En el río revuelto del pánico que se cierne sobre todos nosotros durante estos días, no faltan los que intentan pescar valiéndose de las redes sociales para difundir mensajes falsos que, en muchos casos, incitan al odio. África, donde cada vez hay más usuarios de Internet, no es ninguna excepción.
Durante estas semanas de crisis, asomarse a las redes sociales es, en muchos casos, no salir del asombro de la capacidad que tienen algunos de crear noticias falsas que, si no fuera por lo trágico del asunto, podrían incluso arrancar alguna sonrisa por las cosas tan disparatadas que dicen. Lo peor de todo es que en foros como Facebook, Twitter, Instagram o YouTube no faltan los mensajes de incitación al odio o que pueden inducir a personas con poca formación a comportamientos irresponsables. Los países de África subsahariana, donde cada vez hay más usuarios de Internet, y donde faltan todos los medios para hacer frente a una emergencia sanitaria, no son ninguna excepción.
Entre los mensajes que podríamos calificar como de más ligeros, se encuentra uno con perlas como estas: “La piel negra resiste al virus”, “si te afeitas la barba no te contagias”, además de supuestos remedios milagrosos para impedir el contagio o incluso curarse de forma casi instantánea, que van desde beber té negro o sopa de pimienta (la popular “pepper soup” de África del Oeste) a ingerir potingues elaborados con mezclas de ajo, jengibre y aloe vera, entre otros ingredientes. En Camerún, durante los últimos días, ha aumentado a velocidad de vértigo el cultivo del popular “ndole” (base del plato nacional más apreciado) después de que algunos internautas prescribieran su consumo para protegerse del COVID-19.
Mucho más serio es la propagación de mensajes rotundamente falsos cuya aceptación puede tener consecuencias nefastas. Buceando durante los últimos días en mensajes de Facebook escritos por usuarios centroafricanos, me he encontrado con numerosos mensajes que difunden una peligrosa teoría de la conspiración, según la cual científicos europeos y norteamericanos estarían usando a miles de africanos como conejillos de Indias para probar una supuesta vacuna contra el COVID-19 que podría tener efectos muy nocivos. Algunos, incluso, apuntan a autoridades de la ONU como los supuestos responsables de este desaguisado. “No seamos tontos, hermanos africanos, los occidentales quieren un África sin nosotros. ¿Qué hacéis vosotros, nuestros jefes de Estado? ¡Qué vergüenza! ¡Hago un llamamiento a toda la población africana a la resistencia y a la rebelión contra la OMS!” proclama desde su ciberpúlpito alguien que dice tener más de 5.000 seguidores y cuya identidad, como ocurre en muchos casos, ni siquiera está clara.
Mensajes así no son ninguna broma. En Centroáfrica está en curso, desde enero, una campana nacional de vacunación contra el sarampión y la difusión de estos mensajes falsos está empezando a tener efectos muy negativos, puesto que al propagarse estos rumores muchos trabajadores sanitarios se empiezan a encontrar con resistencias de algunos padres que se niegan a vacunar a sus niños contra el sarampión, con las consecuencias que podemos imaginar en un país muy pobre.
Mucho me temo que este tipo de mensajes no son un simple desliz de algún desdichado ignorante, sino que en bastantes casos obedecen a estrategias muy bien organizadas por parte de grupos que tienen sus propias agendas y quieren hacer ganancia en el río revuelto del pánico que nos envuelve a todos, en especial a quienes viven en países más vulnerables. En la fecha en que escribo esto (1 de abril), me encuentro otro mensaje difundido por usuarios centroafricanos en las mismas redes sociales que ahonda en la misma mentira. En este caso ponen una foto del antiguo presidente estadounidense Barack Obama, con una cita falsamente atribuida a él en la que dice: “Hermanos africanos, no aceptéis vacunas que vengan de Occidente. Yo mismo seria cómplice si no denunciara este acto maléfico que los blancos quieren perpetrar contra los africanos con sus vacunas toxicas. Existe un plan maquiavélico que han inventado diciendo que viene a ayudar a los africanos cuando en realidad vienen a exterminaros”.
Pero no en todos los países africanos puede uno difundir mentiras y seguir con su vida tranquilamente sin que nadie le moleste. El pasado 30 de marzo, las autoridades de Uganda detuvieron a un popular pastor por haber negado abiertamente, en las redes sociales, la existencia del COVID-19. Al reverendo Augustine Yiga, de la Revival Christian Church, muy conocido por sus apariciones en las televisiones del país, le podrían caer hasta siete años de cárcel si se confirman los cargos contra él. El portavoz de la Policía declaro: “Afirmar que el COVID-19 no existe en África ni en Uganda socava los esfuerzos del gobierno para luchar contra la epidemia y expone al público al grave peligro de la dejadez a la hora de aplicar las medidas de control y de prevención”. Es una pena que en África haya muy pocos países donde las autoridades se tomen en serio la amenaza que suponen las noticias falsas, sobre todo cuando su difusión puede causar daños muy considerables en tiempos de crisis.
Original en: En Clave de África