Atrapa a un ladrón II, por Félix Pérez Ruiz de Valbuena

13/03/2012 | Bitácora africana

Esto de los ladrones en Burkina Faso es un no parar.

No hace mucho os contaba que había un ladrón entre el personal de mi biblioteca y que estuvimos a punto de desenmascararle llevándole a un juicio de Dios en una mezquita, pero al final los que nos rajamos fuimos nosotros (yo no), los de la dirección, y el ladrón siguió enmascarado y salió de rositas.

Pues claro, ha pasado lo que tenía que pasar : ha vuelto a las andadas, ha vuelto a robar.

La calidad de los productos que se importan y venden en Burkina es de tercera división aunque se pague a precio de Champions League. Así que como me he ido una semana a España a asuntos propios y varios, he aprovechado para comprar cerraduras y cajitas de caudales que no se puedan abrir dejándose uno un poco larga la uña del meñique.

Tenía un amigo y vecino que se la dejaba desmesuradamente larga para ayudarse a pasar las hojas de los informes que leía.
Llamaba la atención, parecía un fumanchú.

¡Hola, Pedro, por si me lees! (aunque lo dudo)

Así que vamos a ver si paramos esta lacra social que está empañando el buen nombre de la biblioteca…, ¿quién será?

He intentado comprar una cámara pequeñita en la Tienda del Espía, pero más que de espías (la que podía valer, inalámbrica, conectada a Internet para poder seguir desde casa al ladrón) parecía una cámara anuncio (¡estoy aquí, estoy aquí, saluda a la cámara!), así que he desistido.

Pondré las cámaras de vigilancia de toda la biblioteca y espero que sean disuasorias, aunque ya no me fío…

En todo caso este es un ladrón, ladrona, normal, estándar, lo mismo que te lo puedes encontrar en cualquier otra parte: hurtos normales y corrientes como los que también había en mi empresa en España. Y seguirá habiendo ahora que hay más crisis y más necesidad.

Pero voy a hablaros de otros tipos de ladrones más atípicos o, mejor dicho, más típicos de aquí.

Hace unas semanas creo que os había contado que entró un ladrón por la noche al que pudieron neutralizar entre un vigilante de seguridad y un empleado de la biblioteca.

La peculiaridad no era el método empleado para el robo (escalo, rififí más bien rufufú en este caso, encalomo…) sino el disfraz.

El amigo había comprado un wack de invisibilidad y se había presentado en traje de Adán a robar.

Sabido es que el kit de invisibilidad, si es de calidad estándar, no King Size, sólo afecta a la persona y su cuerpo, pero no a los hábitos que habita. Porque el hábito no hace al monje, ni siquiera si eres un rey idiota que no quieres que se sepa que no puedes ver un traje mágico que sólo ven los listos.

Así que nuestro chorizo particular se presentó tan totalmente desnudo como totalmente convencido de que nadie le veía.

Ya no sé si el listo que le colocó el wack le advirtió de que él sí se podía ver a sí mismo, pero no los demás o cómo se las ingenió para aguantarse la risa.

Uno de los problemas de Burkina, me temo que de toda África, es que enseguida la gente se quiere tomar la justicia por su mano, aunque claro ¿quién puede quedarse quieto si le roban lo más íntimo? Curiosamente parece que, de fondo, hay enfrentamientos entra 2 comunidades de un barrio, una de ellas de extranjeros…

Hace unos meses ocurrió un altercado en la capital, Ouagadougou, que me contó una amiga española que había presenciado los hechos.

Yo sólo lo pude leer en el periódico. El titular era elocuente:

Lo primero que pensé es que era un eufemismo para hablar de unas violaciones, cosa relativamente frecuente y ‘despreciada’ por la prensa como una noticia reseñable. Es algo que sólo sale en los periódicos si lleva aparejada extrema violencia, lesiones, muertes, o secuestros prolongados.

Por otra parte tampoco son denunciadas en la inmensa mayoría de las veces, porque ¿qué le espera a una cría que denuncia eso?
El rechazo y el desprecio por parte de todo el mundo, su familia la primera.

A las mujeres siempre les toca la peor parte.

Hubo un escándalo, este mismo año, porque un liceo privado había expulsado a 3 niñas que las habían dejado embarazadas algún compañero de clase, pero a los chicos no les habían hecho nada.

Al final tuvo que intervenir el Gobierno para que las readmitieran ante el escándalo que se había organizado en la prensa.

Bueno, pues ‘ladrones de sexo’ no iba de violaciones.

Iba de lo que decía el titular, que habían pillado a 2 individuos que le habían robado el sexo a otras personas. O eso decían los que les perseguían para lincharles.

En cosas de estas no se andan con chiquitas: nada de tocar los cojones, se los arrancan.

El caso es que no se trataba de que hubieran robado el sexo cortándoles los cojones o la polla por el procedimiento habitual: un buen cuchillo cojonero.

No, les habían robado el sexo con encantamientos…, tocamientos no, encantamientos.

Y digo yo, ¿les pillan con las manos en la masa, digo el miembro? ¿Cuándo te roban el sexo te deja cicatriz o se te queda el pubis como el bajo de los ángeles? ¿El sexo robado se cambia por uno deteriorado o se suma al que ya tienes? ¿Tienen página web donde se ofrezca el género y se puede pedir por Internet?

Porque, aquí, sin que nadie nos lea, esto es lo que mejor me vendría para devolverme la joie de vivre…, ¡y no os cuento a mi señora…!

Original en FronteraD

Autor

  • Pérez Ruiz de Valbuena, Félix

    Félix Pérez Ruiz de Valbuena. ( Calatañazor, Soria, Diciembre 1954 ) Estudió economía . Marxista-leninista de formación política, afirma que no le sirvió para hacer nada demasiado útil en la vida universitaria, salvando quizás el Festival de los Pueblos Ibéricos. Empresario familiar comparte con sus dos hermanos la propiedad de una empresa de formación. reside actualmente en Burkina Faso con la esperanza de comenzar de nuevo con proyectos que le devuelvan la ilusión. Con tres hijos y un nieto, que le hacen felices los más de los días. Y como dice Soltero y sin compromiso. Es colaborador de la Revista Digital Frontera D con su Blog Negros sobre blanco , que iremos reproduciendo en nuestra sección de Bitácora Africana, agradeciendo a Frontera D la autorización para hacerlo y por supuesto a Félix Pérez Ruiz de Valbuena

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