Stephen Potter y Encarni Romero Colmenero, del Observatorio Astronómico de Suráfrica, SAAO, junto con otros colaboradores, han descubierto pruebas de la existencia de un extraordinario sistema planetario, en el que dos planetas gigantes orbitan alrededor de una pareja de “soles”.
Si se confirma, esto sería un ejemplo de un sistema planetario muy extraño, dada la naturaleza del par de estrellas.
El descubrimiento fue posible gracias a las observaciones del nuevo gran telescopio SALT, del SAAO y el África Austral combinadas con datos archivados durante 27 años, recopilados por múltiples observatorios y satélites.
Enano blanco y rojo
Las dos estrellas, a las que se refieren con “enano blanco” y “enano rojo”, son ambas más pequeñas que nuestro sol, y están tan cerca una de otra que sólo les lleva un par de horas orbitar una alrededor de la otra, en realidad, las dos entrarían confortablemente dentro de nuestro sol.
Por casualidad, el sistema está orientado de tal forma que las estrellas parecen eclipsarse la una a la otra, cada vez que orbitan, según se ve desde la tierra.
“Potter y sus colaboradores observaron que los eclipses no ocurren a la vez, sino que a veces tienen lugar demasiado pronto y otras veces demasiado tarde”, afirma el SAAO en un comunicado, publicado la semana pasada. “Esto les llevó a lanzar la hipótesis de la presencia de dos planetas gigantes cuyo efecto gravitacional causaría que las estrellas se tambaleasen y consecuentemente alteraran ligeramente el tiempo medido entre los eclipses”.
Constante “robo” de material
Los astrónomos también han podido inferir que las masas de los dos planetas deben ser al menos 6 y 8 veces más grandes que Júpiter y necesitan 16 y 5 años respectivamente para orbitar las dos estrellas, según el SAAO. El sistema está demasiado lejos de la tierra para obtener imágenes directas.
Este sistema binario de estrellas (Conocido como UZ For) sería un entorno extremadamente inhóspito. Debido a su gran proximidad, la gravedad del “enano blanco” constantemente roba material de la superficie del “enano rojo” en flujo continuo.
Este flujo choca con el “enano blanco”, donde alcanza temperaturas muy altas de millones de grados, y consecuentemente inunda todo el sistema planetario con una enorme cantidad de rayos X mortales.
(Publicado en South Africa Info, el 20 de junio de 2011)