Boko Haram y la oferta americana de “cooperación militar” con Nigeria

22/12/2011 | Opinión

En el mejor de los casos, los informes de medios atestiguando la presencia de unidades militares extranjeras en alguna jurisdicción nacional, debería causar una gran preocupación incluso consternación. La supuesta recomendación de “asistencia militar” (al régimen de Jonathan) a finales de noviembre, por un comité de la Cámara de Representantes estadounidense, supuestamente para ayudar a combatir la amenaza terrorista de Boko Haram, debería ser analizada abiertamente y no estar envuelta en el secretismo. Las razones pronto serán obvias aquí [en Nigeria].

Abrumado por los enormes desafíos a los que se enfrenta la nación, el presidente Jonathan y su mediocre régimen están confiando cada vez más en acciones represivas equivocadas, que seguro que causarán más conflictos y alienación al pueblo de nuestro país, que lleva mucho tiempo sufriendo. El poder judicial está bajo asedio a causa de la mala voluntad e interferencia del gobierno liderado por el partido PDP de Abuja. Los ataques a los medios independientes y periodistas son cada vez más descarados, incluso cuando el acoso orquestado a la oposición y los considerados enemigos políticos por el PDP está adquiriendo proporciones de lo más alarmantes. Los aliados de Jonathan en lugares como los estados de Benue y Akwa Ibom están perpetrando un reinado del terror con el presidente, la policía y otros cuerpos de seguridad, o apoyando tácitamente estos crímenes de los gobernadores anti-pueblo en esos lugares, o no haciendo nada para ayudar a poner fin a dichos crímenes. Y por si esto no fuera suficientemente preocupante, el país ahora debe enfrentarse a una acción potencialmente desestabilizadora, como se indica en el preocupante informe (publicado por Sahara Reporters, entre otras organizaciones de información) hará unas tres semanas, sobre el despliegue en el norte de Nigeria de “fuerzas especiales” americanas, a las órdenes de la administración Obama, cada día más impopular, supuestamente para combatir a la secta islámica, que lleva el curioso sobrenombre de Boko Haram. La embajada estadounidense en Nigeria ha ofrecido una negativa tibia y nada convincente de que las llamadas fuerzas especiales de su país hayan sido enviadas a Nigeria. Curiosamente, el régimen de Jonathan teóricamente no ha hecho ninguna declaración negando el supuesto despliegue. El régimen, hasta hoy, no ha negado tampoco los creíbles informes que sugieren que mercenarios israelíes también están trabajando para Jonathan. En cualquier caso, la negativa de la embajada estadounidense es significativamente irrelevante, teniendo en cuenta la dolorosa realidad de que la presencia del ejército y espionaje estadounidense en Nigeria ha aumentado dramáticamente en los últimos meses. Se dice que los mercenarios americanos están profundamente implicados en el dossier de Jonathan sobre Boko Haram.

Este asunto tan delicado y preocupante de combatientes extranjeros a sueldo en nuestro territorio, ya sea por decreto ejecutivo o legislativo del congreso, estos esfuerzos por parte de los americanos, una vez más, plantean serias dudas sobre el sentido del juicio de Jonathan y su idoneidad para el cargo que ocupa.

Con su historia de arrogancia y desdeño hacia los valores y los derechos de las poblaciones locales de los lugares donde han operado, como Irak o Afganistán, por ejemplo, las “fuerzas especiales” de Estados Unidos han dejado tras de sí un rastro nefasto de barbaries y atrocidades sin sentido –cuerpos horriblemente mutilados, destrucción sistemática de viviendas, tortura, acoso, interrogatorios degradantes e inquisitorios, etc- los cuales se hacen pasar caballerosamente como “daños colaterales”, por parte de los sucesivos regímenes americanos y sus complacientes amigos en los medios.

Esta clase de guerra contra el terror de Estados Unidos ha causado demasiadas víctimas inocentes, sociedades profundamente arruinadas y ha llevado a la degeneración de los estereotipos negativos de comunidades identificables y sus miembros. Los excesos asociados a las recientes intervenciones militares de Estados Unidos por todo el planeta deberían haber sido instados a una mayor sobriedad –debería darse un enfoque más propio de un estadista que busque mantener a raya a los entrometidos agentes del Tío Sam y otros aventureros extranjeros. El que Jonathan aparentemente haya optado por refugiarse precipitadamente en los brazos de nuestro potencial enemigo lo dice todo. Es un gesto particularmente equivocado y antipatriótico por parte de nuestro dizque presidente, de participar en lo que equivale a una abdicación, participando en los atolondrados planes de Obama, orientados a las elecciones. Al hacer esto, está poniendo en peligro invariablemente la estabilidad de la nación. Con Jonathan, MEND [Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger] y Boko Haram, no podrían haber tenido mejor aliado.

Este es un hombre que es paranoico, tan hipócrita y tan vengativo como su mentor y padrino, el ex tirano llamado Obasanjo, hasta el punto de que por lo menos seis meses después de las últimas elecciones, todavía está obsesionado con enemigos imaginarios que seguro que están al acecho en todos los rincones del Norte. Un presidente que ve “Goliats” cuando se despierta cada mañana, ha llegado, de manera instintiva, a asociar todos los excesos de Boko Haram con un complot de sus enemigos políticos, es decir, los norteños, para desacreditar su régimen, ¡haciendo que Nigeria sea ingobernable! Consciente o inconscientemente, Jonathan y la casta de compañeros irredentistas y provincialistas de su entorno ven la política nigeriana en términos maniqueos de “el bien contra el mal”, en el que la mayor parte del norte musulmán es percibido como territorio enemigo fundamentalmente opuesto al señor presidente y su autoridad que tanto trabajo le ha costado ganar. En gran medida, es esta clase de mentalidad sectaria, por parte del presidente y sus secuaces, la que llevado a tomar la infantil, pero peligrosa, decisión de tener más mercenarios americanos en suelo nigeriano, en este momento de nuestra historia. Es desconcertante que a pesar de las bombas que ha puesto MEND hasta el momento (Desde el Delta del Níger, hasta Lagos y Abuja) y la hecatombe que han dejado tras su firma de actos de desafío anarquista, Jonathan sigue intentando, en vano, absolver al autoproclamado grupo militante. Con Boko Haram, está en su mejor momento primordial y revanchista. El presidente, efectivamente, se ha negado a mantener un diálogo serio como opción para solucionar el problema Boko Haram. Ahora es evidente que hay muchos intereses creados, tanto nacionales como extranjeros, que se están beneficiando tremendamente de la precaria situación de seguridad en el norte, (financieramente, a través de una enorme cantidad de los llamados votos de seguridad y extorsión por la policía corrupta, el ejército, la SSS, etc.; para EEUU y otras entidades extranjeras, en forma de una mayor presencia militar y de espionaje, carta blanca para las necesidades petroleras de EEUU, etc.) hasta el punto de que no es probable que quieran un diálogo de ninguna clase a corto plazo.

La gente más negativamente afectada por la asesina insurgencia de Boko Haram parece unida en su búsqueda de medios pacíficos, como forma preferida para ayudar a salir del impasse de seguridad, cuya génesis es fácil de encontrar, en primera instancia, en el absentismo criminal de gobiernos irresponsables y anti-pueblo, a nivel local, estatal y federal. Y no olvidemos que la causa inmediata por la que se creó Boko Haram, en el camino de la violencia condenable y la venganza, fue lo que ellos percibieron como su persecución que culminó con los asesinatos extrajudiciales, hace unos años, de sus líderes y miembros en general, crímenes que todavía no han sido castigados hoy en día. Es más, hay un consenso en la mayor parte del Norte contra la presencia del ejército en Borno y los estados vecinos, precisamente por los graves abusos de los derechos humanos que se están cometiendo contra ciudadanos inocentes, por parte de los soldados destinados allá. Estos abusos incluyen, entre otros, violaciones, robos, torturas y actos de vandalismo deliberado e injustificado contra las propiedades de las personas. ¿Qué es lo que hace a Jonathan creer que los nigerianos, en las zonas afectadas, pondrán alfombra roja a los mercenarios americanos y sus señores políticos con un historial en derechos humanos que es escalofriantemente negativo? Es necesario también señalar que la lealtad primaria de los estadounidenses y los israelíes “amigos” de Jonathan es a los intereses extranjeros y no a los de Nigeria.

Una pregunta importante que viene a la mente con respecto a este escándalo del que se ha informado, el envío de más mercenarios estadounidenses a Nigeria, tiene que ver con la falta total de respeto por parte de Jonathan y su régimen por el pueblo de Nigeria y sus sensibilidades. Jonathan ni ha informado formalmente a la nación de esta desventura estadounidense en el corazón de nuestra tierra, ni ha definido qué autoridad moral o constitucional cree que tiene, que justifique el sometimiento irresponsable de nuestra soberanía a intereses mercenarios, que no puede decirse que coincidan con nuestras aspiraciones ni a corto ni a largo plazo. El total desprecio de Jonathan y su régimen por los intereses superiores de la nación es típico de una tiranía no representativa, cuya legitimidad es cuestionable, por decir lo mínimo, cuyos líderes piensan, aunque erróneamente, que su supervivencia política así como la protección de sus preocupaciones egoístas, están mejor atendidas por entidades del exterior, imbuidas de poderes increíbles de chantaje y coerción a través de intimidación y propaganda militar y diplomática. Al consentir la intervención mercenaria de los estadounidenses, Jonathan y su régimen han declarado invariablemente su intención de poner primero el Norte, y después el resto de Nigeria, bajo el dominio de una mafia reaccionaria liderada por el PDP, con un terrible complejo de inferioridad, vis a vis con los estadounidenses y otros occidentales en particular. Este desarrollo desalentador es inaceptable. Jonathan y su banda del PDP deben decir a los nigerianos sobre qué otras cosas están permitiendo que pongan las manos los americanos y otros representantes extranjeros, todo en el nombre de luchar contra Boko Haram.

Por supuesto, los estadounidenses parecen estar tomándose muy en serio su papel como intendentes en este plan de Jonathan/PDP de una rendición descarada e irresponsable de la soberanía nigeriana. Es inquietante que la información del despliegue de asesinos americanos (no son boy scouts) está yendo acompañada simultáneamente por una campaña mediática que está financiada por la embajada estadounidense en Abuja. Un diario nigeriano, con sede en Lagos, The Nation, ha sacado información sobre el embajador de EEUU en Nigeria aleccionando a Aso Rock (y a todo el país) sobre la forma pacífica de gestionar la cuestión Boko Haram. ¡Qué cínica puede llegar a ser esta gente de Obama! Es obvio que el embajador está primero y ante todo, comprometido con una maniobra de control de daños, lo más probable es por temor a la indignación, por no mencionar la reacción violenta que la historia sobre la intervención de mercenarios estadounidenses provocaría entre la población nigeriana, muy en el fondo.

El embajador McCulley y su jefe político en Washington saben que lo que están haciendo está mal, un terrible error que está destinado a causar desestabilización en nuestro país durante mucho tiempo. ¿Pero de verdad les importa? La línea de fondo es lo que les interesa. La pelota está en nuestro tejado. Guiémonos por la sabia admonición del ex jefe del ejército nigeriano, el general Victor Malu. Cuando un antiguo déspota doblegado, Obasanjo, una vez jugueteó con la idea de permitir a los estadounidenses una presencia sin restricciones, bajo el pretexto de que iban a entrenar a nuestros soldados para compromisos relacionados con la seguridad en África, el general Malu rechazó firmemente el regalo envenenado, insistiendo, con razón, en que los nigerianos son los que deberían enseñar sus conocimientos (y experiencia) a los americanos en materia de mantenimiento de paz y seguridad en África y no al revés. Por supuesto, este gesto patriótico le valió al general la expulsión pero su razonamiento había sido debidamente expuesto. Jonathan y su régimen deberían ser firmes y rechazar la oferta de “cooperación militar”, que supuestamente ha propuesto el congreso americano. Como ciudadanos, deberíamos condenar los excesos de Boko Haram. Pero también debemos rechazar enérgicamente la impunidad de Jonathan y especialmente su cada vez mayor y más inquietante recurso a la fuerza y a las intervenciones de militares mercenarios contra los que él cree que son sus enemigos, como es el caso del norte de Nigeria, y el estado de Bayelsa, respectivamente. Todo esto es aún más inquietante, sabiendo que el emperador Jonathan y sus acólitos parecen desesperados por imponer su demente plan de alargamiento [en el poder], también conocido como un solo mandato presidencial de 7 años. Fundamentalmente, el terror inspirado en Boko Haram nunca debe ser utilizado como una excusa conveniente para los designios del imperialismo estadounidense aquí [en Nigeria]. Ni tampoco debe ser empleado como pretexto fácil y pernicioso para los lamentables fallos de Jonathan y su régimen torpe y plagado de escándalos. Mediante sus actuaciones imprudentes, Jonathan está poniendo en peligro la democracia de Nigeria. Debe ser llamado al orden.

Aonduna Tondu

Se anima a los lectores a leer también el artículo del mismo autor “Why Nigerians Must Say No To America’s Meddling In Their Affairs”.

(Publicado en Sahara Reporters, el 6 de diciembre de 2011.)

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