Amath Dansokho tendría que ser más conocido en el exterior de Senegal. Es uno de esos personajes que ha estado muy presente en la historia reciente de este país y que ha destacado por su compromiso y honestidad. Probablemente esa sea la razón por la que es un gran desconocido más allá de las fronteras senegalesas.
Amath Dansokho tiene 75 años y es el presidente del Movimiento 23 de junio que lucha contra la candidatura de Abdoulaye Wade a las elecciones. Lo veo llegar a cada rueda de prensa caminando con dificultad, apoyándose en alguno de sus correligionarios. También es el secretario general del Partido de la Independencia y el Trabajo, pero en el pasado fue alcalde de Kédougou y ministro bajo la presidencia del socialista Abdou Diouf.
Sin embargo, cuando estaba en el poder, el comunista Dansokho fue fiel a su conciencia y denunció las derivas autoritarias de aquel gobierno, sumándose en el año 2000 a quienes apoyaban al entonces sufrido líder de la oposición Abdoulaye Wade. «Tras cuarenta años de reinado socialista, era urgente dar la espalda al clientelismo», dijo entonces Dansokho. Sufrió escarnio y persecución por dar aquel paso que le dictaba su conciencia.
Hoy, este viejo sabio ha vuelto a dar un giro de tuerca y se ha puesto al frente de quienes denuncian el golpe de estado constitucional que Wade quiere dar en este país. El otro día le llamaban Mandela en una manifestación y ayer me lo volví a encontrar en el mitin de la oposición. Hablé con él dos minutos, el tiempo suficiente para que dejara en el aire una triste sentencia: «El golpe de estado de Wade no es solo constitucional, también es electoral. Esto ya está arreglado, va a apañar las cosas para ganar las elecciones, como hizo en 2007». Y siguió adelante con paso cansino.
Luego, los candidatos de la oposición senegalesa, esos que dicen que van a impedir que Wade se presente a las elecciones, empezaron a lanzar sus consignas ante un público entregado que les vitoreaba a cada palabra. Y las banderas con sus rostros ondeaban al viento. Y la gente bailaba con camisetas que llevaban sus fotos. Y me sonó todo tan tristemente familiar, tan cansinamente conocido, que me quedé pensando en las palabras de Dansokho.
El problema de la oposición senegalesa no es Abdoulaye Wade, su problema son ellos mismos. La mayoría, como le ocurre a las polillas, han revoloteado tanto tiempo cerca del poder que se han quemado con su luz. Son trileros, pero aspiran a ganarse la simpatía de un pueblo que, sin embargo, los conoce demasiado bien. Y, lo que es peor de todo, han sido incapaces de renunciar a su propia ambición y ponerse todos detrás de un solo candidato que plantara cara a Wade. Han hecho justo lo contrario que Dansokho, ya están metidos en campaña por ellos mismos, agazapados detrás de los jóvenes que lanzan piedras a la policía, esperando que ellos hagan la revolución en su lugar.
Por eso entiendo el tono triste de las palabras de Dansokho, quien habla con la libertad y la fuerza de alguien que no está deslumbrado por el poder. Que nadie espere nada grandioso de estos candidatos, que además han demostrado una escasa capacidad para movilizar a la mayor parte de la sociedad senegalesa, harta de Wade, sí, pero también de los principales aspirantes a sucederle.
Original en Guinguinbali