Argelia: el arma de la abstención: elecciones del 10 de mayo (1ª parte)
07/05/2012 por Isabelle Mandreaud, Le Monde.fr

¿En qué podemos reconocer a un « indignado » argelino? No desfila en las calles, como otros en los países árabes, en Yemen o Egipto, ni se manifiesta en un campamento como en España. No lleva ninguna pancarta, no grita slogans hostiles al poder y no se les ve a penas. El “indignado” argelino existe, sin embargo. Su manera de manifestar: no votar.

El 10 de mayo 21 664 354 electores argelinos , según las cifras del ministerio del interior, están llamados para elegir 462 diputados, por el método de un escrutinio proporcional a una sola vuelta. La futura Asamblea argelina, que se ha reforzado con 73 escaños nuevos, tendrá la responsabilidad de aprobar la nueva Constitución que será sometida, como se comprometió a primeros del año el Presidente Buteflika, cuyo tercer mandato a la cabeza del Estado debe acabar en 2014.

Para Argelia, cercado por países vecinos que han conocido enormes cambios – al sur, la rebelión tuareg y la partición de Mali; al este, la caída brutal de los regímenes de Túnez y Libia; al oeste, en Marruecos, la llegada al poder de los islamistas -, estas elecciones revisten un carácter estratégico. El mayor país del Magreb, que festeja sus 50 años de independencia, ¿puede mantenerse de manera durable fuera de los tumultos?

Cogidos en el torbellino de la “primavera árabe”, toda una batería de medidas han intentado contener al efecto domino. Billones de dólares han sido otorgados para contener el descontento de los jóvenes y aumentar los salarios de los funcionarios, con efectos retroactivos. En Argel, la multiplicación de coches con nuevas placas mineralógicas es un signo evidente. Pero esta redistribución súbita, sacados de la renta petrolífera, tiene sus límites. En marzo, el coeficiente de inflación, alcanzando el 5,3 %, ha sido muy superior al de 2011.

Reformas políticas previstas para soplar un viento de libertad, muy contestados, han sido promocionados: la ley de los partidos, las asociaciones, la prensa, la representación de las mujeres. “Todo esto se ha llevado adelante en un régimen de don, de la benevolencia del príncipe, en absoluto en la dinámica de la negociación”, observa Mohammed Hennad, Maestro de conferencias en la Escuela nacional superior de ciencias políticas de Argel.

En adelante, la esperanza de las autoridades argelinas está en consolidar el edificio con las elecciones legislativas, de las cuales esperan obtener una legitimidad javascript:barre_raccourci(‘‘,’‘,document.formulaire.texte)reforzada. De donde se comprende las llamadas insistentes en acudir a votar, por SMS sobre los teléfonos portátiles, o por intervenciones repetidas al infinito en la televisión. El mismo jefe del Estado no ha dudado en poner muy alta la barra de la apuesta comparándolas con las elecciones del 1º de noviembre de 1954, fecha del comienzo de la insurrección contra la antigua potencia colonial. Más prosaico, el primer ministro, Ahmed Uyahia, que es también presidente del RND (partido de la coalición gubernamental), ha llamado “al voto útil”. En una entrevista a Le Monde, el 7 de abril, el Sr Uyahia había calificado de “vacuna para proteger Argelia” de elecciones “exitosas”. Respuesta lapidaria de un “indignado” de Argel, que no votar´: “¡Para estar vacunados, eso, lo estamos!” “Al contrario, ironiza el Sr. Hannad, las elecciones han sido más bien un virus para nosotros…”

La abstención, ¿primer partido de Argelia?

El “indignado” argelino se acuerda. Las manifestaciones de los jóvenes en 1988, descritas hoy en Argelia como la “primera revolución árabe”, había sido seguida por una abertura marcada por la introducción del multipartidismo, la creación de una prensa libre y de numerosas asociaciones. Pero en 1991, ante la victoria anunciada del Frente Islámico de Salvación (FIS), el proceso electoral fue interrumpido, coronado por más de una década de glaciación y una guerra civil (entre 100 000 y 200 000 muertos según las estimaciones) cuyos estigmas lleva todavía la sociedad argelina.

Veinte años después, en enero 2011, cuando Túnez estallaba, también en Argelia estallaban los motines, causando cinco muertos y 800 heridos, pero el movimiento, seguido de algunas manifestaciones en febrero, no fue muy lejos. Reprimido, la voluntad de cambio sin embargo persiste. “Esta vez, explica M. Hennad, si los que poseen el poder pretenden obtener una alta participación en las elecciones, es porque piensan que podría significar que la mayoría de los Argelinos prefiere inscribirse en un proceso aparentemente democrático en vez de recurrir a la violencia para imponer el cambio. Hay que rendirse a la evidencia: están muy inquietos por su porvenir teniendo en cuenta el desastre que han ocasionado al país.”

Sobre los 44 partidos y listas en liza, una veintena, que estaban esperando a veces más de una décadael sésamo que no se puede pagar, han obtenido el permiso necesario para poder organizar sus reuniones públicas y presentar candidatos – algunos totalmente desconocidos hasta el momento y que tendrán que doblar sus esfuerzos para hacerse conocer en algunas semanas. Incluso el frente de las Fuerzas Socialistas (FFS), el partido más viejo de la oposición, dirigido por una de las figuras de la guerra de la independencia, Hosine Ait Ahmed, instalado en Ginebra, ha decidido participar después de muchos años de abstención. ¡Casi 15 años! ”Hoy, hay posibilidad de participar porque los regímenes del Africa del Norte tienen dificultades, sobre todo las dictaduras, ha declarado su secretario general, Ali Laskri, el 27 de abril, en el curso de una reunión de militantes en Argel. Hemos visto lo que ha pasado en Libia y también en Túnez.” Presidente de la Liga de los derechos humanos hasta el presente, el abogado Mustafa Buchachi dirigirá la lista del FFS de Argel. Demasiado tarde según Mohammed, periodista e “indignado”: “Yo no estoy inscrito en las listas. De cualquier manera, hace años que no voto”.