Malí: Paris denuncia “ejecuciones sumarias”
13/02/2012
Le Point.fr
Rebeldes tuareg en colaboración con al-Qaida del Magreb islámico han atacado la localidad de Aguelhoc, en el noreste de Malí. Hasta un centenar de « ejecuciones sumarias » han sido perpetradas en Aguelhoc, en el noreste del país, durante la ofensiva de los rebeldes tuareg, según ha afirmado el lunes, el ministro de la Cooperación, Henri de Raincourt. “Ha habido violencias absolutamente atroces e inadmisibles a Aguelhoc.
Ejecuciones sumarias de soldados, personas – se habla de un centenar– que han sido capturadas y ejecutadas fríamente”, ha declarado Henri de Raincourt en Radio Francia, evocando un “método utilizado por al Qaida”. Algunas víctimas han sido “degolladas”, “otras han recibido una bala en la cabeza”, en todo caso, han sido métodos bárbaros y expeditivos, según ha declarado Henri de Raincourt, sin precisar cuándo han tenido lugar estos crímenes. Interrogado sobre la posibilidad para el ejército maliense de lanzar una contra ofensiva antes de parar los combates, el ministro ha respondido que “lo importante es que las hostilidades cesen lo más rápidamente posible”.
El gobierno de Malí habia afirmado que miembros de al-Qaida del Magreb islámico (Aqmi) y rebeldes tuareg atacaron Aguelhoc el 24 de enero. Era la primera vez que aludía a una conexión entre Aqmi y el Movimiento nacional de liberación de Azawad, movimiento político militar que nació de una fusión de grupos rebeldes tuareg, a finales del 2011. Paris, por su parte, afirmó a finales de enero que no tenía “ninguna infrmación” sobre los lazos del al-Qaida del Magreb islámico (Aqmi) y la rebelión tuareg en los combates del norte de Malí.
Egipto : la policía acusada en el drama de Port-Saïd
13-02-12
LEMONDE.FR/AFP
Una encuesta parlamentaria ha acusado a la policía egipcia de ser responsable de los enfrentamientos que tuvieron lugar a la salida del partido de fútbol entre los equipos de Al-Masry y de Al-Ahli, que se saldaron con la muerte de 64 personas, el día 1 de febrero, según indican los medios de comunicación del 13 de febrero. El diario gobernamental Al-Ahram señala que las fuerzas policiales subestimaron la posibilidad de altercados, en el estadio de Port Saïd, ciudad al norte del país, cuando los hinchas de ambos equipos se marchaban del estadio, temiendo el estallido de la violencia.
“La comisión de encuesta parlamentaria ha imputado gran parte de la responsabilidad política al dispositivo policial”, según este diario. La policía y las medidas de seguridad en las entradas del estadio han sido objeto de denuncia, ya que no se hicieron registros para buscar armas y numerosas personas pudieron acceder a las gradas sin billete, según la misma fuente de información.
Las violencias comenzaron tan pronto sonó el silbido final del partido, con el resultado favorable (3-1) para Al-Masry, el equipo de Port Saïd, en contra de Al-Ahli, procedente de El Cairo, que sufría su primera derrota de la temporada. Los hinchas del equipo al-Masry invadieron el terreno y comenzaron a lanzar piedras y botellas contra los seguidores de Al-Ahli.
Se acusa a las fuerzas de seguridad de permanecers pasivas en frente de la violencia. El drama ha vuelto a lanzar la protesta contra el ejército, que se encuentra en el poder desde la dimisión de Hosni Mubarak, presionado por la calle, el 11 de febrero de 2011.
Dieciséis personas más murieron durante cinco días en El Cairo y en Suez (norte), en las violencias entre policías y manifestantes, provocadas por el drama del partido de fútbol.
Juego peligroso del ejército egipcio
11-02-12
Le Monde.fr
Un año después de la salida del poder de Hosni Mubarak, los Estados Unidos comienzan a descubrir, en perjuicio suyo, que su principal peligro en las márgenes del Nilo no viene de los islamistas Hermanos Musulmanes sino del estado mayor del ejército egipcio.
Desde finales de diciembre de 2011, el Consejo supremo de las fuerzas armadas, que dirige el país, desde la dimisión del “raïs”, se encuentra en el origen de una campaña judicial y mediática que visa las organizaciones no gobernamentales extranjeras, que participan en programas de apoyo a la sociedad civil y a la democracia. Dos fundaciones americanas, una de ellas demócrata y la otra republicana, han sido objeto de perquisiciones y arrestos. Más de 40 de sus miembros, 19 de los cuales son americanos, han sido llevados ante la justicia. A pesar de las advertencias de la administración americana y las amenazas de suspensiónde de la ayuda civil y militar a Egipto, los altos jefes egipcios no quieren plegarse. Han decidido jugar la carta de un nacionalismo a ultranza.
Hay varias razones a lo que parece ser una estrategia deliberada de tensión con el aliado americano.
El ejèrcito trataría de restaurar su imagen ante una opinión decepcionada y cansada de la gestión caótica de la transición política. Quiere establecer, solo y sin presión exterior, el ritmo y los límites de la democratización en que se ha metido el país. Los militares egipcios quieren, sobre todo, recordar su poder real, tanto a los Estados Unidos como a los Hermanos musulmanes, llamados a dirigir el país por la primera vez, después de su victoria masiva en las elecciones legislativas, El desafío lanzado por los militares egipcios molesta a Washington y a los islamistas, que buscan a toda costa la respectabilidad en Occidente, obligándoles a tomar posición y correr el peligro de incitarles a una escalada.
Este juego del ejército egipcio es peligroso, dado que sopla sobre las brasas anti-occidentales en un país fragilizado por meses de inestabilidad y con una economía averiada. De esta manera está reforzando el campo, tanto en Israel como en Estados Unidos, de los que piensan que no se puede esperar nada bueno de las revoluciones árabes. El ejército egipcio, que es el garante de la paz entre Egipto e Israel desde 1979, recibe cada año una ayuda importante de los Estados Unidos (1.300 millones de dólares). Este maná, que se añade a un patrimonio económico desmesurado, no ha conseguido hacer del ejército una institución pro-americana.
Opaco, celoso de sus privilegios y de su influencia sobre el poder civil, el ejército es la base de un sistema político asentado desde 1952 y que hoy agoniza. Castigarlo, cortando el grifo de la ayuda no haría más que convertirla en más agresiva. En Egipto, lo mismo que en Pakistan, donde la tensión ha llegado a su paroxismo, los Estados Unidos son prisioneros de una institución que les es fundamentalmente hostil, pero que financian por razones geopolíticas, cerrando los ojos sobre sus derivas.