Martin Adjou Moumouni, obispo de N’Dali, en cuya diócesis se encuentra la aldea de Kalalé, atacada el pasado 10 de septiembre, al amanecer por un grupo armado procedente de la vecina Nigeria, declaró a la Agencia Fides que «los yihadistas asaltaron la comisaría, saquearon casas, robaron motos y coches, y luego huyeron llevándose consigo al menos a seis civiles […] No sabemos si se trata del mismo grupo de origen nigeriano que el mes pasado secuestró a un fiel católico para pedir un rescate. Tras una negociación, esa persona fue liberada sin que se efectuara ningún pago […] Los yihadistas nigerianos llevan tiempo sembrando el terror en nuestra diócesis, especialmente en las zonas rurales». Durante el ataque no se produjeron víctimas mortales.
El prelado señala que «su objetivo es secuestrar a soldados y policías para poder intercambiarlos por su líder, que está detenido en Benín […] el hecho de que las fuerzas de seguridad fueran el objetivo principal de los más de 200 yihadistas que atacaron Kalalé queda demostrado por el intento de asaltar sin éxito la comisaría local y por la emboscada tendida a los militares de una base cercana, levantando una barricada en la carretera que conduce al pueblo». También añadió que «los yihadistas han prometido volver a atacar. La población está muy preocupada«.
El obispo de N’Dali comenta que en la zona “las actividades misioneras eran muy intensas, especialmente por parte de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA). En Kalalé tuvimos que retirar a las hermanas de la Compañía de Jesús Salvador, una congregación de origen español, debido a la amenaza yihadista”.
L.M.
Fuente: Agencia Fides
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