En los últimos dos días, dos ataques perpetrados y reivindicados por la milicia Al Shabaab cerca de la ciudad de Mpeketoni se han saldado con más de 60 muertos. Parece ser que muchos de los fallecidos no pudieron recitar los versos del Corán que les pedían sus atacantes. Según las últimas noticias, 12 mujeres de esa zona han sido raptadas en lo que podría ser un nuevo secuestro masivo con fines propagandísticos.
Mpeketoni no está lejos de la preciosa y monumental ciudad costera de Lamu, uno de los grandes atractivos turísticos de la costa keniana. Estos nuevos ataques, que se han producido poco después de que el Reino Unido decidiera cerrar temporalmente su consulado en Mombasa, supondrán un nuevo golpe para el turismo de la región, el cual estaba ya bajo mínimos después de los diferentes avisos que las embajadas han dado a sus turistas de que evitaran lo más posible el país. En un comunicado, Al Shabaab ha declarado que todo Kenia puede ser ahora un objetivo militar y que los turistas vengan al país “bajo su propia responsabilidad.” Más claro, agua…
Una vez más, los cuerpos de seguridad kenianos han quedado en una posición cuando menos embarazosa si no ridícula. Dos ataques seguidos y ellos sin enterarse. El presidente Kenyatta termina de complicar la situación diciendo que al final los que han perpetrado estos sangrientos ataques no son los somalíes de Al Shabaab sino una conspiración interna tejida “por redes políticas” para desestabilizar el país. El presidente no ha querido dar más detalles de su lectura política, por lo cual lo único que queda claro es la confusión.
Si hace unos meses hubo un ataque masivo contra el centro comercial Westgate en Nairobi donde decenas de personas perecieron, hasta el día de hoy no hay claridad alguna de cuantas personas fueron exactamente las que lo llevaron a cabo. No ha habido informes claros ni se han pedido responsabilidades ante las obvias lagunas de seguridad. Las imágenes que quedan en el imaginario de la gente son las del lamentable expolio que las fuerzas de seguridad llevaron a cabo cuando, aparte de pegar algún que otro tiro, se dedicaron a saquear el centro comercial, terminar con todo el alcohol y dejar vacías las estanterías del hipermercado con las mercancías más preciadas. Hay todo un sentimiento de impunidad y de vulnerabilidad entre la población, porque se piensa que la corrupción llega incluso hasta el nivel de aquellos que tendrían que velar por la seguridad del país.
La división étnica que causó los sangrientos enfrentamientos con más de mil muertos en 2007 sigue latente. Se ha aprobado una constitución pero el entusiasmo por la misma ha dado paso a una realidad de un país en permanente asedio por parte de los terroristas, donde los índices de pobreza siguen siendo preocupantes, con una clase política endémicamente corrupta y con unas instituciones que apenas cuentan con la confianza del pueblo. Una mezcla muy peligrosa, especialmente cuando hay ejemplos actuales de cómo países más o menos establecidos pueden degenerar en cuestión de pocas semanas en situaciones ingobernables con un ambiente de guerra civil.
La incertidumbre y la inseguridad continúan. Mientras tanto, los habitantes de la costa suajili hacen acopio de machetes y de todo lo que pueda servir de arma porque el miedo está ahí presente y no se sabe lo que pasará mañana.
Original en : En Clave de África