Ataúd y pasaporte, por Rafael Muñoz Abad, Centro de Estudios Africanos ULL

16/10/2013 | Bitácora africana

El nonno contaba a su nieto como de alguna manera todos somos familia, pues su padre ya se daba un salto a la cercana costa tunecina a ver a sus conocidos. El óleo de Géricault, La balsa de la medusa, que fatídicamente rima con Lampedusa, escenifica como unos desgraciados náufragos, a merced de los elementos, se apiñan en una precaria embarcación donde enloquecen.

La odisea de muchos africanos hasta llegar a La balsa de la medusa puede comenzar en algún lugar del Africa central. Durante semanas y a manos de tratantes íntimamente relacionados con el tráfico de armas, las drogas y el integrismo, son zarandeados a lo largo y ancho de las porosas fronteras del Sahel. Hambre y sed vertebran un sueño en forma de pasaporte.

¿Se pueden poner alambradas y muros a la desesperación? Qué no los engañen ni les cuenten pamplinas. FRONTEX y la política de la UE en materia de inmigración irregular es a la par bochornosa e hipócrita: untar a dirigentes de Marruecos, Mauritania o Senegal, para que sus gendarmes den vara, abandonen a miles de personas en el desierto o en el mejor de los casos, acaben hacinados como animales. Las chapuzas se pagan y en Trípoli ya no hay un tito Gadafi al que adular para que nos vigile la salida de las barcas de la vergogna, vergüenza en italiano, hacia Lampedusa o Malta; pues a Libia, que sumida en una transición difusa y prometedor refugio del islamismo a las mismas puertas de Europa, no hay delegado comunitario que tenga interés alguno en ir; y además, ¿con qué autoridad iba a negociar? Lamentable.

Las cifras de ahogados en Lampedusa van a crecer y ya escenifican una tragedia sin parangón. ¿De la omisión de auxilio de los pescadores?, que de ser cierto y así no lo quiero creer, les deseo la mar los trague; de los gestitos farsantes de Durao Barroso presenciando los ataúdes del anonimato; del… venga a contar los muertos conmigo y de la cara… de la alcaldesa al Primer ministro italiano; o de nuestro fracaso como género humano para con nosotros mismos. Los ahogados de La balsa de la medusa ya tienen su pasaporte [de la vergüenza] comunitario; son ciudadanos europeos aunque no vivan para contarlo. Lo lograron.

cuadernosdeafrica@gmail.com

Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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