Atrapa a un ladrón, por Félix Pérez Ruiz de Valbuena

9/01/2012 | Bitácora africana

Hemos vuelto de España el 27 de diciembre y nos hemos encontrado con un nuevo problema: hay un ladrón entre nosotros…

Así que ahí me tenéis en la reunión semanal de personal de la Biblioteca contándoles que pintan bastos en España y que los alquileres de los locales con los que sostengo a mis familias en varios continentes (suena a crisis global, no necesariamente de la familia, pero sí del sistema) y este disparate de Biblioteca Digital, me los han reducido en una 3ª parte y que tenemos que tener mucho cuidado con los gastos y apagar las luces que no sean necesarias, el aire acondicionado, que sólo yo tengo calor, y no dejar los grifos del agua corriendo, que aunque sea de pozo se paga la corriente del motor que la tiene que subir. O no encender más que los ordenadores que hagan falta usar en el Cyber, que ya hemos epatado bastante y tampoco esto está petado de gente, desgraciadamente.
Bueno, pues después de llorarles un rato, sensibilización ante los problemas, pasamos al 2º punto del orden del día:
¡Qué no se mueva nadie que me han robado el bolso…!

No me refiero a agentes del mal externo, que para eso ya contraté una empresa de seguridad para las noches, porque quería que los vigilantes estuvieran armados por aquello de la disuasión, más que de la represión, aunque lo que me traen a la Biblioteca son unas escopetas de perdigones que dan más risa que susto, no digamos ya muerte.
Y por el día tengo a mis vigilantes de plantilla que os pego alguna foto para que veáis que el mal no puede descansar tranquilo, viendo cómo ellos pueden descansar tan bien durante su ronda.

Parece ser que ha habido robos al personal en nuestra ausencia…
Eso, afortunadamente, nos descarta a Asséto y a mí, pero a nadie más del personal. Así que el clima es de una cierta desconfianza entre ellos. Yo que quería crear un buen ambiente y trabajo en equipo me encuentro que esto se parece más al mal rollito de 12 del Patíbulo.

Primero le robaron a Lydie 10.000 Fcfas, luego 20.000 Fcfas (en 2 veces) a Fatou y finalmente 30.000 Fcfas (en 3 veces distintas) a Manierata… y claro yo ya les dije que menos mal que habíamos vuelto que si seguía el crescendo no sabía de dónde coño iba a sacar 1.800.000 Fcfas el que hiciera el puesto 18… Y que ya les valía el poco cuidado que tenían con un bien tan escaso como es el dinero por estos lares…

Bueno el caso es que se propuso por unanimidad, ladrón incluido, ir a una aldea a 40 Kms donde hay una mezquita que desenmascara ladrones y otros prodigios… como os lo cuento.
Así que después de alguna arenga por parte de Asséto de que más valía que el ladrón pidiera perdón y confesara ahora y que ya veríamos qué medidas tomamos (nos sentiríamos generosos con eso de que estamos en Navidades), pero visto que nadie se autoinculpaba, pues allá que partimos al Juicio de Alláh.
Lo más gracioso es que todos estaban de acuerdo con ir, Asséto incluida. Y que aunque sea una mezquita todos los cristianos, católicos y protestantes, también creen en esos poderes. Todos creen en los poderes de los dioses, aunque no sea los suyos.

Votación a mano alzada, con un solo voto en contra, el del blanco que os escribe. Cada vez me siento un poco más como Astérix, “estos romanos están locos…”
Pues nada, el día pa trapos. Menos mal que los miércoles no abrimos la biblioteca hasta las 15:00, pero con todo no volvimos hasta las 16:00 y castigados sin comer.

La aldea se llama TOEGUEM, en fulfulde que es la lengua de la etnia peulh mayoritaria en esa aldea, en mooré se llamaría LAAFI ZIINRA, en francés LIEU DE PAIX y en castellano SITIO TRANQUILO, si se me permite la licencia poética.

Llegamos con las furgonetas y las 18 personas después de más de 1 hora de camino de cabras y botes y nos presentamos en la cour royale (no confundir con Casino Royale, que es otra peli).
Allí nos recibió el Naabá Oumarou Tall que empezó a escuchar nuestras cuitas y a exhortarnos al ‘hable ahora o calle para siempre’, como en las bodas.

Resumen del procedimiento:
Nos sentamos en el zaguán de la cour real, algunos con derecho a silla: servidor y los responsables de la biblioteca y el Naabá Tall, y cual obedientes siervos de su majestad el resto en napes, en el suelo. Y si en algún momento los que estábamos en sillas debíamos hablar (yo no), había que bajarse del pedestal para estar a nivel más bajo que el naabá.
Les contamos lo que había pasado, todo esto en mooré, aunque sean peulhs, en diferentes versiones. Cada uno de los afectados más directamente iba dando la suya.
La parte digamos local, también se fue llenando de gente ávida de escuchar una bonita historia con la que tener para la charleta del té; pero todos, tanto los locales como los visitantes muy serios y circunspectos creyéndose a pies juntillas la trascendencia del Juicio de Alláh al que estábamos a punto de asistir.
Después de cada parlamento el naabá o alguno de los suyos nos hacían sus admoniciones sobre la importancia de la confesión voluntaria del culpable sin tener que pasar a mayores.

¿Qué son mayores?
Pues acabar llegándose a la mezquita y que el culpable caiga fulminado, como por el rayo. O bien que le sobrevenga el mal a cualquiera de los suyos.
Pero antes de eso fueron hablando, uno por uno, con los más implicados. Inquirían a las robadas de qué personas sospechaban y las iban haciendo pasar a un aparte en el que eran interrogadas, tercer grado, por el Imán de la mezquita y un ayudante.
¿Poli bueno, poli malo?
Pues no sé, pero se tomaban tanto tiempo con cada una (todas eran mujeres) que llegué a temerme lo peor: abusos sexuales.
Ya sé que suena mal, pero también forma parte de las tradiciones locales que cuando las mujeres acudían a consultas de este tipo con marabouts o brujos fueran ‘pasadas por la piedra’, con drogas o sin drogas de por medio. No fue el caso, afortunadamente.

Así que después de los interrogatorios de unas 7 personas, que llevó mucho tiempo, le dije a Asséto que a este paso nos iban a dar las uvas y teníamos que quedarnos a hacer noche en la aldea, que no digo que no hubiera estado bien, haciendo fuego de campamento y todo, pero que yo no me había llevado muda, ni papel higiénico, llegado el caso.

Así que Asséto pidió permiso para un procedimiento abreviado y para hablar y se dirigió a la asamblea en un tono tan sentido que acabó llorando. Y no fue la única.
Que parecía mentira que alguien traicionara mi confianza, que había venido a Burkina Faso a ayudar a la gente, y la confianza de sus compañeros de trabajo, que debería ser como una familia y, sobre todo, que fuera tan irresponsable como para no confesar y que pudiera ocurrirle una desgracia terrible a él/ella o su familia, incluso la muerte.
Y que yo había venido para ayudar a la gente y que no soportaría tener sobre mi conciencia la muerte de alguien por 60.000 Fcfas…
Total que pidió lo que es la retirada del procedimiento y parar aquello…, ¡a buenas horas, mangas verdes…!

La verdad es que yo, ya de puestos y hecho el gasto de tiempo y gasolina, hubiera preferido seguir hasta el final por ver si a alguien le daba un torozón al entrar en la mezquita y se deshacía en el suelo entre espasmos, pero como no entiendo una papa de mooré todo esto me lo explicaron a ladrón pasado… soñaba con la primicia de la foto del culpable echando espumarajos por la boca colgada en este post (lo mismo un Pullitzer y todo). Además ya había hecho mis particulares apuestas sobre la posible culpable…

El naabá le respondió a Asséto que, visto lo visto y oído lo oído, mejor parar el procedimiento y el Juicio de Alláh. Que nos lo cambiaba por una visita a la mezquita por parte de los responsables y una plegaria por parte del Tall Moussa, Imán, (aquí se comparten mucho los apellidos), para la buena marcha de la Biblioteca y mi salud… (lo tiene más crudo que lo de descubrir al culpable). Y ahí se acabó el asunto.

Unas cuantas monedas de limosna por parte de cada responsable a la mezquita (no se admitía que pagara yo todo) y 10.000 Fcfas para el naabá.

Y calentitos y rapidito de vuelta a casa.

Para juicios así más valía que Dios se dedicara a la Sanidad en vez de a la Justicia, aunque casi mejor que lo deje que bastantes estropicios ha hecho…

Original en FronteraD

Autor

  • Pérez Ruiz de Valbuena, Félix

    Félix Pérez Ruiz de Valbuena. ( Calatañazor, Soria, Diciembre 1954 ) Estudió economía . Marxista-leninista de formación política, afirma que no le sirvió para hacer nada demasiado útil en la vida universitaria, salvando quizás el Festival de los Pueblos Ibéricos. Empresario familiar comparte con sus dos hermanos la propiedad de una empresa de formación. reside actualmente en Burkina Faso con la esperanza de comenzar de nuevo con proyectos que le devuelvan la ilusión. Con tres hijos y un nieto, que le hacen felices los más de los días. Y como dice Soltero y sin compromiso. Es colaborador de la Revista Digital Frontera D con su Blog Negros sobre blanco , que iremos reproduciendo en nuestra sección de Bitácora Africana, agradeciendo a Frontera D la autorización para hacerlo y por supuesto a Félix Pérez Ruiz de Valbuena

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