Análisis de prensa 08-07-2011

8/07/2011 | Análisis de Prensa 2011-2013

EL PAÏS 08/07/2011
Por Javier Valenzuela

Violentos enfrentamientos en la plaza Tahrir de El Cairo

Cientos de jóvenes se concentran para exigir mayor celeridad en los procesos judiciales contra los altos cargos del régimen de Mubarak

Los demócratas egipcios se citan hoy en Tahrir para volver a impulsar la revolución

La revolución egipcia se ahoga, mejor dicho, la estrangulan los aún dominantes poderes del régimen de Mubarak: esos militares que no quieren enfilar con paso firme la senda de la transición democrática; esos policías que dejan que se extienda la delincuencia y con ella la nostalgia de la mano dura; esos jueces que aplazan una y otra vez las vistas contra los torturadores y asesinos de los últimos años; esos medios de comunicación públicos (los únicos existentes fuera de Internet) que despotrican del cambio… La asfixia también la precariedad económica, y en particular el tremendo descenso del turismo extranjero, y no le ayuda, desde luego, la división de las fuerzas opositoras, la ruptura de la unidad heroicamente forjada el pasado invierno en la plaza del Tahrir.

Por eso los demócratas egipcios están convocados a reunirse de nuevo hoy, en el ágora de Tahrir. Se trata de resucitar la magna asamblea que devolvió el orgullo al pueblo de Egipto, suscitó la admiración del planeta y consiguió que el faraón Mubarak fuera derrocado por sus propios soldados.

Esta vez, los manifestantes reclamarán una nueva Constitución democrática. La pretensión del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que asumió el poder tras la caída de Mubarak es tirar millas con la reforma parcial aprobada en referéndum el pasado marzo y celebrar elecciones a comienzos del próximo otoño. Esto, amén de mantener lo esencial del régimen de Mubarak, conviene a los islamistas, partidarios de unos comicios en los que podrían obtener buenos resultados, pero no de una nueva Carta Magna que consagre la primacía de la democracia y los derechos humanos en el Valle del Nilo y establezca mecanismos -por ejemplo, prensa libre y poder judicial independiente- que impidan el ejercicio totalitario del poder.

El que una junta militar se hiciera cargo de Egipto tras el destronamiento de Mubarak no era en sí una mala salida… siempre y cuando fuera provisional y, aún más importante, encaminara al país con claridad hacia la democracia. Pero los militares dirigidos por el mariscal Tantawi se están mostrando ambiguos y vacilantes, en el mejor de los casos, o claramente inmovilistas, en el peor.

En su último artículo, el escritor Alaa el Aswany afirma que la revolución egipcia cometió dos errores. El primero, abandonar festivamente Tahrir tras la caída, el 11 de febrero, de Mubarak. El segundo, fragmentarse antes de haber elaborado un programa común y haber conseguido su aplicación. Por eso El Aswany apoya la nueva cita con la historia que un nuevo viernes de oración tiene la revolución egipcia en Tahrir. ¿Tendrá un seguimiento masivo? ¿Se producirán provocaciones violentas por parte de fuerzas oscuras? ¿Volverán a unirse los demócratas y los islamistas? ¿Se repetirán aquellas emocionantes escenas de enero y febrero en las que los cristianos coptos protegían a los musulmanes y viceversa? ¿Tendrán las mujeres el protagonismo de entonces?

La plaza Tahrir, símbolo de la revolución egipcia contra el régimen de Hosni Mubarak ha sido esta madrugada escenario de violento enfrentamientos entra la policía y manifestantes. Las fuerzas de seguridad han lanzado gases lacrimógenos contra los cientos de jóvenes que exigían mayor celeridad en el proceso judicial contra los altos cargos del régimen de Mubarak.

Los disturbios comenzaron durante un acto de homenaje a las víctimas de las revueltas populares. El Ministerio del Interior ha informado en un comunicado que un grupo de personas interrumpió el acto, impidiendo la continuidad de la marcha, y lanzó piedras contra los agentes, por lo que estos tuvieron que intervenir con gases lacrimógenos.
Según la versión digital del diario estatal Al Ahram, varios manifestantes han arrojado piedras contra la sede del Ministerio, ubicada en el centro de la capital y próxima a la plaza Tahrir, y han acusado a la policía de matar a sus hijos. La agencia oficial de noticias Mena ha explicado que los manifestantes eran miembros de la familia de uno de los «mártires de la revolución», Jaled Qotob. La policía antidisturbios se desplegó en las proximidades del ministerio y acordonó la zona.

Un testigo ha subrayado que cuando parecía que la situación se había tranquilizado los policías antidisturbios comenzaron a avanzar hacia la plaza Tahrir y lanzaron gases lacrimógenos a cientos de personas congregadas allí que respondieron con piedras. Un responsable del Ministerio del Interior no identificado y citado por el diario Al Ahram ha negado que los agentes atacaran a los manifestantes.

De momento, hay siete detenidos por estos hechos. Además, el corresponsal de Reuters en la capital egipcia ha podido comprobar la existencia de varios heridos, la mayoría por inhalación de humo y por cortes en la cabeza. «La gente está furiosa porque los juicios contra los altos ex funcionarios continúan retrasándose», ha dicho Ahmed Abdel Hamid, uno de los partícipes en estos disturbios. Algunos de ellos también demandaban la dimisión del líder del Consejo Militar que actualmente gobierna el país, Mohamed Hussein Tantawi. Por su parte, las organizaciones que en las últimas semanas han convocado varias protestas con las mismas reivindicaciones se han desmarcado de estos incidentes.

El ex ministro del Interior, Habib al-Adli, ya ha sido condenado por corrupción, pero él y otros altos cargos están siendo juzgados por la muerte de activistas durante la revolución. De estos mismos cargos se acusa a Hosni Mubarak, que actualmente está hospitalizado y cuyo juicio está previsto que empiece el 3 de agosto.


ISABEL FERRER – La Haya – 28/06/2011

El Tribunal de La Haya ordena la captura de Gadafi
El dictador es acusado de crímenes contra la humanidad

Cien días después de que la comunidad internacional se organizara para derrocar a Muamar el Gadafi, la Corte Penal Internacional (CPI) ha ordenado el arresto del líder libio, de su hijo, Saif el Islam, y de su cuñado Abdulá Sanusi, jefe del espionaje interior. La fiscalía les acusa de crímenes contra la humanidad. Según los jueces, “hay razones para pensar que el líder libio concibió y orquestó un plan para atacar a la población” en las revueltas desatadas desde el pasado 15 de febrero en Libia.

Su hijo Saif y el jefe del espionaje interior afrontan los mismos cargos.

Durante la lectura de la histórica decisión, Sanji Monageng, presidenta de la sala que pidió la detención, calificó a Gadafi de “jefe indiscutible que controla el aparato estatal y también a las Fuerzas Armadas”. De su hijo dijo que es “la persona más influyente del círculo íntimo del poder”. Y a Sanusi lo calificó de “encargado de instruir a las tropas en los ataques contra manifestantes desarmados en Bengasi”, bastión rebelde. El trío sería, en suma, “responsable indirecto de la muerte y persecución de civiles indefensos”. Gadafi es ya el segundo jefe de Estado en activo en ser acusado de los mayores crímenes posibles por la justicia internacional.

El otro es el presidente sudanés, Omar el Bashir, buscado por genocidio en Darfur.

Nada más conocer la noticia, el consejo que coordina la revuelta desde Bengasi mostró su satisfacción “porque el mundo entero se haya unido contra el dictador por los delitos que ha cometido”. Yalal al Galal, representante de los rebeldes, afirmó que el pueblo libio “se siente vindicado”. Por el contrario, Musa Ibrahim, portavoz gubernamental libio, descalificó a la Corte Penal, a la que no reconoce competencia alguna. “Solo se preocupa de perseguir a líderes africanos”, afirmó.

Para la fiscalía de la CPI, la decisión judicial supone un auténtico espaldarazo. Luis Moreno Ocampo, acusador jefe, no solo está “seguro de poder demostrar la muerte de civiles y el asesinato de disidentes”. El Consejo de Seguridad de la ONU le encargó investigar el caso hace tres meses. En tan escaso tiempo dice haber reunido “pruebas suficientes como para ir a juicio casi de inmediato”.

En su opinión, “Gadafi, de 69 años, es el máximo responsable de los crímenes”. Aunque no tiene cargo oficial y se presenta como el “guía de la revolución”, habría ordenado muertes y persecuciones. A su hijo, Saif el Islam, de 39 años, le atribuye el trabajo “de un primer ministro sin cartera”. Es el rostro amable del régimen, “pero ejecuta las órdenes del padre”. De 61 años, Abdulá Sanusi sería el tercer responsable de la represión. Se le considera la mano dura que ha guiado la lucha contra los rebeldes.
La captura de Gadafi no será fácil de lograr. La Corte Penal carece de policía y depende de los países firmantes de su estatuto fundacional para detenerlo. Gadafi aún podría buscar refugio en algún país amigo.


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