De todos los países de África, el que más debe representar ahora el clásico estereotipo que se tiene afuera debe ser Nigeria. La visión catastrofista quedó más que bien cimentada desde hace aproximadamente un mes. Lo único que llega de aquel país, el más poblado de África y el más rico, es, desde estos últimos días y más que nunca, la imagen asociada a la muerte y la destrucción. Sin embargo, también se sumó un nuevo elemento, el secuestro.
Chibok, un pueblo de Nigeria que apenas llega a los 70.000 habitantes, saltó a la fama mundial. O a la infamia, mejor dicho. La noticia ni bien sucedida solo conmovió a no muchos más además de quienes seguimos la realidad africana en el día a día. Aconteció el pasado 14 de abril cuando los islamistas que combaten al gobierno federal de Nigeria agrupados bajo el nombre Boko Haram que en su lengua hausa quiere decir: “la educación occidental es pecado”, ingresaron a un colegio secundario de señoritas en dicha urbe, capital de una división administrativa del Estado ubicado en el noreste, Borno, que se conoce por ser bastión de esta celula yihadista que lucha por la implantación de un Estado islámico al mejor estilo siglo VII en pleno 2014. En la incursión, estos fanáticos sin tregua raptaron a 276 pupilas de edades entre 16 a 18 años para convertirlas en esclavas sexuales, entre otros horripilantes usos. 40 lograron escapar. Una de ellas relató que la violaban hasta 15 veces por día. Es fácil preguntarse cómo este caso no va a conmocionar a la opinión pública mundial. El hashtag en Twitter #BringBackOurGirls se popularizó junto a políticos y famosos que desfilaron en Internet luciendo la pancarta. La etiqueta superó las 3,5 millones de menciones y por primera vez la Primera Dama norteamericana reemplazó a su marido en la alocución semanal a la nación solidarizándose con las madres de las raptadas.
El mundo entero se indigna por las fechorías de estos vándalos que desde 2009 no dejan de sembrar el terror y han acabado con unas 3.000 vidas. Desde inicio de 2014 llevan en su haber la aceleración de barbaridades, con el saldo trágico de 1.500. Ahora bien, la respuesta mediática a este atropello a la dignidad humana se produjo con retardo. Por caso, los medios argentinos comenzaron a darle pantalla y letra con insistencia a este drama desde no mucho antes del lunes 5 de mayo. A la par, el escritor y primer Premio Nobel de literatura nigeriano, Wole Soyinka advirtió que si la situación continúa así, el sur del país también entrará en el desmadre, puesto que Boko Haram, si bien amenazó con extender sus operaciones a la zona del delta del Níger, por ahora emprende su accionar en el norte, donde la población es en su mayoría musulmana y a la vez con frecuencia también resulta víctima del grupo. Este intelectual calificó al Estado en el país más poblado de África como fallido, aunque con probabilidades de revertirlo. Mientras tanto, acusa duramente a la conducción política de solo pensar en las próximas elecciones cuando su responsabilidad debiera ser la de velar por la seguridad de los ciudadanos. El blanco principal de críticas es el presidente Goodluck Jonathan, un cristiano a quien los islamistas quieren ver muerto, y que minimizó el problema de la corrupción cuando en opinión de Soyinka (y muchos más) es un drama endémico que deshace a la nación (como el tribalismo) y que permite el predominio de desalmados como los de Boko Haram. El mandatario aseguró que este secuestro garantizará el fin del terrorismo mientras que más acusaciones se empeñan en demostrar que el gobierno en ningún momento previno el secuestro de las escolares. Incluso las acusaciones afloran fuera de Nigeria y una se dirigió a la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton, criticada por no haber declarado a Boko Haram organización terrorista cuando ocupó dicho cargo, en una visible operación para desprestigiarla en su historial cuando aspire a la presidencia del país del norte en 2016.
Pero, al contrario de esas buenas noticias, todo lo que predomina son las malas y una evidente distorsión de la realidad. Esa es la visión de África. Este famoso secuestro además da cátedra en lo que refiere a lo segundo. Un grosero error. El #BringBackOurGirls que circula en Twitter contiene imágenes de niñas secuestradas en Guinea Bissau, nada que ver con la tragedia en cuestión.
No obstante, hay que colocar blanco sobre tanto negro, con perdón de la denostación del término, pero estamos acostumbrados a referir a lo negativo como lo negro tras largo tiempo de pensar que el africano en la pantalla de TV mejor muerto que vivo, así vende más, como en Nigeria. O mejor, hablemos de grises, para pensar que en este país de 170 millones de habitantes tal cantidad implica tensiones y conflictos de todo tipo, como los hay, pero también grandes posibilidades a futuro. “Naija”, como se le dice localmente, ha desplazado a Sudáfrica como la principal economía del continente con el mayor PBI (u$s 510.000 millones) y un reflejo de tal situación se observa en el hecho de que el Foro Económico Mundial sobre África, que recaudó en concepto de inversión más de u$s 68.000 millones y concluyó el viernes 9, haya sido celebrado en Abuya, capital nacional, bajo un fuerte operativo de seguridad. Allí se dirigió el Premier chino para ir al grano en la cooperación con un gigante africano, este mismo que figura en otro grupo de emergentes concebido desde 2013, el MINT (México, Indonesia, el país en cuestión y Turquía). Nigeria captó en inversión u$s 2.000 millones de agencias donantes y u$s 700 millones para inmunización. Además, el hombre más rico de África, el nigeriano Aliko Dangote, dijo que invertirá en el norte de su país u$s 2.300 millones en producción arrocera y azucarera para combatir la pobreza y la insurgencia que deriva de la anterior (75 millones de nigerianos son pobres). Su compañía inyectará u$s 16.000 millones en los próximos 4 años en África, generando 180.000 empleos, siendo u$s 12.000 millones destinados a su patria. Ésta es la principal petrolera de África y decimo quinta del mundo, además de tener el segundo polo cinematográfico mundial, Nollywood, con más de 2.000 películas por año, delante de Hollywood.
Pero todas esas buenas noticias, frente a la laxitud y simplicidad de lo que mejor vende, quedan en muy segundo plano. Sería buena hora para aprender, o al menos espero que haya oportunidad, de matizar cúmulos y cúmulos de noticias nefastas y hallar la luz entre tantas sombras. Como expresa el dicho, la noche es oscura pero no eterna. Está en uno encontrar la claridad.