No es la primera vez que “Africana” presenta un informe sobre Nigeria. La última vez fue en abril de 2015. Desde entonces, Nigeria ha evolucionado mucho. Estaba previsto que así lo hiciera. Ahora es un gigante, aunque herido. El autor del informe, Bartolomé Burgos, siempre fiel al rendez-vous de nuestra revista, no se ha equivocado al escoger el título del presente número.
Nigeria es, de verdad, un gigante que bate los mejores récords del continente: lo es por sus dimensiones geográficas -dos veces España- y por el número de habitantes; cerca ya de los 250 millones, está a la cabeza de los países más poblados de África; lo es también por el número de lenguas y etnias que la configuran; por su dinamismo emprendedor y sus éxitos comerciales -forma parte de los BRICS, las potencias emergentes del mundo-; por sus éxitos culturales y artísticos y su destreza en el manejo de las TIC, las técnicas modernas de la información, el NETFLIX y otras muchas razones.
Nigeria es también, víctima de su crecimiento endiablado y de la inseguridad estatal, un gigante que convive extrañamente con el soborno, los negocios sucios, las mafias de la droga y la trata de seres humanos. El último informe de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en Nigeria es demoledor para denunciar los muertos y los heridos por el conflicto armado entre el grupo armado de Boko Haram y las fuerzas armadas de Nigeria en el nordeste del país; las violaciones que ambas partes cometen contra el derecho internacional, incluidos los crímenes de guerra. Los homicidios y las extorsiones de numerosos grupos de malhechores y la respuesta igualmente violenta de las autoridades, desapariciones forzadas, tortura, detenciones arbitrarias y severas restricciones de la libertad de expresión y de reunión pacífica.
Bola Ahmed Adenkule Tinubu es el nuevo presidente de la República Federal de Nigeria, desde el 29 de mayo del año pasado. Durante su investidura prometió “cumplir con sus deberes y sus funciones de forma honesta, de la mejor manera posible, con fidelidad y en conformidad con la constitución”. Esperemos que ésta más bien desvaída declaración de intenciones encuentre los medios necesarios que Nigeria necesita para superar sus múltiples divisiones, la justicia que garantice la paz y la honradez de sus dirigentes contra la corrupción generalizada de las instituciones del país.
Agustín Arteche Gorostegui
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