De nuevo se ha derramado sangre inocente debido a un atentado terrorista en Kenia. Hace pocas horas que un ataque doble con bombas ha tenido lugar en uno de los mercados de ropa usada más concurridos de Nairobi. Esta situación es como el cuento de la lechera. Ocurre en un día en el cual el país se despertó con una nueva comunicación oficial por parte de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Australia en la cual se comunicaba a sus ciudadanos acerca de la posibilidad de un inminente ataque terrorista en territorio keniano.
Cuando se supo que había una alerta de tal género, a los representantes del ministerio de Asuntos Exteriores y al de Comercio y Turismo les faltó tiempo para llamar a los medios y poner verdes a los países firmantes de la alerta, calificando la medida de exagerada, de poco amigable y de que causaba miedo y pánico de manera completamente injustificada. Como si las fuerzas de seguridad tuvieran bajo control la situación del país… y claro, en la retórica que se suele utilizar en estos casos se menciona o se implica aquello de “nos seguís tratando como niños…ya no estamos en los tiempos de la colonia” con lo cual ellos se quedan descansando y tranquilizan así a la bancada política correspondiente…
Pero hoy los hechos han hecho que los políticos de turno se hayan tenido que meter la retórica anticolonial por donde amargan los pepinos. Si el aviso a navegantes apareció ayer en los medios y esta mañana las reacciones oficiales se producían sin falta como el tic y el tac de un reloj… a primeras horas de la tarde las bombas ocultas en dos furgonetas de transporte público han demostrado que de exageración no había nada. El soplo era de buena tinta y se ha llevado por el momento la vida de 10 personas mientras que más de 70 están hospitalizadas.
¿Qué tenían que haber hecho estos países, según estos altos representantes? ¿callarse por no dañar el turismo nacional? Especialmente en un país donde la policía y las fuerzas de seguridad son tan corruptas, no falta quien piensa que muchas de estas acciones ocurren precisamente porque hay una connivencia tácita azuzada por la degradación moral de algunos oficiales ávidos de dinero fácil. Hace algunos meses un grupo indeterminado de terroristas asoló un centro comercial matando a decenas de personas. Aquellos terroristas no podían haber acumulado el arsenal que tenían sin contar con la vista gorda de algunos oficiales. Por si fuera poco la cosa, los soldados que tenían que proteger a los civiles en ese centro arrasaron el supermercado y algunos bares del centro… y hasta hoy no hay una explicación oficial de qué pasó en realidad. Con un ganado así, no me extraña que estos países «neocolonialistas» tomen todas las precauciones posibles para evitar que sus ciudadanos se vean envueltos en acciones violentas.
A veces me cabrea que, sobre todo en Kenia, la carta colonial salga casi siempre en todas las ocasiones críticas, mucho hablar, despotricar y cacarear de Occidente en los medios, pero al final terminan llamando al FBI, al Mossad o al MI5 para que les den las pistas de lo que ha pasado en realidad. Saben que por lo menos estos son serios y fiables y no se van a poner ciegos de ginebra ni se van a ver influenciados por un sobrecito interesado a la primera de cambio.
Las embajadas extranjeras por lo menos se preocupan sinceramente de sus connacionales, los que me dan de verdad pena son estos indefensos ciudadanos que no saben si tienen que temer más a los terroristas o a las “fuerzas del orden” que tendrían que protegerlos. Un puñado de inocentes acaban de caer de nuevo victimas del fanatismo terrorista. Si no hay cambios radicales en el país, en su gobernanza y en la profesionalidad de sus cuerpos armados, no serán los últimos
Original en: En Clave de África