rico y poderoso como son ellos. Mi equipo no es más que de un fútbol social, que juega en una liga informal por aquí, conocida como “Sunday Times”, por el día en que juegan.

La liga “Sunday Times” ha cautivado a Botsuana por completo. Los partidos se organizan en su mayoría de palabra, y los equipos incluyen unos cuantos hombres mayores, pero la mayoría son jovencitos salvajes y malcriados, algunos hasta de 15 años.

Mi equipo, Industrial Super Stars, llamado así por la zona de chatarrería de Itekeng, donde viven la mayoría de los jugadores, llena de alcohólicos frustrados e incontrolables, sin ninguna formación futbolística de que alardear. La gente de mi grupo fue rechazada por otros clubs de fútbol de la liga Sunday Times.

En mi intento de parecerme a Motsepe*, tuve la oportunidad de nombrar y organizar un equipo. Pero encontrarles antes de cada partido me resulta más complicado, especialmente al final del mes. Después del día de cobro, el propietario del equipo debe soportar tener que ir de una tasca a otra en busca de sus jugadores.

Una de las cosas únicas sobre la Liga de fútbol Sunday Times es que las reglas normales y las regulaciones de fútbol son informales. Tan informales, que la mayoría de ellas no se aplican. Un jugador puede ser sustituido y volver a jugar más tarde, tantas veces como quiera. Un árbitro se puede fumar un cigarrillo durante el partido. El árbitro también puede ser sustituido si un equipo piensa que está a favor de los oponentes. Cuando esto pasa, es probable que el árbitro exprese su desagrado por la decisión entregando la equipación del equipo que apoyaba, cuando fue objeto de los insultos.

Abundan entre los jugadores el alcohol y la dagga [hierba medicinal también llamada cola de león y hierba de la euforia] que utilizan con total abandono. Porque la mayoría de los jugadores están desempleados, especialmente en mi equipo, las pintas de chibuku, un brebaje tradicional, son un artículo común en los partidos.

A estos jugadores no les importa si los propietarios de los equipos y oficiales como yo están delante cuando fuman su dagga. Son muy groseros. De su boca sale veneno. No quieren que se les grite como hacen los entrenadores profesionales a sus jugadores. Estos amenazan con largarse a otra parte, y hay muchos sitios donde elegir entre las del fondo del barril de la liga.

En el peor de los escenarios amenazan con formar su propio equipo, que será dirigido y controlado por ellos mismos, sin tener que ser objeto de sermones sobre comportarse cívicamente. El peor malhablado te dirá en la carta que tú no eres su dueño y que sólo porque de vez en cuando les compras pintas de chibuku, eso no te hace mejor que ellos.

Alguna vea me han mandado a largarme a escribir mierda en el periódico, cuando he llamado al orden a uno de los jugadores. “Sólo porque escribes en un periódico no significa que puedas aleccionarnos sobre el buen comportamiento”, me han dicho incontables veces. Es un poco injusto porque otros propietarios de equipos, como Sono, Motsepe y Abramovich no reciben este tratamiento. Además, sólo porque el saldo de mi cuenta bancaria casi siempre gira en torno a cero, no significa que me merezca esta clase de trato, me digo a mi mismo.

Aunque no me muestran el respeto que merezco, el equipo está contento con utilizar el agua de mi casa para lavar sus equipaciones, que también custodio yo, algo que es una injusticia. La mitad del tiempo nadie escucha al entrenador. No quieren charlas de equipo. Sólo quieren alcohol y esa maloliente cosa verde.

Uno de los trabajadores del Industrial Super Stars es mi hermano menor. Un domingo hace poco, nosotros, los Mosikares fuimos acusados de haber secuestrado el equipo. A ello siguieron debates de borrachos. Se me ocurrió la idea de formar un equipo rival en el vecino barrio de Itekeng, el Itekeng Soccer Club, cuando me di cuenta de que la mayoría de mis jugadores actuales no estaban teniendo la oportunidad de demostrar su valía. Para explicárselo a una audiencia surafricana, digamos que si el Industrial Super Stars fuese un partido político sería el COPE; y el Itekeng Soccer Club sería el ANC.

Mi plan de división en dos se resquebrajó cuando a mediados de mes no tenía dinero para comprar las equipaciones del equipo. Así que uno de mis primos, que ahora está entre esos que me acusan a mí y a mi hermano de secuestrar el control, fue y compró las equipaciones en una de esas tiendas chinas. Es un material de pega que le ha costado menos de 250 rands (unos 33 euros).

Yo quería darle el dinero para que me dejaran volver a dirigir mi Industrial Super Star como yo quería, pero se negó. A veces, es muy difícil tratar con mi primo. En el campo, solo quiere que le sustituya cuando quiere fumar un cigarrillo.

A nuestra manera, el equipo somos como una familia unida. Y como todas las familias, discutimos. Casi nunca ganamos un partido, y cuando lo hacemos, los muchachos beben hasta desplomarse.

Oarabile Mosikare

Oarabile Mosikare es un reporter que trabaja para los periódicos Mmegi y Monitor. Vive en Francistown, Botsuana.

Artículo publicado en el periódico surafricano, Mail & Guardian, el 19 de marzo de 2009.

Fundación Sur

* Patrice Tlhopane MOTSEPE, es un exitoso empresario de minería de Suráfrica. Uno de los surafricanos más influyentes, que está en el puesto 503 de la lista de los hombres más ricos del mundo. Es un apasionado del fútbol y posee el Mamelodi Sundowns FC, uno de los mejores, si no el mejor, equipo del país, que ha obtenido numerosos títulos y premios.

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