Arzobispo en África, un papel muy político

11/09/2020 | Crónicas y reportajes

iglesia_africana.jpg El lunes 31 de agosto, el arzobispo de Abiyán, el cardenal Jean-Pierre Kutwa, se pronunció sobre un posible tercer mandato para el presidente saliente Alassane Ouattara, declarando que no era «necesario».

Es la oportunidad para que La Croix Africa se interese por el lugar estratégico que ocupan los arzobispos de las capitales africanas. Un lugar que, en ocasiones, los opone a los políticos cuando no los obliga a ser mediadores en crisis graves. No es raro en África escuchar a los no católicos llamar al arzobispo de la capital «cabeza de la Iglesia». Los arzobispos de las capitales africanas, por la posición estratégica de su territorio diocesano, gozan de hecho de un estatus especial que a veces provoca enfrentamientos con el poder político: este fue el caso de Robert Sarah, entonces arzobispo de Conakry, los cuatro arzobispos sucesivos de Kinshasa y, recientemente, el cardenal Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abiyán.

Otros han desempeñado un importante papel de mediación en medio de crisis políticas y socioeconómicas. Podemos citar a Isidore de Souza, ex Arzobispo de Cotonou y a Philippe Fanoko Kpodzro, ex arzobispo de Lomé.

En Abiyán, el legado del cardenal Yago

Al decidir sobre un tercer mandato para el presidente marfileño Alassane Ouattara, que no considera necesario, el cardenal Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abiyán, enfureció a algunos ministros católicos del partido gobernante, la Unión de Houphouetistas por la democracia y la Paz (RHDP) acusándolo, en sustancia, de injerencia en el campo político.

Estas tensiones recuerdan las que marcaron las relaciones entre el primer arzobispo indígena de Abiyán, el cardenal Bernard Yago y el primer presidente del país, Félix Houphouët-Boigny. En mayo de 1964, el cardenal Yago, sospechoso de tener ambiciones políticas, estuvo a punto de ser expulsado del país. El gobierno ya había preparado el decreto de expulsión firmado por Houphouët-Boigny, quien acabó abandonando el proyecto. Los observadores dan diferentes explicaciones para esta renuncia. (1) Pero este episodio fue sólo uno de los primeros de una larga serie de desacuerdos entre estas dos figuras influyentes.

Robert Sarah contra Sékou Touré

En la República de Guinea, Robert Sarah irritó a menudo, por sus cargos, al primer presidente del país independiente, Sékou Touré, que reinó como dictador. «El poder consume a quienes no tienen la sabiduría para compartirlo», afirmó el obispo Sarah. Luego adquirió la costumbre, en sus discursos públicos, de llamar al régimen sobre la miseria de la población y proponer salidas a esta situación. Cuando Sékou Touré murió en 1984, el ahora prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos estaba a la cabeza de una lista de personas a las que el dictador habría asesinado en cualquier momento.

En Kinshasa cuatro arzobispos contra dictaduras

En la República Democrática del Congo, los cuatro arzobispos sucesivos de Kinshasa, todos los que se convirtieron en cardenales, han luchado con el poder político, en diversos grados. Durante las misas celebradas con motivo de determinadas circunstancias y a las que acudieron en gran número las autoridades políticas y los altos cargos del país, el cardenal Joseph-Albert Malula, primer arzobispo indígena de Kinshasa, no dudó en denunciar sus injusticias, y también su egoísmo, esto disgustó al dictador Mobutu Sese Seko. En 1972, tras un largo conflicto con este último, el cardenal Malula se vio obligado a exiliarse en Roma. Asimismo, Joseph Kabila chocó constantemente con el cardenal Frédéric Etsou Nzabi Bamungwabi (segundo arzobispo indígena de Kinshasa) y luego con su sucesor, el cardenal Laurent Monsengwo. Este último también se pronunció, como el cardenal Fridolin Ambongo, actual arzobispo de Kinshasa, en contra de un tercer mandato presidencial para Kabila, apoyado por miles de católicos que marcharon en las calles para defender esta causa.

En Lomé y Cotonou, arzobispos mediadores

Ser arzobispo de una capital africana también significa en ocasiones desempeñar el papel de mediador en medio de graves crisis políticas.

Philippe Fanoko Kpodzro , Arzobispo de Lomé entre 1992 y 2007, desempeñó un importante papel político en su país. En 1991, presidió la Conferencia Nacional organizada para resolver la crisis sociopolítica que estaba sacudiendo al país asesorando al Alto Comisionado de la República -una especie de parlamento de transición- cuyo trabajo produjo la Constitución togolesa de la Cuarta República aprobada en 1992. Su vecino beninés, el obispo Isidoro de Souza, le mostró el camino. A finales de la década de 1980, el régimen marxista-leninista de Mathieu Kérékou ya no podía hacer frente a la crisis económica y financiera de Benín, que se había generalizado en todos los sectores. Las fuerzas de la nación querían una nueva Constitución y la institución de un sistema multipartidista. Finalmente tuvo lugar, el 19 de febrero de 1990, con Isidore de Souza, entonces Arzobispo Coadjutor de Cotonou, como presidente, una Conferencia Nacional Soberana anunciada por el presidente Mathieu Kérékou el 7 de diciembre de 1989.

Lucie Sarr

(1) Frédéric Grah Mel, Bernard Yago, Le cardinal inattendu, Abidjan, University Press of Côte d’Ivoire, 1998, 343 páginas.

Fuente: La Croix Africa

[Fundación Sur]


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