Al cabo de 12 años de su muerte, la figura de Nelson Mandela continúa siendo el referente más genuino de Sudáfrica desde el punto de vista social y político. Mandela consiguió algo fundamental para su pueblo: el reconocimiento de la igualdad de derechos de todos los ciudadanos del país. Su ejemplo de resistencia contra el racismo blanco y las injusticias sociales, así como su lucha por la reconciliación nacional fue el legado más consistente de su azarosa vida. “La preocupación fundamental por los demás en nuestras vidas individuales y comunitarias contribuiría en gran medida a hacer del mundo el mejor lugar con el que tan apasionadamente luchamos”, era el deseo más acuciante de Mandela.
El informe que presentamos en este número de “Africana” inquiere los resultados de aquel legado. Sudáfrica es, sin lugar a dudas, un gran país. Lo es por muchas razones. Valga como ejemplo la prosperidad de la economía más importante del continente africano, la riqueza de las culturas locales y los atractivos turísticos estimulados por la belleza de sus paisajes y de una flora y fauna variadas.
Agustín Arteche Gorostegui
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