Angola todavía sufre las heridas de las minas anti persona

21/04/2009 | Crónicas y reportajes

Banderas rojas, barras pintadas y piezas de plástico marcan las zonas de peligro en las carreteras y ríos de Angola, donde miles de minas anti persona todavía siembran el suelo del país, siete años después de que terminase la guerra civil.

Angola, que pasó 27 años de sangrienta guerra civil, es el tercer país del mundo con más minas anti persona, después de Afganistán y Camboya, según el Landmine Monitor, parte de la campaña internacional para prohibir las minas anti persona.

A pesar de enorme esfuerzo desplegado desde 2002 para limpiar estos explosivos, alrededor de 240 kilómetros cuadrados siguen sembrados de minas, en diferentes partes del país, poniendo en riesgo a la quinta parte de la población.

“El mayor problema ahora está relacionado con las presiones de la población. Las minas se están convirtiendo en un problema socioeconómico”, asegura Megan Latimer, de la organización Halo Trust, dedicada a la retirada de minas.

Casi la mitad de la población angoleña vive en extrema pobreza rural, sobreviviendo con agricultura de subsistencia, pero la tierra a menudo está aislada por las minas. “La gente necesita la tierra para cultivar”, recuerda Latimer, “y para aquellas familias que vuelven al campo, ahora que la guerra ha terminado, se enfrentan a las minas, por lo cual no pueden sembrar sus tierras, ni construir sus casas ni siquiera tener acceso al agua”.

“Los angoleños son muy conscientes del peligro de las minas, pero si un recurso está bloqueado y no les queda otra alternativa, van a entrar en él de todas formas, incluso arriesgándose a tener un accidente”.

El lugar más difícil de transitar

Hasta hace muy poco, Angola estaba toda sembrada de millones de minas, pero la primera investigación nacional realizada en 2007, desveló que el número de explosivos era mucho menor, aunque esparcido por la tierra de cientos de comunidades, de alrededor de 2.4 millones de personas en total.

Nadie sabe con exactitud cuánta gente ha muerto o ha resultado herida por las minas, porque los hospitales han dejado de llevar el recuento de estos accidentes hace unos años.

El año pasado, murieron entre 14 y 47 personas por minas, dependiendo de la agencia que de los números, pero la realidad es que nadie lo sabe con certeza.

“Muchas víctimas ni siquiera llegan al hospital en primer lugar”, explica Latimer. “Angola es, logísticamente hablando, un país muy difícil por el que moverse, y para llegar al hospital desde algunos pueblos, puede llegar a hacer falta hasta una semana de viaje. Así que, creo que la mayoría no logran llegar”.

La base de Halo Trust está en Huambo, la provincia donde sucedieron los másduros enfrentamientos entre el Movimiento Popular para la Liberación de Angola, MPLA, del gobierno, y el grupo rebelde Unión para la Independencia Total de Angola, UNITA.

Sus oficinas están cerca del mayor centro de ortopedia del país, uno de los más grandes de África.

Los pacientes llegan a la clínica de todo el país, en busca de fisioterapia, muletas hechas a medida y sillas de ruedas o prótesis de miembros, que se hacen en los laboratorios del centro.

Antes dirigido por el Comité Internacional de la Cruz Roja, pero ahora regido por el ministerio de Sanidad de Angola, el centro está desgastado y destartalado, y filas de amputados de todas las edades esperan pacientemente a ser atendido por el personal.

El jefe de los sicoterapeutas, Armindo Jamba, asegura que el 80 % de sus pacientes son víctimas de las minas anti persona, pero que el número desciende cada año, ya que la gente es más consciente de los peligros. “Espero que en siete u ocho años, dejemos de ver a víctimas de las minas”.

Los angoleños esperaron 27 años a que terminase la guerra y muchos se preguntan ahora cuánto más deben esperar para que su país esté libre de minas y ellos puedan seguir con sus vidas.

“Es difícil decir con exactitud, porque hay tantos factores, pero yo creo que entre 8 y 15 años”, predice Latimer. “Todo depende de la financiación y, como todos saben, atravesamos una crisis financiera global justo ahora”.

Según los datos de Landmine Monitor, de 2008, la financiación internacional descendió un 59 %, de 48 millones de dólares en 2006 a 19.8 millones en 2007.

Más de 75 países están afectados de alguna manera por las minas anti persona y artillería sin explotar, y en las últimas décadas, cientos de miles de personas han muerto, resultado heridas o mutiladas por las minas.

Los hermanos Francisco y Luciano están entre esas estadísticas de Angola.

Los chicos, de 15 y 7 años, de Bailundo, una ciudad al norte de Huambo, estaban jugando entre los restos oxidados de un coche, el pasado mes de septiembre, cuando una bomba antigua explotó arrancando el brazo de Francisco y la pierna de Luciano.

Acariciando con cariño el muñón de Luciano, Jemba dice: “Vamos a darle una nueva pierna, pero dentro de un tiempo, como está creciendo todavía, tenemos que esperar”.

(News 24, 21-04-09)

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