El tema “Dinastías políticas africanas”, que hoy nos ocupa, se presta a buen número de consideraciones. Me recuerda, de entrada, un dicho burkinés que dice: “los frutos de las ramas cimeras son mortales”. El dicho africano apunta al problema que entraña el acceso al poder: agradable y deseable, por un lado, pero mortal por el peligro fatal de un posible fracaso. Algo muy real y que ha ocurrido en muchas ocasiones. Las estadísticas dicen que, desde el inicio de las independencias que se produjeron allá por los años 60 hasta el presente, ha habido en el continente africano cerca de 200 golpes de Estado.
El presente número de “Africana” habla de las dinastías políticas que, por diversas razones, han perdurado en el tiempo. Nos fijamos en las circunstancias que acompasan la existencia de los presidentes más longevos de África, los llamados “dinosaurios”, advirtiendo, sin embargo, que, aunque sigan aferrados al poder, ninguno de ellos tiene asegurada su permanencia.
El tema es delicado y complejo. Además de la diversidad de países, el informe se abre a múltiples cuestiones sobre el contexto histórico, las costumbres locales, la importancia nada desdeñable de los jefes tradicionales y de los ancianos, el engarce con la modernidad, su relación con la democracia, las luchas por el poder, la manipulación de las elecciones, el desarrollo económico, la política exterior, la geopolítica, los derechos humanos, etc. Algo de todo ello viene reflejado en las opiniones que el autor del artículo va desgranando a través de un breve recorrido por diferentes de países.
El informe concluye con las tendencias actuales de la vida política y social de África. Su autor nos dice que “vistas las protestas que se manifiestan en todo el continente contra las enmiendas constitucionales, las elecciones manipuladas y un creciente rechazo al gobierno heredado, parece que el caso de los regímenes dinásticos, que se ha propagado en tantos países africanos a lo largo de los años, puede estar llegando a su conclusión. El control ejercido sobre los gobiernos por los nuevos movimientos sociales, reforzados por una ciudadanía joven y consciente de sus derechos, mayoritariamente urbana, hace cada vez más difícil la manipulación que está a la base de muchas de las dinastías políticas africanas”. Pensamos, nosotros también, que la sabiduría africana y una visión ética del ejercicio del poder son el camino para evitarlo.
Agustín Arteche Gorostegui
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CIDAF-UCM