“America first”. ¿Y África?

15/03/2018 | Opinión


«Lo que fue, eso será; lo que se hizo, eso se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.» (Eclesiastés, 1,9)

¿Ficción hecha realidad? En “1984”, la novela que Georges Orwell publicó en 1949, Oceanía, Eurasia y Estasia son las tres potencias que se disputan la hegemonía. Sus funcionarios reescriben constantemente la Historia para justificar los sucesivos cambios de alianzas. Son expertos en “fakenews” y en controlar a los ciudadanos. Y cuando se trata de guerrear, lo hacen en África. Este miércoles 7 de marzo, –ahora estamos en 2018–, Rex Tillerson, Secretario de Estado de Estados Unidos, aterrizó en Addis Ababa, la capital de Etiopía, iniciando una gira que le llevaría a Yibuti, Kenia, Chad y Nigeria, desde donde volvió a casa la noche del lunes 12. Su viaje ha querido contrarrestar la creciente influencia china en el continente y ganarse aliados sobre el terreno en la lucha antiterrorista.

La visita le ha pillado a Tillerson en un mal momento. La BBC ha obtenido copias de mails que piden su cese por no haber favorecido a los Emiratos Árabes en su querella con Qatar. Por otra parte, el Secretario de Estado tendrá que contrarrestar el estupor y enfado de muchos africanos después de que hace dos meses el presidente Trump calificara África como “pozo de mierda” y dijera que a Estados Unidos no le interesa recibir gente de esa región. Y justo el mismo día 7, Sergei Lavrov, Ministro de Exteriores ruso, inició su propia gira por Zimbabue, Angola, Namibia, Mozambique y Etiopía.

“Los problemas africanos necesitan soluciones africanas, y la comunidad internacional debe respetarlas, apoyándolas moral, política y económicamente”, declaró Lavrov el lunes 12 en Luanda, capital de Angola. Las sanciones impuestas a Rusia por los occidentales han hecho que Moscú busque socios, también en África. En 2017, el Foro Económico de San Petersburgo (SPIEF) trató de “Rusia-África: Un Tratamiento Estructurado de la Cooperación ante la Nueva Realidad Económica”. Y este año el SPIEF quiere dar todavía más importancia a África. En “1984” se trata de Oceanía, Eurasia y Estasia. Hoy, en 2018, de Estados Unidos, China y Rusia.

En la novela de Orwell, Oceanía acaba de conquistar África. La situación es hoy mucho más compleja. Aunque poco antes de iniciar su gira, con un discurso en la universidad George Mason de Virginia, Tillerson criticó a China porque en África “alienta la dependencia, se aprovecha de acuerdos corruptos, y pone en peligro las riquezas naturales”, la realidad es que en Etiopía, primera etapa del viaje, China ha invertido 15.000 millones de dólares, ha construido una red de trenes ligeros y varias carreteras, además de la Sede de la Unión Africana. EE.UU. ha invertido tan sólo 550 millones de dólares. “Pienso que los Africanos son lo suficientemente maduros como para iniciar las asociaciones que consideren oportunas”, ha sido el comentario de Moussa Faki Mahamat, presidente de la Comisión de la UA. Algo parecida, según la agencia de noticias china Xinhuanet, ha sido la reacción de Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China: “Los países africanos y sus pueblos son los mejor cualificados para decir si la cooperación entre China y África es buena o no. China y África están en estrecho contacto para preparar la Cumbre de Beijing del Foro sobre Cooperación China-África que tendrá lugar en septiembre de este año”.

rex_tillerson.jpgTampoco le ha sido fácil a Rex Tillerson maniobrar en los otros países que ha visitado. Los habitantes de Chad están en la lista negra de ciudadanos a los que Trump ha prohibido la entrada en Estados Unidos. Tillerson ha tenido que alabar el esfuerzo antiterrorista del Chad e indicar que pronto sus ciudadanos saldrían de la famosa lista. “Nigeria ha perdido completamente el mercado estadounidense”, titulaba el Vanguard de Lagos, citando a Ibe Kachikwu, ministro de Recursos Petroleros. Se refería a que al aumentar su producción de crudo de esquisto, Estados Unidos ya no compra el de Nigeria. En Kenia, en mayo del año pasado, se inauguró el ferrocarril Mombasa – Nairobi, financiado (3.200 millones de dólares) y gestionado por China. Sustituye al precedente ferrocarril construido por los británicos y reduce el tiempo de recorrido de 12 a 4 horas y media. La idea es que la línea siga desarrollándose para que por ella el Congo (RDC), Ruanda, Burundi, Etiopía y Sudán del Sur, puedan llegar al Océano Indico.

Donde tal vez los norteamericanos se han puesto más nerviosos es en Yibuti, que alberga la única instalación permanente americana en África, y en donde el año pasado China inauguró su propia base naval. “Estamos observando atentamente la interferencia china y su presencia militar en Yibuti”, confiaba el 6 de marzo el general Thomas Waldhauser, el más importante de los generales americanos en África.

¿Está Estasia (en la nomenclatura de Georges Orwell) ganando la batalla? Está lo que por una parte constataba la Revista Mercado, en su número de febrero 2018: presencia universal de productos chinos en África, miles de becas con las que jóvenes africanos estudian en China y las más de 40 escuelas de idiomas esparcidas por el continente, en las que se aprende man-darín y cultura china. Y por la otra la deslavazada visita de Rex Tillerson. Tenía que haber dura-do una semana. Pero el sábado 10, Tillerson suspendió sus actos en Nairobi aduciendo cansancio y que tenía que trabajar sobre varios asuntos urgentes que le emplazaban desde Washington. Luego el domingo se anunció primero que tendría que suprimir la visita a Nigeria, siempre por trabajos urgentes en Washington, y luego que la visita tendría lugar el lunes por la tarde. Y fue así cómo, al trote, Rex Tillerson visitó en un mismo día Chad y Nigeria, acortando su visita de día y medio y saliendo disparado hacia su país el lunes por la noche. Naturalmente, para el presidente Trump está claro que “America first”. Así que también para su Secretario de Estado Washington tenía que ser mucho más importante que África.

*Nota del autor: A las seis horas de haberse escrito este artículo, 13h44 de Washington y 18h44 de España, un twitter del presidente Trump ha anunciado la sustitución del hasta aho-ra Secretario de Estado Rex Tillerson, por Mike Pompeo, actual director de la CIA.

Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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