Belleza y postizos

27/06/2014 | Opinión

Es miércoles por la tarde en Gaborone y mi cabello no está teniendo un buen día. Me dirijo al centro de la ciudad para que mi peluquera se encargue del problema, como cada mes. Pido un turno a mediados de semana deliberadamente, para evitar el caos de la peluquería típico de los fines de semana. Al ingresar apurada observo a cuatro bellas damas, TODAS ellas en plena aplicación de cabellos postizos. El rango de colores de las piezas es bastante diverso, desde negro brasilero hasta flequillos rubios. De repente me doy cuenta de que, después de todo, la leyenda de las damas con postizos puede ser una realidad: prefieren visitar la peluquería justo a mediados de semana, cuando todos los demás están trabajando. ¿El motivo? Su obsesión les ha costado sus propias raíces y no quieren que nadie, excepto su peluquera, sea testigo de la calamidad que azota sus bellas cabezas.

Dicen que la imitación es el mejor halago. Vivimos en la era del “cabello postizo” y en Botsuana muchas jóvenes dejaron de lucir sus propias cabelleras naturales para complicarse la vida con cabellos de brasileñas, peruanas, malasias, mongolas y muchas otras nacionalidades. ¿Qué fue de las rastas, los afro o los simples alisados que hasta pueden ser trenzados de vez en cuando? ¿Por qué deseamos imitar a otras razas, si la raza africana es tan hermosa? La manía por los postizos, ¿afecta nuestra identidad? El hecho de amoldarnos a los estándares de belleza y femineidad prevalecientes, ¿nos corrompió al punto de creer que si lucimos nuestro cabello al natural no podemos ser bellas? El lema es Aparentar hasta lograrlo.

Como miembro de #TeamNatural, la posibilidad de que yo use un postizo va de mínima a nula. Admito que, por curiosidad, una vez lo intenté. De más está decir que aquel asunto duró una semana. No pude soportar la picazón ni las constantes palmadas en la cabeza. ¡Sentía como si decenas de mosquitos hubieran construido una ciudad en mi cuero cabelludo! Y la imposibilidad de rascarme empeoraba todo. Entonces, decidí dejarles la tarea a otras damas, entendiendo que la experiencia les había enseñado a manejar la incomodidad mejor que a mí.

Lo que me perturba no son los postizos, sino el desprecio por el cabello natural. Las generaciones siguientes, ¿van a heredar una visión tan negativa del cabello de la raza negra que llegue a arraigarse en la mentalidad de nuestros niños hasta aceptarla como a una simple verdad?

Para muchas mujeres negras, el postizo es, tal vez, la mejor invención después de los tacones altos. En muchas partes de Botsuana, en particular en las ciudades, su uso no es solo una tendencia, sino un estilo de vida. Si están bien cocidos, se ven realmente bien y elevan la seguridad de las muchachas, que llegan a sentirse como reinas africanas. El problema es que el cabello luce tan falso que hasta parece derretirse bajo el despiadado sol botsuano.

Desde cueros cabelludos que pican hasta mechones totalmente perdidos, estas invenciones no solo generan calvicie prematura sino que además son muy caras. Los hombres aseguran odiarlas por dos razones: 1) quieren poder acariciar el cabello de sus mujeres sin que sus dedos queden atascados allí y 2) el 80% de las veces son ellos quienes pagan.

Una de mis amigas se obsesionó con los postizos y, al preguntarle el motivo, me respondió que la hacen sentir sensual, elegante y de alta categoría. “Tu aspecto deja de ser básico. Y las visitas a la peluquería son una de las pocas maneras que encuentro de mimarme; es como hacerse pintar las uñas o recibir un masaje”, me explicó.

La mayoría de las razas (asiática, caucásica, hispana, etc.) lucen sus cabellos al natural, pero en la cultura negra esto se considera subversivo. Las demás razas no tienen problema en cambiar o jugar con sus cabelleras (las mujeres blancas utilizan postizos y los llaman extensiones). Pero, el hecho de medir la propia autoestima en base al tipo de pelo que lucimos –o no– resulta preocupante.

Tal vez algún día las africanas evolucionemos hasta el punto de sentirnos orgullosas de la piel negra y el cabello ultra rizado; hasta que la sociedad considere que el cabello natural es una declaración de progresismo para todos –no solo para poetas, artistas o afrocentristas. Tal vez algún día llevar nuestro cabello al natural sea un símbolo de orgullo africano.

Rorisang Mogojwe *

[Fuente: Voices of Africa]

* Rorisang Mogojwe escribe artículos de interés general y vive en Botsuana.

[Traducción, Magdalena Saux]

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