La obra de José Ramón Bas (Madrid, 1964) nunca te deja indiferente. Puede que sea fotógrafo pero esa etiqueta se le queda corta; por eso, a él le gusta definirse como un viajero que utiliza la fotografía como una herramienta más.
Es así, viajando, como llega a África y empieza a trabajar con la fotografía “sobre todo con la memoria de mis viajes, trabajaba con cámaras analógicas, muchas veces de juguete, como hice en Zanzibar, escribía encima, dibujaba y las incluía en resina, como un objeto imperecedero, una analogía de la memoria”.
foto José Ramón Bas.
Después de diversos trabajos en otras partes de África, la Fundación Almayuda contacta con él y le propone realizar un proyecto con niños en Kinshasa y Brazzaville. El artista se fue para allá en 2011. “Pero lo curioso es que yo había hecho un tren en 2006, cuando había trabajado en Camerún, era un tren de juguete que acompañaba la serie Mukalo y lo había expuesto en Barcelona y en París… Al hacerlo pensé que un día también ese tren lo pudiesen hacer niños, que lo hiciesen niños en todo el mundo, que se fuese uniendo en distintas partes del mundo. Entonces cuando me dicen lo del proyecto yo ya tengo el proyecto del tren, que cada uno haga un vagón que se una, y empezamos con eso, luego surgieron otras cosas”, explica José Ramón.
Bas recorrió los tres centros que ayuda la Fundación en Kinshasa y los tres de Brazzaville donde inicia a distintos jóvenes en el mundo de la fotografía y construyen el tren. El fruto de esos talleres fue expuesto en Instituto francés de Brazzaville, donde los niños también acudieron a ver sus obras. Tras ello, un grupo de chicos del Espace Jarrot, uno de los centros de Brazzavillet, que habían participado en la experiencia, continuó su formación como fotógrafos durante un año con el colectivo Elili, de la misma ciudad, con el apoyo de la Fundación.
Como resultado de este primer viaje se editó un libro titulado Bango, que en lingala significa Ellos, un compendio de distintos cuadernos de artista realizados en Brazzaville y Kinshasa.
Para continuar con el proyecto a Bas se le ocurrió realizar un documental con estos chicos pero centrándose en los de uno de los centros de Brazzaville, el Espace Jarrot, que acoge a niños de la calle. Para ello contactó con Cinzia Giovanettoni (Mendrisio, Suiza, 1977). Ambos se habían conocido en la escuela de fotografía EFTI. Ella estudió Bellas Artes en Milán, y luego decidió instalarse en Madrid donde trabaja, principalmente, como editora de vídeo.
África no era desconocida para Cinzia, ya había estado varias veces allí colaborando con ONG y se había quedado “enganchada a ella”. Quería volver y este proyecto le dio la oportunidad. Ella montaba los breves vídeos con los que José Ramón documentaba las acciones y el trabajo que hacía en los dos Congos. Por eso, cuando surge la idea de hacer el documental le propuso que se uniera a él.
Juntos prepararon el proyecto para ir a Brazzaville “para montar este documental que más que un documental es una acción”, explica Bas.
“A mí lo que se me había ocurrido y había hablado con Cinzia era continuar con el trabajo de la fotografía pero de otra manera,” explica el artista. “Llevábamos cinco cámaras de vídeo para los chicos que habían acabado el curso de fotografía para que grabasen a su aire. En muchas de las imágenes que se ven [en el documental] nosotros no estamos, hacemos solo de productores. Les dimos las cámaras y una pequeñas instrucciones, prefiero que ellos vayan investigando. Ellos decían vamos a hacer una película de tal y en cual sitio y les preguntábamos qué necesitaban y nosotros se lo conseguíamos, más tarde les íbamos haciendo entrevistas. Igual que las escenas que se ven a los niños de la calle de noche, tampoco estamos nosotros ahí, están los niños grabando con el educador. Nosotros les damos libertad en ese sentido y luego montamos esas imágenes, más o menos imaginando cómo querrían los chicos que fuesen, porque es muy complicado traducir todo eso”.
Junto a esta acción, Cinzia y José Ramón montaron una segunda que consistió en que “mientras eso sucedía, nos interesaba mucho el centro de día, que estaba muy lúgubre, muy triste, queríamos hacer una acción en la que los niños transformasen el centro de diversas maneras. Compramos pintura, los niños pintaban, hicieron marcos, traje fotos que hice en el primer viaje y los niños hicieron sus propios marcos, las enmarcaron, pintaron las mesas e hicieron la instalación en la sala grande a modo de exposición permanente, llevamos los libros de Bango, que la última parte está preparada para pintar, para que los niños pintasen también con el material que Montana Colors nos había dado para el proyecto, era una manera que los niños dejasen su energía en el espacio”.
objetivo de todo esto era dar oportunidades a estos chicos para expresarse. “Lo primero que pierden los niños al vivir en la calle es la autoestima”, explica Bas, “y cuando haces cosas con tus propias manos o cambias un sitio, los niños se sienten orgullosos de lo que están haciendo. Es un cambio psicológico, tampoco vamos a conseguir grandes cambios, pero sí creo que psicológicamente es un gran cambio. Vimos que al cambiar el espacio, ellos mismos pintarlo a su gusto y decorarlo porque podían hacer sus grafitis, al sentirlo más suyo, quizás estén más a gusto acudiendo a él, lo cuiden mejor, no lo sé, esto son cosas que tú puedes aportar y luego salen de una manera u otra. También pesa que estos niños son bakongo, una etnia no muy favorecida, son invisibles dentro de los invisibles. Al llevar las cámaras y hacer una exposición en el Instituto francés, todo eso les hace sentirse un poco orgullosos y les da por sentirse como con un poco de más fuerza, incluso la gente les mira de otra manera, pequeños cambios que van sumando como el efecto mariposa. Grandes cambios son complicados”.
Sobre el documental, Cinzia añade que “al principio empezaron 14 jóvenes a estudiar fotografía y terminaron cinco y cuatro de ellos se apuntaron a esta acción que hicimos en 2014 y tenían mucho entusiasmo. Al final quedaron tres realmente, porque uno se perdió por ahí. Pero se quedaron tres y ya estaban entusiasmados, se habían acercado a un medio que era la fotografía que era algo diferente, algo importante, entre comillas, que les da una importancia diferente, pero claro se vieron con unas cámaras y ya todo cambió porque empezaron a pensar en guiones. En verdaderos guiones, en historias que habían visto y querían adaptar a su vida cotidiana, por ejemplo en el documental escuchamos a Dieuveil que dice que quiere contar lo que pasa en Congo, lo que pasa en su tierra y aunque no lo haya vivido sí que lo quiere contar para los demás y eso es una parte del documental de los niños y de lo que piensan los niños de ahí. Destin hablaba de una película de vampiros. Cada uno aporta su idea, cada uno tiene su estilo y su sueño”.
De los jóvenes que participaron en el documental destaca Blaise, “que es el chico más grande de edad y también de madurez, y es un director de cine de verdad,” continúa Cinzia, “él lo tiene dentro, él tiene todas las técnicas que nosotros podríamos haberle enseñado y que no hicimos, él las tenía. Nosotros escuchábamos que él decía ‘ahora tú vienes por ahí, esperas y cuando llega tu compañero al sitio que yo te he dicho, tú le dices algo’. Tiene la técnica del guión, todo lo que es un plano, un contraplano, punto de vista mío, punto de vista tuyo, lo sabe todo y está disfrutando y cuando nosotros hemos empezado a montar su vídeo hemos alucinado con los planos bien ordenaditos que nos había proporcionado este chico y también tiene como carisma, él era el director y todo el mundo le escuchaba”.
El documental Bango resume las dos acciones que Bas y Giovanettoni llevaron acabo en 2014: las filmaciones de los chicos y la transformación del Espace Jarrot. Es una obra llena de optimismo, de alegría, de color y de esperanza que huye del victimísmo y de las lágrimas. Hubiera sido más fácil y comercial recrearse en las historias de los niños para remover los lagrimales, pero se ha evitado caer en ello.
Este trabajo fue posible gracias al soporte de la Fundación Almayuda y también a la colaboración con material del Centro internacional de fotografía Efti, Montana Colors, Boa Musica (Kase.O y Shariff) y Lucas Garcia que compuso la música.
Este trabajo, en definitiva, visibiliza a unos niños que son los más invisibles de los invisibles y muestra su alegría y ganas de vivir. Aquí podemos ver el trailer del mismo:
BANGO – trailer español from cinzia giovanettoni on Vimeo.
Original en : Blogs de el País . África no es un país