Al Gore denuncia que cerca del 50% de las tierras arables de la RD Congo han sido malvendidas

8/07/2014 | Crónicas y reportajes

Después del sector minero, que ha sufrido una auténtica razzia, le ha tocado el turno a las tierras arables de la República Democrática del Congo (RDC), objeto de una avalancha a escala internacional. En su libro “El futuro”, el expresidente de EE.UU., Al Gore, afirma y denuncia que el 48,8% de las tierras arables (120 millones de ha.) de Congo-Kinshasa están ya en manos extranjeras; vendidas a saldo en detrimento del pueblo congoleño. ¿Quién podía imaginar que la RDC, además de sus minas y selvas, iba a atraer la codicia universal a causa de sus tierras fértiles y propicias para la agroindustria?

Desdichadamente, los congoleños poco provecho sacan de esta bendición de la naturaleza. La élite congoleña sigue enredada en disputas políticas internas, mientras inversores extranjeros, sean o no mafiosos, con esa mirada de águila que les caracteriza, toman pie en la RDC. Han visto que este enorme país es una especie de Eldorado, en el que existen tierras arables, cada vez más escasas en el mundo, mientras en Arabia Saudí, China y EEUU acecha la desertificación

Al Gore plantea el problema con claridad: “En nuestras economías mundializadas, algunos países cuya población aumenta y que están agotando sus suelos y el agua, se ven empujados a comprar grandes extensiones de tierras arables, especialmente en África, donde se estima que un tercio de tierras no cultivadas está disponible”. El exvicepresidente de EEUU, citando a Mukambo Lotorobo, de Friends of Turkana, ONG keniana, subraya que “China, India, República de Corea, Arabia Saudí, concretamente, así como empresas multinacionales, fondos de pensiones y universidades compran enormes extensiones de tierra en el continente africano para producir trigo y otros cereales, no solo para su propio consumo sino también para venderlos en los mercados mundiales. Se trata de una especie de nuevo colonialismo, como en el siglo XIX, cuando nuestros recursos eran explotados para permitir el desarrollo del mundo occidental”. Pero, prosigue Al Gore, “no se trata solo de tierras, sino también de agua”.

En esta nueva persecución de tierras “la RDC ha firmado acuerdos con propietarios extranjeros para ceder el 48,8% de los suelos cultivables… China ha obtenido el visto bueno para la explotación de aceite de palma para producir biocarburantes en una extensión de 2,8 millones de hectáreas”. Hay discrepancias respecto de la cuantificación de las superficies vendidas y destinadas al biodiesel; el Banco Mundial había calculado, en 2009, que se habían destinado el 21% mientras que International Land Coalition lo fijaba en el 44%. El Banco Mundial analiza la realidad de 2009 y nada dice de la actualidad.

La amenaza de desertización empuja a muchos países a codiciar tierras cultivables en el exterior. La RDC posee 120 millones de ha., de las que sólo el 10% están puestas en valor. Constituye un candidato magnífico para la avalancha internacional hacia sus tierras. A los países compradores, indica Al Gore, les resulta preferible “adquirir tierras que disponen de abundantes capas de agua dulce en África” que invertir en proyectos de irrigación extremadamente onerosos.

Algunos opinan que se está gestando una nueva colonización de África. Al continente africano y a la RDC en particular les toca despertar para tomar conciencia de la realidad y evitar nuevas hecatombes. Cuando el gran saldo de las minas no ha terminado todavía, he aquí otra venta que puede arruinar el futuro de la RDC. Las tierras cultivables deben ser protegidas y esta tarea corresponde al Estado, garante de la soberanía y del patrimonio común. Joël Siku Kasereka, en un estudio sobre los conflictos en torno a las tierras arables en RDC, predice un escenario apocalíptico con la resurgencia de conflictos relacionados con el acceso a la tierra. La RDC en vez de rentabilizar sus tierras ha preferido cederlas a extranjeros para una explotación agroindustrial que para nada aprovecha a la población congoleña. Se impone una rectificación inmediata.

Le Potentiel on line

[Traducción y resumen, Ramón Arozarena]

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