Alassane Ouattara ha comenzado su cuarto mandato como presidente de Costa de Marfil, tras vencer en las pasadas elecciones presidenciales, acontecidas el 25 de octubre, en las que partía como claro favorito. El mandatario fue declarado vencedor de los comicios por la Comisión Electoral Independiente (CEI) con cerca del 89,77 % de los votos, con una participación del 50 %. La Comunidad de Estados sahelo-saharianos (CEN-SAD), desde su posición de observadora, ha felicitado tanto al gobierno como a la CEI por sus esfuerzos en la celebración de unas elecciones transparentes.
Las elecciones estuvieron marcadas por la prohibición de participación a ciertos representantes de la oposición gubernamental. Es por estos factores que el proceso electoral ha generado fuertes críticas por parte de la oposición. La candidata Simone Ehivet Gbagbo, del partido Movimiento de las Generaciones Capaces (MGC), ha reconocido los resultados, pero los ha calificado como poco representativos de la voluntad popular, describiendo el sistema electoral como “cerrado” y basado en la “intimidación” de los votantes. Todo esto ha preocupado tanto a parte de la población como a los observadores internacionales, que temen estar ante una pérdida progresiva de la calidad democrática del país.
Los observadores de la sociedad civil consideraron que el ambiente en el que se desarrollo la votación fue pacífico, aunque con algunos incidentes menores en ciertos centros de votación. El reto ahora mismo parece estar en poder conciliar la búsqueda de estabilidad y crecimiento económico con el mantenimiento de un sistema político democrático abierto al cambio y que permita coexistir a las voces disidentes.
Fuente: Afrik
[CIDAF-UCM]
